Hay un dicho que dice que si algo no te favorece es que te queda como a "un santo dos pistolas", pues si algo le quedan bien a Liam Neeson son eso, dos pistolas, una escopeta o el arma que se tercie. El actor, que le ha cogido el gusto a esto de la acción con sus 72 años, demuestra estar completamente en forma. En En tierra de santos y pecadores interpreta a Finbar Murphy, un ex sicario que reflexiona sobre una vida llena de violencia y se plantea la redención. Este cambio vital evoca a clásicos como Camino a la perdición y Sin perdón, ofreciendo una profundidad rara vez vista en los trabajos más recientes de Neeson. Dirigida por Robert Lorenz, colaborador de larga data de Clint Eastwood, la película navega por el terreno accidentado de Irlanda, tanto literal como metafóricamente, explorando la naturaleza cíclica de la violencia en una comunidad.
Un atentado que lo cambia todo
Ambientada en el contexto de los Troubles en Irlanda, un conflicto armado interétnico nacionalista en Irlanda del Norte, que surgió a raíz de antiguos agravios entre católicos y protestantes, la película comienza con un visceral atentado con coche bomba que mata a tres niños, estableciendo un tono sombrío. Si bien la película no profundiza en el complejo panorama político de la época, utiliza este contexto histórico para subrayar los efectos corrosivos de la violencia generacional. El Finbar de Neeson, ahora un viudo cansado que comercia con libros de segunda mano, proporciona un fuerte contraste con los personajes del IRA, que son retratados con una cierta villanía caricaturesca. Esta dicotomía resalta el tema más amplio de buscar la redención en medio de ciclos interminables de represalias.
El exuberante escenario irlandés no es solo un telón de fondo, sino un personaje en sí mismo, con sus acantilados azotados por el viento y sus campos ondulantes que añaden una capa de melancólica belleza a la narrativa. Recordando a los paisajismos y su importancia en los western clásicos. La película se beneficia de sólidas actuaciones de un gran reparto, incluyendo a Colm Meaney, Ciarán Hinds y Kerry Condon. Condon, en particular, brilla como la despiadada Doireann, cuya actitud fría y agudo ingenio proporcionan un formidable contraste con el introspectivo Neeson. Jack Gleeson, despojándose de su personaje de Juego de tronos, ofrece una destacada actuación como el ansioso pero repulsivo aprendiz de l protagonista.
Más introspectiva que de acción, pero con un gran clímax
La dirección de Lorenz imbuye a la película con aquel espíritu de un western, trazando paralelismos entre las fronteras sin ley del oeste americano y los paisajes turbulentos de Donegal. Esta mezcla temática se refuerza con la narrativa visual de la película, con tomas amplias del campo irlandés que evocan tanto aislamiento como resiliencia. La narrativa de la película es un desarrollo lento, centrándose en los personajes y sus dilemas morales en lugar de secuencias de acción de alta octanaje. Este enfoque permite a Neeson profundizar en una interpretación más matizada, encontrando la humanidad en un personaje que lucha con los pecados de su pasado.
A pesar de sus méritos, En tierra de santos y pecadores no está exenta de defectos. El manejo de la situación política y el IRA puede parecer superficial, confiando en trazos amplios en lugar de una exploración matizada. Los personajes del IRA en concreto, con su exceso de palabrotas y cigarrillos, a menudo se desvían hacia la parodia, llena de clichés, socavando el intento de la película de hacer un comentario serio.
El clímax de la película, subraya la inevitabilidad de la violencia en el mundo del protagonista, lo que termina siendo un broche perfecto y muy satisfactorio a una película de lenta cocción. Este acto final, aunque emocionante, también resalta la lucha de la película por equilibrar sus momentos introspectivos con las demandas del género de acción. La tensión entre estos elementos a veces lleva a un ritmo disparejo, con la narrativa decaída en el medio antes de intensificarse hasta su explosivo desenlace. Sin embargo, las sólidas actuaciones y el atmosférico escenario ayudan a mantener el interés a lo largo de la misma.
Es una película que busca explorar temas de redención y el impacto de la violencia, incluso si no siempre tiene éxito en sus ambiciones. La interpretación de Neeson es a la vez ruda y reflexiva, un testimonio de la perdurable presencia en pantalla del actor. El elenco de conjunto de la película, especialmente Condon, eleva el material. La exploración sobre la búsqueda de redención de un sicario, ambientada en el contexto de la turbulenta historia de Irlanda, proporciona un nuevo enfoque a temas familiares. Es una película que, a pesar de sus imperfecciones, encuentra una gran sensibilidad en sus momentos tranquilos y fortaleza en sus interpretaciones, lo que la convierte en una obra digna de ver.
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