Novocaine es una película que desafía los convencionalismos del cine de acción al presentar a un protagonista que carece de habilidades de combate y, en su lugar, cuenta con una condición médica que lo hace inmune al dolor. Dirigida por Dan Berk y Robert Olsen, la cinta encuentra su frescura en este giro narrativo, alejándose de los clásicos héroes de acción con entrenamiento militar o habilidades sobrehumanas.
Un superpoder 'real'
Jack Quaid encarna a Nathan Caine (que no Max Payne) con un carisma que equilibra la comedia y la vulnerabilidad, convirtiéndose en el eje de una historia que mezcla violencia, romance y un toque de sátira.
Uno de los mayores aciertos del filme es la manera en que convierte la insensibilidad al dolor de Nathan en un recurso tanto narrativo como estilístico. En lugar de utilizar este rasgo como un mero superpoder, los directores lo aprovechan para construir un estilo de lucha propio.

La película se sostiene gracias a un guion ágil que, aunque se apoya en tropos del género, logra darles un giro interesante. La premisa básica de un hombre común envuelto en una situación extraordinaria se desarrolla con ritmo, incorporando escenas de acción que no dependen de la espectacularidad visual, sino de la creatividad en la puesta en escena. La química entre Quaid y Amber Midthunder (protagonista de Prey), quien interpreta a Sherry, contribuye a que la historia de amor no sea un mero adorno, sino un motor narrativo genuino que justifica las decisiones del protagonista.
Tiene algún momento de humor forzado
Sin embargo, la ejecución no es completamente impecable. Si bien el tono cómico y la acción funcionan en la mayoría de las secuencias, hay momentos en los que el humor parece insertado de manera forzada, afectando el ritmo de la tensión dramática. Además, los villanos, encabezados por Ray Nicholson (Smile 2), caen en caricaturas que no logran aportar un antagonismo memorable. La película podría haber aprovechado mejor el conflicto central si hubiera dotado a sus antagonistas de mayor profundidad en sus motivaciones.

Muertes originales
A pesar de estas debilidades, Novocaine se las arregla para ser una experiencia sumamente entretenida. Su metraje de 110 minutos se mantiene dinámico y evita los tiempos muertos, asegurando que la audiencia permanezca involucrada hasta el final. El trabajo de dirección de Berk y Olsen se percibe sólido, con una cinematografía efectiva que combina tomas rápidas con encuadres cerrados que enfatizan la crudeza tanto de las peleas como de las propias muertes que aparecen en la película, algunas bastante originales.
Las referencias al cine de acción clásico y a los videojuegos, como Max Payne, con referencias más que evidentes, añaden capas de metatextualidad que atraerán a los fans de estos medios, mientras que la historia central se mantiene lo suficientemente accesible para el público general.
En sí es una película que, sin reinventar el género de acción, logra aportar una frescura necesaria a través de su protagonista atípico y su tono autoconsciente. Jack Quaid se consolida como un actor versátil capaz de manejar tanto la comedia como la acción, mientras que Amber Midthunder brilla en un papel que desafía el estereotipo de la damisela en apuros. Si bien algunos aspectos podrían haberse pulido más, cumple su objetivo. Cumple lo que promete, acción, comedia y momentos hilarantes.