James Mangold es un director clásico y especial. El responsable de Le Mans 66 (Ford contra Ferrari) está preocupado por la industria del cine, sobre todo tras la crisis del coronavirus, que ha obligado a cerrar salas, teatros y otras estancias en las que hasta ahora se proyectaban las películas que iban llegando desde Hollywood. Enfadado por la deriva de los estudios hacia los taquillazos, el cineasta ha concedido una interesante entrevista a Deadline, y aprovechando el contexto de la crisis que vive el sector, opina que la culpa de perder espectadores la tienen los propios cines y las condiciones en las que se proyectan los films en ellos.
Un sector tocado y Mangold le da la puntilla
"La lucha por poder proyectar tu película en un cine que apesta, donde tu compañero de sala puede estar comiéndose una enchilada a tu lado parece que es un tema tabú", explicaba Mangold, que cree que los propios cines son culpables de que el público cinéfilo quiera evitarlos para evitar experiencias desagradables. Las declaraciones suenan duras, sobre todo cuando este tipo de negocios intentan recuperarse con medidas higiénicas y sanitarias tras la pandemia de coronavirus, pero el realizador de Logan piensa que es un problema mucho más profundo, ajeno a virus. "Los cines tienen sus propios problemas inherentes, y es que no son capaces de proyectar algo que no seas capaz de hacer tú desde la comodidad de tu propia casa. Básicamente es que se matan ellos solos", argumentaba sobre el vídeo bajo demanda, un tema candente tras la polémica de Universal y AMC.
"Lo que digo es que el cine es un páramo, y todo esto hace un flaco favor a las audiencias que se dejan el dinero para ver las películas en la gran pantalla. Debemos tener claro que los cines son, ante todo, agentes capitalistas, sumergidos en un ciclo infinito para evitar llegar a la bancarrota", comentaba Mangold. "Es una lástima, pues contratan la menor cantidad de gente posible, no invierten en equipos... De vez en cuando se hacen renovaciones, se compran buenos equipos, pero la gente no sabe configurarlos, les importa poco porque su trabajo no está bien valorado, y el resultado es al final muy cuestionable", concluía afirmando que las condiciones en las que se proyectan las películas a día de hoy no son las ideales, y el público es consciente de ello.
