Nuevas investigaciones han sacado a la luz detalles sorprendentes sobre Spicomellus afer, considerado el anquilosaurio más antiguo conocido. Este dinosaurio, que habitó lo que hoy es Marruecos hace más de 165 millones de años, lucía una armadura única: un collar óseo del que sobresalían púas de casi un metro de longitud a ambos lados de su cuello, un rasgo jamás visto en ningún otro animal, vivo o extinto.
El dinosaurio blindado que rompe las reglas de la evolución: púas gigantes y un arma mortal en la cola
Lo más asombroso es que esta criatura ya contaba con un arma en la cola más de 30 millones de años antes que cualquier otro anquilosaurio, según revela un estudio publicado en Nature. Se trata además del primer miembro de este grupo descubierto en África, cuya descripción inicial en 2021 se basaba únicamente en una costilla aislada.
Hoy sabemos que Spicomellus poseía espinas fusionadas que emergían directamente de sus costillas, un diseño anatómico inédito. Algunas alcanzaban 87 centímetros, aunque los paleontólogos creen que en vida pudieron ser aún más largas, conformando un collar acorazado que rodeaba el cuello del animal. A eso se sumaban púas que sobresalían de las caderas, otras en forma de cuchilla a lo largo del cuerpo y complejas placas óseas que componían un auténtico arsenal natural.
La profesora Susannah Maidment, del Museo de Historia Natural de Londres, lo resume con claridad: encontrar una armadura tan sofisticada en un anquilosaurio tan primitivo obliga a replantear cómo evolucionaron estos dinosaurios. Es un recordatorio, además, de la enorme relevancia de los yacimientos africanos para entender su historia.
Pero si su coraza es desconcertante, la cola tampoco se queda atrás. Aunque no se ha conservado entera, algunas vértebras sugieren la presencia de una maza, el arma icónica de los anquilosaurios que, hasta ahora, solo se había documentado en especies del Cretácico. Esto implica que los elementos clave de la defensa de este linaje ya estaban presentes mucho antes de lo que se creía.
El profesor Richard Butler, codirector del estudio, asegura que observar los fósiles por primera vez fue “escalofriante” por lo extraño y distinto que resultaba Spicomellus. Una criatura que no encaja en los patrones conocidos y que parece adelantar, con millones de años de antelación, innovaciones que marcarían la supervivencia de sus descendientes.
Los investigadores sospechan que este despliegue de púas pudo tener también un papel de exhibición, ya fuera para impresionar a posibles parejas o para intimidar a rivales. Curiosamente, las especies posteriores optaron por armaduras más funcionales y defensivas, probablemente como respuesta a la aparición de depredadores más grandes y especializados. El hallazgo no solo amplía nuestra visión sobre la evolución de los anquilosaurios, también refuerza el valor del registro fósil como herramienta para descifrar los giros inesperados de la historia de la vida en la Tierra.















