Quentin Tarantino ha vuelto a alzar la voz sobre el estado actual del cine y, como siempre, sus declaraciones no dejan a nadie indiferente. En las últimas horas, el director expresó su descontento con la forma en que la industria del streaming ha alterado la experiencia cinematográfica. Con frases contundentes como "¿Qué demonios es una película ahora?" y "No me metí en todo esto para obtener resultados cada vez peores", el autor de obras como Pulp Fiction y Kill Bill señala lo que considera una crisis en el concepto tradicional de hacer y ver películas. Y culpa al streaming.
"¿Cuatro semanas en cines para acabar en streaming?": Tarantino critica el estado de la industria cinematográfica
Tarantino, conocido tanto por su genialidad como por su sinceridad, lamenta que el cine ya no sea lo que era. Sus palabras reflejan una nostalgia por una era en la que la proyección en salas era el eje central de la industria. Según el director, “en 2019, el último gran año del cine”, ya se vislumbraban problemas, pero la situación actual es mucho más desalentadora: los estrenos cinematográficos se han convertido en meras pantomimas, eventos breves que pierden relevancia apenas semanas después de su llegada a las salas.
Las plataformas de streaming han transformado la industria de manera irreversible. Lo que Tarantino describe como “el problema de las ventanas de exhibición” no es nuevo, pero se ha intensificado en la última década. Antes, una película podía mantenerse en cines durante meses, permitiendo que el público la descubriera poco a poco y consolidara su lugar en la cultura popular. Ahora, la ventana entre el estreno en salas y la disponibilidad en streaming puede ser de apenas dos semanas. Y eso está matando la distribución cinematográfica.
Este cambio ha provocado una “desacralización” del cine, un término que podría aplicarse a la forma en que Tarantino percibe el declive de la experiencia colectiva en una sala oscura, donde la pantalla grande y el sonido envolvente convierten una película en algo especial. Para directores como él, acostumbrados a crear obras pensadas para ser disfrutadas en el cine, el streaming ha reducido las películas a contenido, un término que carece de la magia asociada al arte cinematográfico y de lo que cineastas como Martin Scorsese ya alertaron.
La pandemia de COVID-19 aceleró una tendencia que ya estaba en marcha: el dominio del streaming. Servicios como Netflix, Disney+, Amazon Prime y HBO Max han apostado por producir grandes proyectos que pueden verse desde la comodidad del hogar. Aunque esto ha democratizado el acceso a ciertos contenidos, también ha desplazado a las salas de cine como el espacio primario de exhibición. Y también, como hemos visto, se ha cargado al formato físico y la manera en la que se ven películas en casa.
Para Tarantino, la sala de cine sigue siendo el “último territorio virgen”, un espacio insustituible. En sus declaraciones, la idea de que una película pase cuatro semanas en cartelera para luego estar disponible en streaming es una muestra de los problemas que enfrenta la industria en nuestros días. Esta expresión también refleja el impacto económico y cultural de esta nueva dinámica: películas que antes aspiraban a recaudar cientos de millones ahora luchan por destacar entre una oferta infinita de contenidos. Aunque el streaming ha abierto nuevas puertas para cineastas independientes y audiencias globales, también ha creado una sobreoferta que dificulta que una película alcance el mismo nivel de trascendencia cultural que lograban los grandes estrenos del pasado.
"Mirad, ahora se hacen tratos de mierda", incide el realizador sobre los royalties y las opciones que dan los grandes estudios para promocionar las películas. Según Tarantino, las películas ven reducidas a eventos efímeros, sin tiempo para construir legados duraderos y enganchar a los espectadores con su propuesta, que rápidamente pasan a otros menesteres. Directores como Christopher Nolan y el citado Scorsese comparten estas preocupaciones. Nolan, por ejemplo, ha defendido apasionadamente las proyecciones en IMAX y la experiencia inmersiva del cine, mientras que Scorsese ha criticado cómo las plataformas han reducido el arte del cine a un simple entretenimiento de consumo rápido.
El descontento de Tarantino plantea una pregunta crucial: ¿puede el cine sobrevivir como arte en un mundo dominado por el streaming? Su próximo proyecto -aunque ya ha amenazado con retirarse-, una adaptación teatral, podría ser una forma de desafiar sus propios límites creativos y explorar un medio que, como el cine, depende de la experiencia en vivo. Veremos cómo le sale. Lo que está claro es que para él, el arte debe ser algo más que un ejercicio de consumo; debe ser una experiencia que desafíe, conmueva y perdure. No es fácil.