Entraron con fuerza e incluso con el apoyo de grandes figuras. Pero apenas unos meses después de su punto álgido, el 95 % de los NFT ya no tiene ningún valor. Grandes inversores y grandes celebridades lo han perdido todo o casi todo.o que empezó como una promesa de riqueza instantánea terminó convirtiéndose en un espectáculo de ruina financiera global.
En cuestión de meses, millones gastados en un simple archivo digital se esfumaron casi por completo. Hoy, muchos de esos inversores no solo han asumido su fracaso, sino que lo exhiben en redes, con un humor que roza la autocrítica colectiva. Podría decirse que esto marca el certificado de defunción definitivo de los NFTs.
El adiós de los NFTs: de millones en ventas a risas y lágrimas en internet
El fenómeno comenzó tímidamente en 2012 con las llamadas Colored Coins, pero fue 2017 cuando los NFTs encontraron su primer auge real gracias a CryptoKitties en Ethereum. Su promesa era sencilla: un activo digital único, certificado mediante blockchain, que garantizaba propiedad y autenticidad. A diferencia de las criptomonedas, cada NFT era irrepetible. La idea sonaba futurista, y por un tiempo, rentable.
El punto álgido llegó en 2021. Obras como Everydays: The First 5000 Days de Beeple se vendieron en Christie's por 69 millones de dólares, y colecciones como Bored Ape Yacht Club captaron la atención mundial. Pero la burbuja no tardó en estallar. La especulación extrema, la sobreoferta y los temores de fraude hicieron que las ventas colapsaran: de 12.000 millones de dólares en transacciones a principios de 2022, el mercado apenas supera hoy los 1000 millones.
La ruina no solo fue económica, sino también pública. Internet encontró un nuevo entretenimiento: reírse de los millonarios que se habían dejado seducir por la fiebre NFT. Alrededor del 95% de los activos habían perdido prácticamente todo su valor, y la práctica de compartir capturas de pantalla de las pérdidas se convirtió en tendencia. Lo irónico: en esencia, un NFT no es más que un certificado que distingue el “original” de la copia, sin cambiar la naturaleza del archivo digital en sí.
Famosos incluidos. La lista de errores millonarios tiene nombres sonados. Justin Bieber gastó 1,3 millones en un Bored Ape y lo vio caer un 95%. El primer tuit de Jack Dorsey, vendido por 2,9 millones, apenas alcanzaba unos pocos miles meses después; en julio de 2023, valía 3,77 dólares. Seth Green, Jay Choy o Melania Trump también sufrieron tropiezos similares.
Curiosamente, muchos de los afectados decidieron sacar partido del fracaso: en redes sociales presumen de sus pérdidas millonarias con un humor ácido y autocrítico. Algunos muestran cifras que hacen temblar: un NFT comprado por 17.000 hoy vale diez dólares; otro de 31.000, cero; y el caso extremo, tres millones invertidos que se reducen a 25.000. Las historias se multiplican, siempre con la fórmula “Compré este NFT en 2022 por…”.
Y sin embargo, muchos siguen activos en el negocio de criptomonedas y NFTs, respondiendo a críticas con el clásico “No se llora en el casino”, recordando que en este mundo de altísimos riesgos, la caída es solo parte del juego. La lección está servida: los NFTs prometieron un futuro millonario y entregaron un espectáculo que nadie olvidará.















