Sega siempre ha sido una compañía entusiasta del riesgo, de apostar por nuevo hardware de una manera completamente disruptiva (a veces hasta demasiado). Un buen ejemplo lo tenemos en Megadrive 32X, un periférico que conectado a la consola de 16 bits nos permitía expandir su potencial y cambiar prácticamente de generación. Y si hoy todo esto os suena espectacular, imaginaros cómo fue hace 30 años, cuando este dispositivo se puso a la venta un 21 de noviembre.
Un periférico que te hacía pasar de los 16 a los 32 bits
La plataforma 32X disponía de su propio catálogo de juegos, en total unos 40 videojuegos que proponían un apartado gráfico superior con respecto a lo visto en la máquina original. La mayor novedad vino por el uso de gráficos poligonales, con algunos ejemplos memorables como Shadow Squadron (que era algo así como el Star Fox de Sega), el mítico Virtua Racing (en una versión Deluxe mejorada) o el genial Virtua Fighter (que lucía genial en esta máquina).
También hubo otros lanzamientos icónicos, del estilo de Knuckles Chaotix, un plataformas que se convirtió en uno de los buques insignia del sistema. Sin embargo, precisamente de lo que adoleció 32X fue de un apoyo constante y más decidido, porque rivalizaba con la propia Saturn (que fue lanzada prácticamente en paralelo). Las third-parties no apoyaron prácticamente la idea, y quedó en la historia como uno de los fallos comerciales de la empresa japonesa, que no llegó al millón de unidades vendidas.
Sin embargo, fue un movimiento muy interesante para la industria, en que Sega trató de rivalizar con algunas de las máquinas más potentes de la época, incluyendo la Atari Jaguar. Era una época en que los juegos entraban mucho por los ojos, y al fin y al cabo no eran pocos los usuarios que veían en 32X una forma de expandir su Megadrive (Genesis). De hecho, se podía unir también al poder del Mega CD (Sega CD), dando lugar a un curioso "transformer" que tuvo unos cuantos juegos que sacaban partido de dicha configuración.
En España se podía conseguir por unas 20 mil pesetas (160 dólares en EEUU), y aunque no fuera precisamente barato, actualmente es una auténtica pieza de coleccionista. Se dejó de fabricar menos de dos años después de su lanzamiento, pero su mera existencia es una demostración de que Sega era única en el mercado del hardware, y siempre estaba innovando aunque eso le supusiera importantes pérdidas económicas. ¿Llegaste a probarlo?