Cuando se menciona el tema de megaconstrucciones, China se destaca indiscutiblemente como un líder mundial en el campo. Un claro ejemplo de su capacidad para llevar a cabo proyectos de enormes dimensiones y complejidad técnica es el túnel ferroviario de Gaoligongshan. Con una extensión de aproximadamente 34 kilómetros, este no solo representa una maravilla de la ingeniería por su longitud, sino también por su ubicación en una de las zonas geológicas más desafiantes del mundo. Este es parte de la ruta Dali-Ruili, estratégicamente diseñada para mejorar las comunicaciones con las regiones occidentales de China y facilitar un comercio más eficiente.
El puente más difícil de construir del mundo
Esta vía también se integra en la red transasiática, con vistas a establecer un corredor terrestre que se extienda desde el océano Pacífico hasta el océano Índico, tal y como revela Xataka. El desafío principal de este proyecto fue la necesidad de atravesar la montaña Gaoligong, una tarea que requirió una planificación meticulosa y soluciones ingeniosas debido a su altura de 3.500 metros y las complejas condiciones geológicas.
Para la construcción del túnel han empleando técnicas avanzadas como tuneladoras y extensas operaciones de voladura, adaptadas específicamente a la diversidad geológica del sitio. Además, se excavaron pozos verticales y un pozo inclinado de casi 3.900 metros para facilitar el acceso y garantizar la seguridad durante el proceso de construcción. Esta obra no solo es notable por su escala, sino también por su capacidad para manejar una tensión geológica extrema y condiciones de temperatura que superan los estándares habituales en la construcción de túneles.
Esta obra ha establecido nuevos estándares en la construcción de túneles en condiciones extremas, proporcionando un valioso conjunto de conocimientos que pueden aplicarse en proyectos futuros, como la propuesta de expansión del ferrocarril en el Tíbet. La capacidad de adaptarse y superar desafíos geológicos y climáticos extremos será crucial para el éxito de estas ambiciosas iniciativas.
La finalización de la primera fase del túnel Gaoligongshan en 2020, tras 89 meses de trabajos continuos, marcó un hito significativo en el proyecto. La segunda fase, que incluye la construcción de un túnel piloto paralelo, está programada para concluir en noviembre de 2025, llevando la duración total del proyecto a 131 meses. Este período extenso refleja no solo la magnitud del proyecto sino también la minuciosa atención a la calidad y la seguridad que caracteriza a las megaconstrucciones chinas, asegurando que estas obras no solo sean impresionantes en escala, sino también ejemplos destacados de ingeniería y planificación efectiva.