Durante 100 días, el profesor Joseph Dituri se sumergió en una experiencia sin precedentes que lo llevó a vivir bajo el agua para investigar los efectos de la presión hiperbárica en el cuerpo humano.
El experimento, conocido como “Project Neptune 100”, se llevó a cabo en un albergue submarino de MarineLab, en Florida, Estados Unidos, y puso a prueba no solo la resistencia física y mental de Dituri, sino también las fronteras de lo que la ciencia conoce sobre la vida bajo el mar.
El Aquaman de la ciencia
Apodado “Aquaman” por su entorno científico, Dituri, excomandante retirado de la Marina estadounidense y profesor asociado de la Universidad del Sur de Florida, permaneció a nueve metros de profundidad, enfrentándose a una presión ambiental casi el doble de la habitual en la superficie terrestre. Este ambiente hiperbárico es conocido por afectar la absorción de nitrógeno en el organismo, lo que puede derivar en intoxicaciones potencialmente mortales. Además, la escasa exposición a la luz solar y a los rayos ultravioleta supuso un reto adicional para su salud, ya que la deficiencia de vitamina D puede aumentar el riesgo de enfermedades crónicas relacionadas con los huesos y el corazón.
Pero más allá de los riesgos, Dituri y su equipo confían en que este experimento siente las bases para revolucionar nuestra comprensión sobre el envejecimiento humano. Según el comunicado de la Universidad del Sur de Florida, la presión hiperbárica podría ser una vía para prevenir enfermedades asociadas a la vejez y prolongar la esperanza de vida. Asimismo, las conclusiones de esta investigación podrían beneficiar futuros viajes espaciales y la exploración de las profundidades oceánicas, donde las condiciones son igual de extremas.
Dituri dejó claro desde el principio que su motivación no era establecer un récord de permanencia bajo el agua. “Nunca se trató del récord”, subrayó, dejando claro que lo esencial era comprender cómo reacciona el cuerpo humano a este entorno tan distinto y qué secretos puede ofrecer a la medicina y a la ciencia. Su proyecto también se ha centrado en el impacto psicológico de vivir aislado en un entorno reducido y cómo el ritmo circadiano se ve afectado por la falta de luz natural.















