Las megaestructuras son cada vez más habituales en el mundo que nos ha tocado vivir. Hablamos de estructuras y hazañas colosales que la humanidad persigue desde hace milenios, pero ahora cada vez con herramientas más complejas y sofisticadas. Además, existe un componente competitivo: si hace unos meses Europa presumía de tener el túnel ferroviario más largo del planeta, hoy China se prepara para elevar la apuesta con un “más difícil todavía”: un túnel submarino que duplica esa longitud.
Hablamos del Túnel Ferroviario del Estrecho de Bohai, una obra que se levantará, cómo no, en China. El corredor Dalian-Yantai conecta dos provincias situadas al norte y este de Pekín: Liaoning, con 44 millones de habitantes, y Shandong, con 101 millones. Ambas son centros neurálgicos del comercio chino, pero separadas por el mar de Bohai. Hasta ahora, viajar entre ellas implicaba ocho horas en ferry o dar un rodeo de 1500 kilómetros por carretera.
China construirá el megatúnel ferroviario más largo del mundo: 125 km de mar separan a 140 millones de personas
La idea de un túnel en el estrecho surgió en 1992, aunque la complejidad del proyecto retrasó los avances. No fue hasta 2012 cuando la Academia China de Ingeniería creó un grupo de investigación para evaluar su viabilidad, y en 2019 el proyecto empezó a tomar forma con seriedad.
El plan de China no es solo ambicioso, es estratégico: dominar el comercio nacional y facilitar la logística en una región clave. La solución adoptada descarta estructuras mixtas de puentes y islas y se centra en un túnel único con especificaciones de récord:
- 125 kilómetros de longitud, 90 de ellos bajo el mar.
- Trenes que alcanzarán los 220 km/h.
- Construido a 80 metros bajo el lecho marino.
- Dos túneles de 10 metros de diámetro.
- Un trayecto que pasará de las ocho horas en ferry a apenas 40 minutos.
El coste ha evolucionado: de los 200.000 millones de yuanes estimados hace una década (unos 30.000 millones de euros), se calcula que la inversión final rondará los 300.000 millones de yuanes (aprox. 40.000 millones de euros). Se espera recuperar la inversión en diez años gracias al transporte de personas y, sobre todo, mercancías.
El túnel será exclusivamente ferroviario por seguridad: un túnel submarino de esta longitud apto para coches sería extremadamente caro y difícil de ventilar, además de complicado para emergencias. No obstante, se prevén trenes lanzadera capaces de transportar vehículos y camiones, un sistema que ya se explora en otros países.
Los desafíos son enormes: la topografía del fondo marino varía entre 10 y 90 metros, la zona tiene actividad sísmica y está cerca de la falla de Tan-Lu, una de las más activas de China. También hay que proteger el ecosistema, hogar de la foca manchada y rutas migratorias de peces y aves.
Por ahora, el túnel es un proyecto en papel. En 2024 se incluyó en documentos estratégicos nacionales y en el Plan de Transporte Integral del XIV Plan Quinquenal. Tras 30 años de estudios y perforaciones exploratorias, se estima que las obras podrían comenzar entre 2026 y 2030. Si finalmente se construye, el Túnel de Bohai no solo será el mayor túnel ferroviario submarino del mundo: se convertirá en una de las mayores megaestructuras de la historia.















