Pikmin es una de las sagas más especiales y únicas de Nintendo. Quizá diste de ser la más exitosa y popular, pero si algo nos han demostrado todas sus entregas principales es que el cariño y mimo que la compañía pone en estas producciones está fuera de toda duda. Y, por supuesto, Pikmin 4 no iba a ser menos, por lo que no es de extrañar que haya acabado por convertirse en uno de los mejores juegos de estrategia del año.
El placer de explorar
A diferencia de lo que vimos en Pikmin 1 y 3, esta cuarta entrega busca ser una aventura mucho más relajada y accesible centrada no tanto en la gestión del tiempo a contrarreloj como en la exploración y recolección de multitud de coleccionables. De este modo, volveremos a comandar un pelotón de Pikmin, unas adorables criaturas que nos ayudarán a realizar todo tipo de tareas, desde combatir hasta cargar objetos y derribar obstáculos.
Como siempre, existen diversos tipos de Pikmin y cada uno de ellos tiene unas características muy concretas que nos servirán para realizar una serie de tareas u otra, por lo que dar órdenes y gestionar lo que queremos que hagan cada uno de ellos se convierte en uno de los elementos principales de su jugabilidad.
Tal y como acabamos de comentar, Pikmin 4 es un juego mucho más relajado, por lo que ya no existe un límite de días y podremos jugar todo lo que queramos hasta llegar al final, eliminando así unos de los elementos que más solían intimidar a los nuevos jugadores y cambiando considerablemente las sensaciones que transmite, algo que ya vimos en Pikmin 2 pero que aquí se ha llevado con mucho mejor tino.
De igual modo, de esta secuela se recuperan las cuevas, unas mazmorras en las que deberemos bajar varios pisos mientras luchamos por nuestra vida y contamos con un número limitado de criaturas. Por suerte, esta vez no son el infierno que vimos en la segunda parte y están mucho mejor llevadas, aunque hay tantas y son tan largas que suelen romper con el ritmo general de la aventura, por lo que pueden llegar a cansar y a hacerse un tanto pesadas.
Quitando este pequeño detalle, todo son buenas noticias, incluyendo novedades tan jugosas como la inclusión de Ochin, una especie de perro espacial que nos facilitará mucho la vida, siendo especialmente útil para combatir enemigos, desplazarnos rápido y transportar a nuestras tropas con seguridad, aportando así una herramienta más con la que jugar y que gestionar. Además, se añaden las incursiones nocturnas, unas fases al más puro estilo tower defense realmente intensas, así como los nuevos pikmin gélidos, gracias a los cuales podremos congelar enemigos y superficies líquidas.
Si todo esto no os pareció suficiente, podéis sumarle las batallas Dandori, unos duelos contra otros personajes (o jugadores) donde deberemos competir para conseguir el mayor número posible de puntos que nuestro rival antes de que se acabe el tiempo, lo que da pie a auténticas batallas para hacernos con los objetos más valiosos mientras intentamos entorpecer los avances del enemigo. Y si echáis de menos el estilo clásico de la saga con un límite de días, uno de sus modos secretos se encargará de satisfacer vuestras necesidades para que podáis poner a pruebas vuestras dotes de gestión.
Para terminar de redondear el pastel, tenemos un diseño de niveles fantástico que invita constantemente a rejugar fases y a explorarlas a fondo, combates intensos y desafiantes, puzles bien planteados y unos controles cómodos, sencillos y muy intuitivos. Añadidle un apartado audiovisual realmente bueno y con una dirección de arte encantadora, y tendréis el que es, sin lugar a dudas, uno de los mejores, más divertidos y completos juegos del año.
