Hace seis millones de años, el Mediterráneo vivió un episodio geológico sin precedentes conocido como la crisis salina del Messiniense. Este evento ocurrió cuando el Estrecho de Gibraltar se cerró, desconectando al Mediterráneo del Atlántico y transformándolo en un desierto de sal estéril. Este proceso duró al menos 10.000 años, evaporando gran parte del agua del mar y acumulando capas de sal que equivalían a decenas de pirámides de Guiza. Durante este periodo, el 80% de la cuenca mediterránea desapareció, lo que tuvo un profundo impacto en la biodiversidad y en la configuración geográfica de la región.
Provocó una extinción masiva
La investigación científica ha intentado desentrañar las causas y consecuencias de esta crisis. En el siglo XIX, el geólogo Karl Mayer-Eymar descubrió fósiles incrustados en sedimentos de agua dulce, lo que fue la primera pista de que el Mediterráneo había sido un desierto en el pasado. Décadas más tarde, un ingeniero soviético descubrió evidencias de que el Mediterráneo había estado 1.500 metros por debajo de su nivel actual, lo que reforzaba la teoría de una evaporación masiva. Según estudios recientes, esta transformación afectó a la vida marina, extinguiendo el 89% de las especies que habitaban la cuenca.
La cuenca volvió a llenarse con una megacascada en Gibraltar
El final de la crisis salina del Messiniense llegó con la inundación zancliense, un evento catastrófico que reconectó el Mediterráneo con el Atlántico. Este proceso se desencadenó cuando la diferencia de altura entre ambas cuencas provocó una inundación masiva a través del Estrecho de Gibraltar. Esta "mega cascada" llenó el Mediterráneo en un tiempo récord, en un evento que se calcula fue mil veces más poderoso que el río Amazonas. La rápida subida del nivel del agua dejó huellas de erosión que aún pueden observarse hoy en día en el fondo marino.
Solo el 11% de las especies endémicas del Mediterráneo sobrevivieron
El impacto de esta crisis en la biodiversidad fue devastador. Un estudio reciente publicado en Science reveló que solo el 11% de las especies endémicas del Mediterráneo sobrevivieron a la crisis. Los corales tropicales y muchas otras especies no lograron adaptarse a las condiciones hipersalinas. La recolonización del Mediterráneo por especies del Atlántico, como el gran tiburón blanco y los delfines oceánicos, comenzó una lenta recuperación ecológica que tardó más de 1,7 millones de años en completar.
A pesar de la magnitud del evento, los científicos aún debaten si el Mediterráneo podría volver a experimentar una crisis de estas características. Aunque improbable en el corto plazo, la actividad tectónica entre las placas de África y Europa podría eventualmente aislar nuevamente el Mediterráneo. Si esto ocurriera, el mar podría convertirse en una cuenca hipersalina similar al actual Mar Muerto.