A estas alturas, es probable que ya te hayas topado con una foto de Nicolas Cage caracterizado como Longlegs, si no es así, enhorabuena porque parte de la experiencia de la película es exactamente esa, su apariencia. Sea como fuere, este filme emerge como una obra cinematográfica que transita entre los dominios del horror y el thriller psicológico, ambientada en los pacíficos pero ominosos pueblos de Oregon durante la década de 1990. La narrativa se centra en una cadena de asesinatos atroces donde familias enteras –madre, padre y todos los hijos– son encontradas sin vida en sus hogares, dejando detrás un enigmático rastro: una carta escrita en código secreto y firmada por Longlegs.
La trama sigue a la agente del FBI, Lee Harker, interpretada de manera sublime por Maika Monroe, quien lucha por resolver estos crímenes mientras lidia con un creciente temor que amenaza con consumirla. Si tuviera que definirse como un buen combinado sería horror, satanismo y Nicolas Cage, mezclado, no agitado y con un poco de tajín en el borde del vaso, un toque sabroso y algo picante que aporta la hilarante pero acertada e inquietante actuación de Cage.
Entre el thriller y el terror
La comparación de Longlegs con obras maestras del género como El silencio de los corderos y Seven es inevitable, sin embargo, esta película se distingue por su hábil incorporación de elementos sobrenaturales y misticismo bíblico. Incluso quizá, esa parte menos racional podría recordar al universo creado por Sam Lake con Alan Wake y Control. Estos toques, que en otras manos podrían parecer baratos o excesivos, se convierten bajo la dirección de Osgood Perkins en elementos que intensifican el horror, manteniendo a la audiencia en un estado constante de inquietud (y algo de catarsis).
Violenta pero no gore
La edición y el ritmo de la película están compuestos con una paciencia exquisita y una precisión quirúrgica, logrando que los momentos de violencia sean tan impactantes como los de tensión psicológica. Eso sí, si esperas gore a lo Terrifier, no es aquí. Esta acumulación gradual de temor y asesinato convierte a este largometraje en una obra que se adhiere a la psique del espectador, permaneciendo allí mucho tiempo después de que los créditos finales han dejado de rodar, una prueba de la maestría de Perkins en la creación de una atmósfera de terror perdurable. De hecho he de confesar, hace semanas que la vi y no soy capaz de quitármela de la cabeza.
Una atmósfera agobiante, solitaria y desoladora
Perkins, conocido por sus estilizados filmes de terror como Soy la bonita criatura que vive en esta casa y Gretel & Hansel, imprime en Longlegs un estilo visual consistente que, no obstante, se siente más realista y accesible. Alejándose del terror gótico al que nos tiene acostumbrados. La película nos sumerge en escenarios desolados y perturbadores, desde un granero vacío hasta una casa cubierta de plástico, todo ello enmarcado por un clima gris y sombrío que acentúa la sensación de desolación y misterio omnipresente.
A pesar de su capacidad para capturar la atención del espectador, Longlegs no es un thriller de persecución lleno de adrenalina. Requiere una paciencia deliberada, invitando al público a sumergirse en una búsqueda tangible de un asesino que es también una exploración accidental de fuerzas malignas. Así, esta hora y 40 minutos se convierten en una batalla tanto física como espiritual, desenterrando un vínculo perverso entre la humanidad y la religión. La dualidad de esta búsqueda refleja las tensiones entre lo racional y lo irracional, lo tangible y lo etéreo, elevando la película a un plano filosófico y metafísico más allá del horro mostrado en pantalla que sí, mola y es un plus, pero un añadido no vació o simple como puede ser el realismo en pantalla. Es lore, reflexión, misticismo, onirismo. De fotogramas que viven en tu mente sin pagar alquiler durante, probablemente, años. Es lo que ves cuando se va la luz de casa y miras hacia la esquina más oscura de la alcoba.
Maika Monroe y Nicolas Cage son el yin y el yang
La interpretación de Maika Monroe es un acto de equilibrio emocional entre la lógica y el terror. Su personaje, Lee Harker, se enfrenta a pistas que sugieren rituales de culto satánico y ciertas conexiones personales. Monroe encarna esta dualidad con una sutileza que añade profundidad a su personaje, atrapada entre la búsqueda de la verdad y el miedo abrumador que la acecha. Por otro lado, Nicolas Cage ofrece una actuación memorable y perturbadora, su rostro esculpido por una inquietante cara prostética que permanecerá en la mente del espectador durante semanas. Su actuación, tanto estridente (marca de la casa) como sutilmente amenazante, añade una capa adicional de tensión y horror. ¿Esta estridencia podría provocar risas en la película? Lo cierto es que logra ser tan perturbador que es incómodo de ver, grimoso, raro, siniestro.
Un éxito en taquilla batiendo récords de Neon
Al haber sido estrenada con antelación en EEUU sabemos que en taquilla ha supuesto el mejor estreno de Neon de toda su historia y no es para menos. Siendo gestada por y para cine independiente, tanto en cuestión de narrativa como de forma es capaz de competir en cartelera con pesos pesados como si fuera una producción más del opulento y costoso Hollywood; pero costando apenas 10 millones de dólares. De hecho, le va tan bien que ya va por los 58,6 millones de dólares, superando a Parásitos, convirtiéndose en la película más taquillera de la distribuidora independiente Neon y el filme de terror de calificación R más taquillero de 2024 (fuera del terror, le dejamos el podio a Deadpool y Lobezno).
La cinematografía de Andres Arochi, con su uso magistral de la luz, y la dirección meticulosa de Perkins, enfatizan la pequeñez de Harker en comparación con su entorno ominoso. Cada toma está compuesta con una precisión meticulosa que crea una atmósfera de abrumación constante. Los movimientos de cámara lentos y rastreadores reflejan la visión de la agente, arrastrándola continuamente hacia el peligro y subrayando su vulnerabilidad y determinación.
También es destacable el diseño de producción, ambientada en el Oregon de los años 90. La atención al detalle en la decoración de los escenarios ayuda a sumergir al espectador en esa época y lugar específicos, enriqueciendo la experiencia narrativa. Cada elemento del decorado, desde los paneles de madera hasta el plástico cubriendo los muebles, contribuye a la sensación de desolación y misterio.
En definitiva, Longlegs, que se estrena en España el 2 de agosto, no ofrece respuestas fáciles sobre sí misma, sino que se presenta como un enigma que invita a la audiencia a descifrarlo. La película, con su mezcla de terror psicológico y elementos sobrenaturales, deja una impresión duradera y perturbadora, haciendo que la audiencia reflexione sobre el mal y la fe mucho después de que los créditos hayan terminado y la pantalla de cine se torne de un negro sepulcral. Perkins ha creado una obra que desafía las convenciones del género, ofreciendo una experiencia cinematográfica que es a la vez intelectual y visceral, invitando a los espectadores a cuestionar la naturaleza del mal y la fragilidad de la cordura humana.
Hemos visto 'Longlegs' en adelanto gracias a la cortesía de DeAPlaneta.
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