Matar a personajes importantes es una de las principales características de George R.R. Martin. Canción de hielo y fuego, y por extensión Juego de Tronos, es una fiesta de sangre y vísceras donde es mejor no cogerle cariño a ningún personaje. Sea principal o secundario, no importa, es mejor simplemente ver cómo fluye la historia sin pegarse a nadie, hablando siempre en términos de ficción, porque puede que tarde o temprano pase al otro barrio y ya no sepamos nada más. Esta lección nos la enseñó la Boda Roja, querida y odiada a partes iguales por los fans (que además fue comparada con la destrucción de Aldeeran por el mismo Martin).
Sin embargo, esta obsesión por cargarse a los personajes más queridos no nació como necesidad innata del autor de La Casa del Dragón, que tendrá una adaptación dentro de poco a televisión en HBO Max. Martin se inspiró en los cómics de Stan Lee y Jack Kirby para este tipo de procesos. Es decir, que en parte fue la propia Marvel quien marcó un poco el camino tan brutal que posteriormente seguiría el escritor en sus proyectos personales. "Llegó Stan Lee y rompió todas las reglas. La forma de escribir de Stan era mucho mejor que lo que se venía haciendo. Pasaron cosas. Spiderman progresaba. Era muy refrescante". Entonces Martin hace referencia a la muerte del Hombre Maravilla en los tebeos, que llegó de la noche a la mañana según comenta.
Stan Lee es el principal referente para las matanzas de Juego de Tronos
"¡Eso es todo Stan Lee, y se puede ver en todo mi trabajo! Personajes que matan inesperadamente, personajes que no son lo que parecen, personajes que son en parte buenos y en parte malos. Personajes grises. No sabes hacia dónde van a saltar cuando llega el momento de la crisis. Las huellas de Stan Lee están por todas partes". Vaya, que en líneas generales los personajes de Martin son volátiles a causa de la Casa de las Ideas y, en concreto, de Stan Lee y modo de concebir los giros de guion inesperados para sorprender a los lectores.
