En la historia del cine de terror, pocas películas han dejado un enigma tan persistente como La Cosa, dirigida por John Carpenter en 1982. Su final abierto, protagonizado por MacReady y Childs, se ha convertido en objeto de culto para los fans del género, que siguen preguntándose, cuatro décadas después, quién de los dos es realmente la criatura alienígena.
Carpenter ha reconocido que existe una pista clara en la película, aunque asegura que solo la revelará si alguien le envía una “enorme cantidad de dinero”. En una charla con Bong Joon-ho durante una proyección en Los Ángeles, Carpenter avivó aún más la especulación al confirmar que “la clave está ahí, oculta a simple vista”.
La Cosa y su enigma sin resolver
Esto ha dado alas a una teoría popularizada por el cineasta independiente Joe Russo, quien propone una lectura basada en una escena aparentemente inocente: la botella de whisky que MacReady le ofrece a Childs en el último plano. Según esta teoría, esa botella no contiene whisky, sino gasolina, parte del cóctel molotov que el protagonista ha preparado, y si Childs bebe sin inmutarse… entonces no es humano.
Carpenter nunca da puntada sin hilo
La teoría se sostiene en una escena anterior, cuando se explica que la criatura puede imitar a los humanos a nivel celular, y que cualquier comida o bebida contaminada podría ser peligrosa. Así, si MacReady ofrece una bebida que sabe que está contaminada y observa la reacción de Childs, estaría realizando una última prueba para confirmar su naturaleza. De ser cierta, la criatura habría vencido, oculta bajo la forma de Childs, mientras MacReady, debilitado, asume su derrota con resignación.
John Carpenter told Bong Joon Ho (and everyone at the David Geffen Theater) there’s a hint in the middle of THE THING that reveals whether MacReady or Childs is The Thing by the end of the movie and…
I think I found that hint.
*spoilers for a 43 year old movie below* pic.twitter.com/jdTZzlXCkE
— Joe Russo (@joerussotweets) March 23, 2025
Más allá de las teorías, Carpenter fue deliberadamente ambiguo incluso durante el rodaje. Según ha contado, ni Kurt Russell ni Keith David sabían si su personaje era humano o no, lo que añade un nivel adicional de incertidumbre a sus actuaciones. La banda sonora de Ennio Morricone, casi imperceptible en esos últimos minutos, contribuye a un clímax sombrío y enigmático que rehúye el cierre tradicional y abraza el desconcierto. Es un final que no da respuestas, sino preguntas que el espectador debe cargar consigo mucho después de los créditos.

Tal vez ahí radique el verdadero genio de La Cosa: su final no está diseñado para resolverse, sino para perdurar. Alimentado por nuevas generaciones de fans, análisis en redes sociales y confesiones crípticas del propio director, el último plano de la película sigue vivo. Porque mientras haya dudas, teorías y whisky (o gasolina) en la mesa, la criatura sigue ahí, entre nosotros.