La cancelación exprés de ‘La casa de los gemelos’ —nueve horas de directo antes de bajar la persiana— no es solo la anécdota morbosa de un reality fallido: es un espejo que devuelve una imagen incómoda del ecosistema streamer español y de la economía de la bronca en plataformas con moderación laxa.
El formato, lanzado por los hermanos Daniel y Carlos Ramos (ZonaGemelos) y emitido en Kick y YouTube, colapsó entre peleas, escenas de alto voltaje y abandonos en cascada, con el hashtag #LaCasaDeLosGemelos escalando en X y un rastro de clips que documentan el progresivo descontrol. Medios generalistas y especializados coinciden en el cuadro básico —timing, elenco, secuencia de incidentes— y reconstruyen la decisión de cortar la señal con la promesa de “normas de convivencia” en una eventual segunda edición.
El proyecto no aparece de la nada: ZonaGemelos lleva tiempo explotando un híbrido de tertulia de choque, dating y show de retos con invitados polémicos —de Paco Porras a Simón Pérez—, y una estética que bebe tanto de la tele nocturna dosmilera como del clickbait emocional actual. La novedad aquí fue la apuesta por el encierro 24/7 sin edición ni cortafuegos, una traslación de la lógica del prime time a la arquitectura algorítmica de dos plataformas de vídeo en directo, con especial peso de Kick, el servicio que ha atraído a streamers expulsados de Twitch y arrastra una reputación de tolerancia con contenidos extremos, casinos y shocks en vivo. La hemeroteca reciente lo ilustra: el caso del streamer francés Jean “Pormanove” —fallecido durante un maratón en Kick— ha abierto un frente político y regulatorio en Francia por supuesta negligencia moderadora.
Algoritmos y gasolina emocional
Más allá del suceso, la pregunta periodística es por qué formatos así encuentran oxígeno. La respuesta está en el diseño de las plataformas: la investigación en ciencias sociales lleva años mostrando que los algoritmos premian lo moralmente conflictivo y la animadversión intergrupal, elevando la probabilidad de que los usuarios produzcan —y consuman— más estallidos de indignación cuando éstos reciben likes y shares. No es una hipótesis romántica: hay experimentos naturales y datos de gran escala que asocian emociones intensas con mayor difusión y bucles de refuerzo de la bronca. En paralelo, estudios sobre recommenders cortos (TikTok/Shorts) han documentado amplificación de contenido misógino y tóxico en pocos días de exposición, una dinámica que, sin ser idéntica, resulta pertinente para un reality que confía su éxito a la escalada de conflicto.
El impacto no es solo del lado del público. La literatura emergente sobre salud laboral de streamers detecta burnout, ansiedad y vulnerabilidad ante el acoso y la volatilidad de la audiencia; factores que, mezclados con consumo de alcohol o incentivos económicos a “subir el listón”, construyen un cóctel de riesgo para participantes y entorno. Aquí el casting de La casa de los gemelos —con personajes ya expuestos a dinámicas de humillación o sobrerreacción— se convirtió en combustible perfecto para un diseño sin salvaguardas. La noche avanzó de la fricción verbal al forcejeo y a los abandonos, con cortes parciales de emisión y recopilatorios virales al amanecer. Esto no exime de agencia a los creadores, pero sí obliga a situar el fenómeno en su contexto material: incentivos, arquitecturas técnicas y falta de protocolos.
Moderación y obligaciones en la UE
Europa ya tiene un marco para cuidar —y exigir— mínimos: la Ley de Servicios Digitales (DSA) impone a las grandes plataformas deberes de evaluación de riesgos sistémicos, transparencia en recommenders y mitigación de daños previsibles (incluida la violencia y la degradación de la dignidad humana). Tras los episodios de Kick en Francia, las autoridades han puesto el foco en responsabilidad del hospedaje, cooperación con reguladores y consistencia de la moderación; con independencia de la jurisdicción de registro, los servicios con actividad sustancial en la UE deben cumplir. En ese espejo, un reality ad hoc con alcohol, agresiones y sexo sin apenas control no es solo “un formato que salió mal”: es un riesgo anticipable que activa obligaciones de diseño seguro, rate limiting, filtros en vivo y capacidad real de intervención.
Telecinco viendo como todos sus espectadores se van a ver “La Gala De Los Gemelos” en vez de “Supervivientes” después de anunciarlo en VAV#LaCasaDeLosGemelos pic.twitter.com/qF3k6krrtE
— ZONA TIKTOKER (@ZonaTiktoker) October 15, 2025
La moraleja es menos moralista de lo que parece: si se quiere experimentar con realities nativos de streaming, hay manual de mínimos —casting con cribado psicosocial, límites de consumo, equipo de seguridad con criterio de corte, protocolos de pausa, delay de emisión, derivación a recursos de ayuda— y hay una responsabilidad editorial, también en plataformas, de no monetizar la autodestrucción ni externalizarla como “contenido”. Lo ocurrido con ‘La casa de los gemelos’ encaja en una tendencia donde lo extremo encuentra carril rápido; la diferencia entre hito y tragedia es, cada vez más, una decisión de diseño y gobernanza.
