La saga Story of Seasons llegará el próximo 26 de marzo a Nintendo Switch con la primera entrega pensada desde cero para la consola híbrida. Sí, el año pasado tuvimos Story of Seasons: Friends of Mineral Town, pero aquel título tenía las limitaciones (y las bondades) propias de un remake de un juego de Game Boy Advance; y sí, también se lanzó Doramon: Story of Seasons hace un par de años en varias plataformas, pero se puede argumentar que no pertenece a la saga principal. Por lo tanto, este Story of Seasons: Pioneers of Olive Town es el primer juego del simulador de granjas de Marvelous,anteriormente conocido en Occidente como Harvest Moon, desde los últimos coletazos de Nintendo 3DS allá por 2017.
Villa Oliva: un pueblo costero repleto de vida
La premisa, aun así, sigue invariable respecto a lo que nos tiene acostumbrados la serie: nos creamos un avatar para dejar atrás la bulliciosa y agobiante vida de la ciudad para mudarnos, en este caso, a Villa Oliva, donde antaño pasamos las vacaciones de verano en la granja de nuestro abuelo que hemos heredado. El objetivo es el de siempre: dominar la ganadería y la agricultura mejorando nuestras instalaciones, entablar relaciones personales y quizá casarnos algún día.
Pero Pioneers of Olive Town introduce nuevos sistemas que agilizan y profundizan su base jugable, a la vez la hacen más accesible y guiada: una suerte de sistema de misiones, maquinaria para procesar automáticamente materias primas desde el primer momento y un pueblo costero que va mejorando día tras día con nuestras acciones para atraer turistas.
Cuando llegamos a la granja, que nombramos como Gran Jaja, todo está hecho unos zorros, aunque una visita del alcalde Víctor y otros personajes nos permite ponernos al día con todo lo que tenemos que hacer, o al menos, con lo más básico. Por suerte, hay algunos nabos plantados y helechos desperdigados por el enorme bosque que esperamos domar algún día para poder hacernos con algunos productos que meter en la caja, que mágicamente se transforman en dinero a la mañana siguiente. El primer objetivo que tenemos en mente es reparar el corral, para lo que necesitamos madera y otros materiales. Tras arar el suelo y plantar las primeras semillas que nos han dado, apenas nos quedan fuerzas para seguir talando árboles, así que hacemos nuestra primera visita al pueblo para conocer a los vecinos: algunos nos dan una cálida bienvenida y otros nos ponen sobre aviso de la titánica tarea que tenemos por delante. Villa Oliva es recogida y densa: hay muchas tiendas que también sirven como viviendas y hasta la playa está repleta de comercios y barcos.
Los primeros días son duros, aunque menos de lo que recordamos en las aventuras que nos granjeamos en otras entregas. Tiene mucho que ver el que podamos fabricar fácilmente y casi desde el principio del juego máquinas que transforman troncos en madera, piedras en lingotes y huevos en mayonesa, por mencionar algunas. Tampoco nos olvidamos de la útil bolsa de herramientas, que permite almacenar la hoz, el martillo, el hacha y otros objetos sin necesidad de ocupar espacio en el inventario principal si no las estamos usando; eso sí, por algún motivo que se nos escapa hay que entrar al menú para abrirla aunque hay un montón de botones de la consola sin utilizar. También desde muy pronto contamos con la caña de pescar, que funciona con un minijuego muy sencillo basado en la resistencia del personaje, y que nos permite ganarnos el sustento del día a día si no tenemos muchos cultivos.
Otro ítem con el que trasteamos mucho durante nuestros inicios en Villa Oliva es la cámara, en cuyo carrete podemos guardar hasta diez fotografías al gusto. De hecho, podemos captar imágenes de animales salvajes y donarlas al museo del pueblo, que hará una escultura de cada especie nueva que detectemos. En el museo también podemos donar peces, moluscos y otros animales acuáticos que pesquemos o recojamos de las orillas; su tamaño indica que hay muchos más animales que en anteriores entregas de la serie. Cerca del museo está el Ayuntamiento. Allí podemos acceder a las peticiones de los vecinos para sacarnos unos dinerillos: que si tablones, que si tal flor, etc. También hay misiones que piden más recursos, pero que mejorarán el pueblo con nuevas instalaciones como una peluquería o puestos a pie de calle. Además de este sistema de progresión hay un sistema de recompensas, logros que se desbloquean al realizar ciertas acciones, que nos dan unas monedas que se pueden vender por una buena cantidad.
