Aunque los termómetros han dado un respiro y la lluvia se ha adueñado del mapa en buena parte del país, el paréntesis invernal va a durar poco. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ya tiene claro al menos un punto: en la segunda mitad de esta semana volverán a colarse sobre la Península masas de aire muy frío procedentes de latitudes altas. Es decir, otro giro hacia un ambiente más propio de enero que de finales de noviembre, justo cuando muchos daban por superado el primer “susto” del invierno.
Lo inquietante para los meteorólogos es que el episodio polar de la semana pasada pudo ser sensiblemente peor. Las salidas de los modelos mostraban una auténtica “garra” de aire helado descolgándose hacia Europa desde el Ártico. Al final, por pura dinámica atmosférica, ese dedo de frío se inclinó más hacia el Mediterráneo central y los Balcanes, dejando allí anomalías de temperatura negativas extremas, mientras el Mediterráneo oriental registraba valores inusualmente cálidos. Si esa lengua de aire ártico hubiera caído unos cientos de kilómetros más al oeste, España habría experimentado una ola de frío en toda regla.
Nueva embestida de aire polar
Ahora, el escenario se repite con matices. Primero, el paso de una borrasca está dejando lluvias generalizadas hasta mediados de semana, especialmente en el cuadrante noroccidental. Pero ese mismo sistema abre la puerta a una nueva irrupción de aire ártico marítimo, más seco y frío, que empezará a notarse después, con un descenso acusado de las temperaturas y heladas más extendidas en el interior. AEMET ya adelanta que la última semana de noviembre será más fría de lo normal en casi toda la Península y Baleares, aunque la intensidad final del episodio sigue sujeta a la inevitable incertidumbre de los modelos.
El problema es que este patrón atmosférico llega en el peor momento para los embalses. Las lluvias de otoño han mejorado algo las reservas, pero la tendencia de fondo sigue siendo preocupante: España consume agua embalsada a un ritmo mayor que otros años y necesita un invierno razonablemente húmedo para entrar en primavera sin sobresaltos. Las intrusiones de aire ártico, por definición, suelen ir asociadas a tiempo más seco en buena parte del territorio. Si el invierno se inclina hacia el frío sin agua, el cóctel para la primavera podría ser delicado: campos más castigados, menos margen para la generación hidroeléctrica y mayores tensiones en el suministro en las cuencas más estresadas.
El papel del calentamiento estratosférico
Sobrevolando todo esto está un invitado incómodo: el calentamiento súbito estratosférico que vigilan los centros de predicción. Este fenómeno, que altera de forma brusca la circulación de los vientos en la estratosfera, puede desestabilizar el vórtice polar y favorecer descuelgues de aire muy frío hacia latitudes medias semanas después. En los últimos días, los meteorólogos han subrayado que el calentamiento observado está siendo especialmente intenso, pero sus efectos en superficie nunca son lineales ni garantizados. Traducido: aumenta la probabilidad de un golpe frío importante en diciembre, pero no permite todavía dibujar un escenario concreto.
