Imaginar un Madrid-Barcelona en menos de una hora -o cubrir la distancia entre San Francisco y Los Ángeles en poco más de media- sigue sonando a ciencia ficción. Pero, mientras otros dan el proyecto por imposible, hay industrias que continúan afinando un sueño que persigue al ferrocarril desde hace décadas: romper las barreras del tiempo.
China, siempre dispuesta a marcar el ritmo tecnológico, lleva años moviendo ficha en este tablero. Su gran apuesta pasa por un sistema de levitación magnética encapsulado en tubos de vacío, una combinación pensada para impulsar trenes capaces de rozar los 1000 kilómetros por hora. La encargada del desafío es CASIC, que ya ha bautizado su prototipo con un nombre que suena a futuro inevitable: T-Flight.
Llega el ‘hipertren’ de 1000 km/h que pulveriza tiempos: viajar de Madrid a Barcelona será cuestión de minutos
Si este modelo termina materializándose, algo que puede suceder en los próximos 10 años, no solo aceleraría el transporte ferroviario: lo transformaría por completo. Estaríamos ante un medio preparado para superar de largo las velocidades de un avión comercial y diseñado para unir megaciudades en países donde las distancias son abismos cotidianos. Será cuestión de tiempo que, llegado a un punto, se extienda por todo el planeta como el nuevo modelo de transporte.
China is one step closer to a cutting-edge transportation system involving a 1,000 km/h high-speed #maglev #train running in a low vacuum pipeline after newly completing the main structure of a 2-km full-scale test pipeline in N China's Shanxi, the longest of its kind globally. pic.twitter.com/rDv1NEQ20k
— China Science (@ChinaScience) November 23, 2023
El proyecto aún camina por la senda de las pruebas, pero la China Aerospace Science and Industry Corporation mantiene su hoja de ruta con una meta ambiciosa: poner en marcha el sistema en algún momento de la próxima década. El coste monumental de la infraestructura y la necesidad de garantizar una seguridad impecable se dibujan, eso sí, como los grandes escollos a batir.
El concepto no es nuevo. Elon Musk abrió la veda en 2013 con su visión de un Hyperloop que pretendía dinamitar los tiempos de viaje. Varias compañías recogieron el testigo, pero ninguna ha logrado aún convertirlo en una realidad operativa. Y, en ese vacío de avances, China ha decidido adelantarse para reclamar el liderazgo de una tecnología que, si llega a buen puerto, podría redefinir la movilidad global.
No es su primer logro. En julio del año pasado, el gigante asiático consiguió que un tren Hyperloop flotara 22 centímetros sobre la vía y completara un recorrido de dos kilómetros con una desviación casi inexistente. Pero la auténtica batalla se librará en los próximos años: reducir costes de construcción y mantenimiento será clave para que este sueño tecnológico no quede atrapado en el laboratorio.