Cocinando y ampliando
Con el paso de los días nuestra granja se parece menos a un bosque abandonado, el área de cultivos nos tiene más y más rato dedicados a regar, hemos construido alguna valla para separar zonas y aprendemos a diferenciar las piedras que merece la pena minar y las que no. Es la parte social la que se nos sigue escapando: las relaciones avanzan muy lentas, aunque vamos teniendo más claro los personajes que nos caen mejor y peor, y no nos olvidamos de entregarle una flor a quien cumple años. ¡Y ya no dormimos en una cutre tienda de campaña! Tras recolectar y procesar un puñado de materiales, el carpintero del pueblo nos ha construido una cabaña donde podemos colocar muebles al gusto y ducharnos (antes solo nos mojábamos en los días de lluvia, aunque los vecinos tampoco se quejaban del olor) para descansar un poco.
La cabaña nos ha abierto nuevas posibilidades muy interesantes que nos obligan a gestionar mejor nuestros recursos. Podemos cocinar una variedad de platos cada vez más amplia con los alimentos que guardamos en la nevera, lo que nos permite no tener que dejarnos los cuartos en el restaurante de Villa Oliva. Además, hemos adoptado un perrito: el más revoltoso que había, aunque nos dio pena dejar atrás uno más tranquilo y muy mono, y quizá volvamos a por ese gato perezoso. Siempre que sacamos un momento entre tanto trabajo lo sacamos a pasear con la correa y no podemos evitar mimarlo con chuches.
Tras todos estos días jugando se nos ha ido pasando la primera mala impresión que nos dio el apartado visual de Pioneers of Olive Town: el pueblo y los animales son preciosos y los personajes cada vez nos atraen más, aunque los largos tiempos de carga cada vez que cambiamos de localización y el inestable framerate siguen afeando la experiencia. Lo que sí que nos afecta cada vez más es la música, muy repetitiva ya que solo cambia entre zonas.
A pesar de esos problemas, nos entusiasmamos ante cada nuevo descubrimiento. Cuando reparamos un puente que hay en nuestra granja nos damos cuenta de que hay una extensión de terreno aún más grande que, esperamos, consigamos domar. También hemos reparado el establo y tenemos nuestra primera vaca, que día tras día nos da leche que nos permite cocinar nuevos alimentos. Además, en esa nueva zona hemos encontrado materiales inéditos, plantas silvestres muy útiles y una nueva mina repleta de tesoros (lástima que los hayan recogido alimañas que tenemos que noquear a golpe de martillo) que pueden tasar en el museo.
Un ritmo equilibrado
En esta granja el día a día es un no parar de trabajo, pero se hace mucho más ameno que en otras granjas que hemos administrado porque constantemente estamos descubriendo cosas nuevas: cuando no son cultivos son ítems que fabricar que mejoran nuestra vida (benditos aspersores), de vez en cuando un vecino se pasa por nuestro hogar para hablarnos de su tienda y hasta hay festividades locales en las que socializar como el Festival del Huevo. Pocas cosas tan satisfactorias como terminar un duro día de trabajo, irse a charlar y a hacer fotos a la plaza del pueblo, volver a casa y acostarse, no sin antes darle alguna caricia a nuestro perrito. Una vida tranquila que, sin embargo, nos depara sorpresas con la suficiente frecuencia para equilibrar la monotonía y la novedad.
En un género que se ve revolucionado cada pocos meses con cada actualización del gigantesco Stardew Valley es complicado emocionarse con nuevas entregas de sagas más tradicionales, pero Story of Seasons: Pioneers of Olive Town, de momento, nos ha atrapado, consiguiendo que cada día queramos dedicarle un buen rato (a veces demasiado) a recolectar nuestros cultivos, juguetear con nuestra gallina Kiko y pescar en el muelle de la granja mientras nuestra mascota corretea por ahí. En las próximas semanas publicaremos el análisis, pero si sois fans de este tipo de juegos y tenéis una Nintendo Switch, marcad el 26 de marzo en el calendario.
Hemos realizado estas impresiones gracias a un código proporcionado por Meridiem Games.
