Construido como parte esencial de la línea de alta velocidad Madrid–Valladolid, el túnel del Guadarrama se erige como una de las mayores y más complejas obras de ingeniería civil de Europa. Con una longitud total de 28,4 kilómetros -equivalente a cruzar Madrid de punta a punta-, atraviesa el corazón de la Sierra de Guadarrama para conectar las provincias de Madrid y Segovia bajo un macizo de granito que, en algunos tramos, supera los 1000 metros de profundidad.
Su ejecución transformó radicalmente el transporte ferroviario español, permitiendo que los trenes de alta velocidad atravesaran una de las zonas más escarpadas del centro peninsular sin alterar el delicado entorno natural de la sierra. Se trata, con el permiso de otras obras titánicas de Europa y de otras grandes hazañas que conectan países, de una de las construcción más colosales llevadas a cabo en el continente.
El megatúnel ferroviario más grande de España: 1000 millones y 28 kilómetros bajo tierra para unir Madrid y el norte del país
Las obras comenzaron en 2002 y concluyeron en 2007, tras un proceso de excavación que combinó precisión, tecnología y una planificación milimétrica. Dos gigantescas tuneladoras, de 11,5 metros de diámetro, bautizadas como Dulcinea y Adelanta, avanzaron desde cada extremo del macizo perforando la roca durante casi cinco años.
A su paso extrajeron más de cuatro millones de metros cúbicos de granito, un volumen equivalente a llenar más de 1600 piscinas olímpicas.
El coste total del proyecto ascendió a 1200 millones de euros, cifra que da una idea de la magnitud del desafío técnico y geológico al que se enfrentaron los ingenieros. Su puesta en servicio redujo en casi una hora el trayecto ferroviario entre Madrid y el norte de España, consolidando al AVE como un símbolo de modernidad y conectividad.
Pero más allá de la velocidad, el túnel del Guadarrama representó un salto cualitativo en la ingeniería española: su sistema de ventilación, drenaje y seguridad -con galerías paralelas para evacuación y mantenimiento- se diseñó siguiendo estándares comparables a los grandes túneles alpinos de Suiza e Italia.
Hoy, casi dos décadas después de su inauguración, el túnel sigue siendo una referencia mundial en materia de infraestructuras subterráneas y un emblema del equilibrio entre tecnología, naturaleza y progreso, capaz de conjugar la fuerza de la montaña con la voluntad humana de superarla.
