Más de un centenar de empresas estadounidenses, incluidas varias del selecto grupo Fortune 500, han sido víctimas de un sofisticado entramado cibernético orquestado por el régimen de Kim Jong Un.
Sin saberlo, estaban contratando a falsos programadores que, en realidad, operaban desde Corea del Norte bajo identidades robadas, y cuyos sueldos terminaban financiando el programa de misiles del país asiático. El fraude ha quedado al descubierto tras una investigación federal que apunta a una estrategia minuciosamente diseñada y extendida por varios estados.
Granjas portátiles de teletrabajadores
El engaño consistía en lo que las autoridades han denominado “granjas de portátiles”: decenas de equipos informáticos distribuidos físicamente en Estados Unidos, pero manejados en remoto desde Corea del Norte. El objetivo era sortear los controles de ubicación por IP y enmascarar el verdadero origen de los trabajadores. En total, se han identificado 29 instalaciones de este tipo en 16 estados diferentes, con al menos 200 ordenadores implicados. Solo en salarios, el beneficio superó los 5 millones de dólares.
Las implicaciones del caso son más graves de lo que sugiere su origen informático. Según el Departamento de Justicia de EE. UU., estos fondos habrían sido canalizados hacia el desarrollo de armas de destrucción masiva, uno de los pilares estratégicos del régimen norcoreano. Washington considera que esta red ha contribuido de forma directa a fortalecer las capacidades militares de Pyongyang mientras burlaba los controles económicos internacionales.
El esquema contaba con la colaboración activa de ciudadanos y facilitadores tanto en Estados Unidos como en Asia. Al menos dos estadounidenses han sido detenidos, junto con ocho intermediarios de China y Taiwán, que habrían participado en el robo de datos personales de unos 80 ciudadanos estadounidenses. Estas identidades suplantadas eran empleadas para superar procesos de selección en empresas tecnológicas, fingiendo ser trabajadores residentes en territorio nacional.
La magnitud de la amenaza ha llevado al gobierno estadounidense a tomar medidas extraordinarias. El Departamento de Estado ha lanzado una campaña de recompensas ofreciendo hasta cinco millones de dólares por información que conduzca al desmantelamiento completo de estas redes. Se teme que muchas sigan operando bajo nuevas tapaderas, ocultas entre las rutinas del trabajo remoto global.
