Los juegos basados en películas, sobre todo si salen al mismo tiempo que su estreno, están rodeados de una justificada leyenda negra que ni las honrosas, a veces muy buenas, excepciones que se producen de vez en cuando logran disipar. La propia Ubisoft, encargada de este Avatar, lanzó hace dos años el juego de Beowulf, que recibió críticas nefastas, aunque ahora espera equilibrar su karma con esta adaptación oficial de una de las películas más ambiciosas de todos los tiempos. Dirigida por James Cameron, el americano volverá a ostentar el record de haber dirigido la película más cara de la historia cuando esta aventura futurista de ciencia-ficción se estrene estas Navidades.
El secretismo que rodea a Avatar es muy alto, pero se saben algunas cosas: los que la han visto, que apenas se diferencia lo que es generado por ordenador de lo que es real; también se conoce el argumento, que en un futuro no muy lejano la humanidad se lanza, por pura necesidad, a colonizar otros planetas, y llegan a éste, que cuenta con una sustancia muy valiosa.
Y también se sabe, y los que han visto pequeñas premieres ya lo han experimentado, que la película aprovechará la tecnología 3D para intentar ser más impactante todavía, permitiendo a los que se pongan las gafas (más avanzadas que las clásicas azules y rojas) ver el mundo de Avatar en relieve. Ésta última faceta se mantendrá en el videojuego, y será sin duda uno de sus aspectos más interesantes.
De hecho lo fue cuando lo pudimos probar en la Gamescom, la feria alemana del videojuego, donde Avatar se mostraba a puerta cerrada en el stand de Ubisoft. Tuvimos ocasión de jugar tanto con gafas como sin ellas (mientras esperábamos, claro) al mismo nivel, comprobando cómo cambia la misma experiencia de juego si tenemos las gafas puestas. Aunque no nos explicaron exactamente cuáles serán los requisitos para ver el juego en 3D (suponemos que requerirá, como mínimo, una resolución de televisor de 720p), el juego "normal" está aún así bastante bien. Se trata de una mezcla de acción en primera persona y minijuegos de varios tipos, destacando las partes en las que pilotaremos vehículos.
En la breve demo comenzábamos pilotando una especie de aeronave, muy futurista, propulsada por hélices que podíamos mover para dirigirla. Contábamos también con un lanzacohetes que teníamos que usar para destruir partes del exhuberante escenarios, como árboles y columnas de roca, y así abrirnos paso hasta una base que encontrábamos en apuros. Los humanos no se han encontrado con un planeta boscoso sin más, sino que éste cuenta con su propia fauna y flora, abundando los dinosaurios y los indígenas cabreados en el primer caso, y las plantas carnívoras en el segundo. La base humana estaba sufriendo las consecuencias de aquello y nosotros, acompañados de otros soldados y armados con un buen arsenal, teníamos que establecer un perímetro de seguridad.
El sistema de juego en las secuencias de acción, presumiblemente las más numerosas, recuerda moderadamente a Gears of War por la perspectiva que utiliza y la forma de apuntar, aunque no usa un sistema de coberturas ni se complica demasiado la vida. La acción es constante, los dinosaurios salen de todas partes, y de todos los tamaños, y son de tantos colores que se confunden fácilmente con el escenario, igual de brillante y colorido. Esto no es un defecto, o al menos no nos lo pareció, sino una característica más que contribuye a hacer el juego más complicado sin llegar a resultar demasiado confuso. Las armas que tenemos a nuestro alcance responden bien y dan buena cuenta de todo bicho viviente; el único factor es el tamaño del enemigo y la cantidad de balas que tenemos que dispararle para que deje de molestar.
En la demo teníamos ocasión de pilotar una especie de robot auxiliar, como si de un mecha japonés se tratase, aunque obviamente de menor tamaño; también nos enfrentábamos a un pequeño jefe de mitad de fase, cuyos ataques teníamos que esquivar. Incluso pudimos ver una parte de los poderes especiales a nuestro alcance, como sanarnos u ordenar un ataque aéreo. Lo que más nos llamó la atención fue una parte en la que, a propósito, se hacía de noche en el juego justo para enseñarnos los espectaculares efectos de luz e iluminación que se usan para recrear la oscuridad en ese mundo extraño.
Al final de la demostración se nos da la opción de jugar en la piel de un indígena, contando con un repertorio de armas completamente diferente y "tribal": arcos, espadas y una enorme alabarda con la que empezábamos a machacar marines coloniales (por llamarlos de alguna forma), usando poderes mágicos para ser invisibles, o sanarnos, o aumentar la fuerza de nuestros golpes. No sabemos hasta qué punto tendremos esta opción en la versión final, o a partir de qué punto en el juego.
Minutos después pudimos jugar exactamente el mismo nivel, pero viéndolo todo en tres dimensiones, y con una diferencia respecto a ver una película así en el cine: nosotros tenemos el control. El ser algo interactivo hace que resulte "mucho más 3D", por llamarlo de algún modo, y especialmente en las secuencias cinemáticas se destacaba esto, como cuando de repente sale un dinosaurio de entre unos matorrales. Resulta cuanto menos una experiencia de lo más curiosa, aunque el control todavía estaba por adaptar a este modo de juego: viendo a los enemigos en 3D, o en relieve, apuntamos mucho peor, porque estamos apuntando a lo que estamos viendo en 3D, que no se corresponde con el punto de mira real en el juego.
Por lo demás, es difícil decir ahora mismo si Avatar será uno de esos pocos juegos de película dignos, o caerá en ese gran saco de títulos decepcionantes, o simplemente cumplidores. A nosotros nos ha dado buenas vibraciones, pero todavía es pronto para asegurar nada.