La Unión Europea ha decidido cerrar el grifo a la avalancha de paquetes baratos que llegan desde China. Los 27 han acordado eliminar el umbral de 150 euros por debajo del cual las importaciones estaban exentas de derechos de aduana, de modo que todos los envíos desde terceros países pagarán aranceles “desde el primer euro”.
La medida, pensada explícitamente para frenar el flujo de pedidos de plataformas como Shein y Temu, se adelanta respecto al calendario original de la gran reforma aduanera: lo que estaba previsto para 2028 se intentará aplicar ya con una solución provisional en 2026, a la vista de lo que Bruselas describe como un problema de “competencia desleal” para el comercio europeo y de impacto ambiental por el volumen de envíos de bajo coste.
Ese cambio acaba con una excepción que se había convertido en coladero. El régimen de de minimis permitía que los paquetes de menos de 150 euros entrasen sin aranceles, con la idea de simplificar trámites y abaratar la gestión aduanera. En la práctica, la Comisión ha detectado que alrededor del 65 % de esos envíos se declaraban por debajo del umbral a propósito para evitar derechos de importación: en 2024 llegaron a la UE unos 4.600 millones de paquetes de bajo valor, unos 12 millones al día, y el 91 % procedían de China. Ese goteo masivo de bolsitas acolchadas y cajas naranjas ha permitido a los gigantes del ultra fast fashion colocar camisetas, gadgets y accesorios a precios con los que los comercios europeos no pueden competir, mientras esquivaban buena parte de los controles aduaneros y de seguridad de producto.
Adiós al de minimis
El nuevo golpe arancelario llega, además, en un contexto en el que Bruselas ya tenía a estas plataformas bajo la lupa por motivos mucho más delicados que el precio. Temu está oficialmente bajo investigación al amparo de la Ley de Servicios Digitales (DSA) por no evaluar ni mitigar adecuadamente el riesgo de venta de productos ilegales y potencialmente peligrosos; una investigación de “mystery shopping” de la Comisión concluyó que los usuarios de la UE se enfrentan a un “alto riesgo” de encontrar artículos no conformes, desde juguetes infantiles hasta pequeños electrónicos. Shein, por su parte, vive su propio viacrucis regulatorio en Francia, donde el Gobierno ha amenazado con suspender su actividad tras descubrir la venta de armas prohibidas y muñecas sexuales de aspecto infantil; las autoridades han congelado de momento esa suspensión después de que la compañía retirase los productos, pero la mantienen bajo “vigilancia estricta” y prepara medidas adicionales contra el fast fashion de bajo coste.
Para el consumidor europeo, el fin del umbral de 150 euros se traducirá en algo muy concreto: los pedidos “de cuatro cosas” que llegaban directos desde Guangdong o Zhejiang empezarán a incorporar no solo el IVA —que ya se cobra desde 2021 a través del sistema IOSS—, sino también aranceles y, previsiblemente, una tasa fija de tramitación por paquete que la reforma aduanera contempla en torno a dos euros. A corto plazo, eso puede encarecer parte del catálogo de Shein, Temu y compañía o empujar a estas plataformas a reorganizar su logística, usando más almacenes dentro de la UE para agrupar envíos en lugar de inundar las aduanas con paquetes individuales. Expertos en comercio advierten también de que el sistema exigirá recoger más datos por envío, lo que obligará a pequeñas tiendas de fuera de la UE que venden en plataformas globales a profesionalizar su gestión o a desaparecer de facto del mercado europeo.
Aplicación exprés y cuello de botella
La UE, por su parte, se enfrenta al reto de hacer cumplir lo que acaba de aprobar. El núcleo de la gran reforma es un futuro centro de datos aduaneros común que centralizará la información de todos los envíos, permitirá calcular automáticamente las deudas por artículo y descargará a las aduanas nacionales de una parte del trabajo manual. Pero esa infraestructura no estará operativa hasta 2028, de modo que los Estados miembros tendrán que tirar de soluciones transitorias —procesos simplificados, tasas planas, sistemas de predeclaración por parte de las propias plataformas— para empezar a cobrar aranceles ya en 2026 sin colapsar los aeropuertos y centros de clasificación. Es en ese terreno gris donde se jugará buena parte del éxito o fracaso de la medida: sin capacidad tecnológica y humana para gestionar millones de microimportaciones al día, el fin del de minimis podría quedar en papel mojado o derivar en retrasos masivos que alimenten la frustración ciudadana.
La Comisión y varios gobiernos defienden que no se trata solo de proteger al pequeño comercio europeo, sino de poner límites a una oleada de productos baratos con alta huella de carbono, difícil reciclaje y, en demasiados casos, dudosos estándares laborales y de seguridad. Mientras tanto, Shein y Temu toman nota y calibran su próximo movimiento: reforzar su presencia física en Europa, desplazar stock a almacenes comunitarios o, directamente, intentar repercutir el coste al cliente final. Lo único claro es que, a partir de 2026, la “magia” de comprar un vestido a 5 euros que cruza medio planeta sin pagar aranceles tiene los días contados.















