Un cuarto de siglo después de su estreno, American Psycho no solo no ha perdido vigencia, sino que parece haber ganado fuerza como retrato profético del capitalismo salvaje, la masculinidad tóxica y la alienación contemporánea. En una reciente entrevista, la directora Mary Harron reflexionaba sobre cómo el mundo ha superado, para peor, la distopía que ella y Guinevere Turner plasmaron en pantalla.
“Trataba sobre una sociedad de depredadores... y ahora es aún peor”, sentencia Harron, que no imaginaba entonces un futuro con supremacismo desde la Casa Blanca y una desigualdad social más abismal que nunca. La figura de Patrick Bateman, interpretada por un joven e inmenso Christian Bale, ha mutado en el imaginario colectivo.
Una sátira hacia los hombres narcisistas y psicópatas, una red flag andante
Lo que fue concebido como sátira feroz hacia el narcisismo y la psicopatía disfrazada de éxito financiero, ha sido malinterpretado por ciertos sectores —los mismos que visten como él en Halloween y lo celebran como icono aspiracional—, transformando la crítica en celebración. “Christian se estaba riendo de ellos”, insiste Harron, desconcertada aún por cómo algunos no han entendido que Bateman representa el vacío moral más absoluto.
Una película nacida desde un prisma feminista
La directora también recuerda que tanto ella como Turner, ambas feministas y con una lectura queer de la novela original de Bret Easton Ellis, entendieron desde el principio que American Psycho no era un retrato fiel del hombre moderno, sino una caricatura extrema del homoerotismo competitivo masculino. “Hay algo muy, muy gay en la manera en que fetichizan el cuerpo, la competencia y la imagen”, reflexiona Harron. Esa ambigüedad, lejos de diluir su mensaje, refuerza el carácter universal de su crítica.

Con un remake a punto de comenzar bajo la dirección de Luca Guadagnino y protagonizado por Austin Butler, actores del elenco original como Justin Theroux creen que ha llegado “el momento perfecto” para recontar esta historia con una mirada renovada. Theroux, sin embargo, también se muestra preocupado: ha vivido en carne propia el culto a Bateman como símbolo malinterpretado, “una especie de héroe de la cultura ‘bro’”, afirma, inquieto ante lo que considera una perversión cultural de su personaje.
En tiempos donde la sátira se confunde con idolatría y donde la crítica feroz se vuelve merchandising, American Psycho sigue siendo espejo y advertencia. Lo que hace 25 años era una distorsión grotesca de Wall Street, hoy se percibe como una estampa cotidiana.