Análisis de The Night of the Rabbit (PC)

Los chicos de Daedalic Entertainment siguen sin bajar el ritmo, y si hace unos pocos meses recibimos la segunda parte de Deponia, ahora vuelven a la carga con una nueva aventura gráfica dispuesta a deleitarnos con el buen hacer y la calidad habitual que desprenden las obras de este estudio alemán. Sin embargo, y a pesar de su maravillosa puesta en escena, el viaje de Jerry Avellana se queda lejos de sus mejores títulos, tal y como iremos viendo a lo largo de este análisis.

Nada es imposible

La historia de The Night of the Rabbit nos presenta a Jerry Avellana, un niño que sueña con ser mago algún día. La aventura comienza en sus últimos dos días de vacaciones antes de volver a la aburrida y rutinaria vida escolar, cuando un conejo antropomórfico vestido de mago al que se le conoce como el Marqués de Hoto le ofrece entrenarle en el noble arte de la magia. Como era de esperar, nuestro protagonista acepta sin pensárselo demasiado, aunque asegurándose primero de que vaya a volver para la hora de la cena. Tras esto, comenzará un viaje a través de otros mundos donde nuestro maestro nos enseñará que todo es posible.

El ritmo del guion ya os avisamos que es bastante lento y avanzar en la trama es algo que nos llevará un tiempo, especialmente en la primera parte del juego, donde nuestro entrenamiento como mago nos hará perdernos en multitud de tareas sin demasiada importancia. La cosa mejora a partir de la segunda mitad, momento en el que se producen varios giros argumentales que hacen que la trama gane en interés y seriedad. Por desgracia, el cierre no está a la altura, resulta algo incoherente (los últimos minutos no tienen prácticamente nada que ver con todo el viaje que hemos realizado previamente) y las explicaciones a todos los misterios que nos han planteado no están bien rematadas.

Eso sí, hay personajes muy carismáticos y los diálogos están muy bien escritos. Tampoco falta el sentido del humor y en muchas ocasiones veremos como el juego consigue sacarnos una sonrisa fácilmente. Además, la narrativa se las apaña para conseguir mantener nuestro interés a lo largo de toda la aventura, por lo que siempre tendremos un incentivo para avanzar e intentar resolver ese puzle que tanto se nos resiste.

A nivel jugable, si ya habéis probado algunos de los títulos anteriores de Daedalic o cualquier aventura gráfica tradicional de point-and-click no tardaréis ni dos minutos en haceros a su mecánica, ya que sigue todas las bases del género. Con el puntero del ratón moveremos a Jerry y podremos investigar los escenarios para recoger objetos o interactuar con diversos elementos del entorno.

La resolución de puzles se basa principalmente en usar y combinar objetos, por lo que tendremos que ingeniárnoslas para averiguar qué usos podemos darle a lo que llevemos en nuestro inventario, el cual se abre y cierra cómodamente girando la rueda del ratón, de una forma muy similar a lo visto en los títulos de Deponia. Pero además de ello, como buen aprendiz de mago que es, Jerry irá aprendiendo diversos hechizos a medida que avancemos, los cuales nos permitirán hacer cosas como que una planta crezca rápidamente. En realidad el uso de los conjuros no varía demasiado del que le daremos a cualquier objeto del inventario, aunque el impacto que tienen en el mundo que nos rodea suele ser mayor.

Otra de sus características más llamativas la encontramos en la posibilidad de alternar entre el día y la noche, algo que nos será muy necesario para resolver algunos puzles y situaciones, lo que nos obligará a revisitar un mismo lugar varias veces para comprobar los cambios que se han producido en él y buscar nuevas pistas u objetos.

En cuanto a los puzles en sí, hemos notado que no están del todo inspirados. Por lo general suelen responder a una cierta lógica, aunque en otros esto no es así y nos veremos ejecutando la vieja táctica del ensayo y error sin tener muy claro qué hacer, ya que el juego no suele darnos ninguna pista para orientarnos mínimamente. Esta falta de lógica no tendría por qué ser algo malo, como ya han demostrado juegos como Monkey Island II, aunque carecen del ingenio y la brillantez con los que nos sorprendía la aventura de LucasArts, llegando a sentirse muy forzados en ocasiones. Además, muchos de ellos no tienen demasiado que ver con la trama y simplemente se presentan como un obstáculo más para alargar la duración del juego (aunque en la recta final están todos perfectamente justificados).

Tal y como era de esperar de una aventura gráfica actual, se incluye un sistema de pistas y la opción de resaltar los elementos interactivos del escenario. El primero es poco más que una función inútil, ya que simplemente nos marcará nuestro objetivo, pero no nos dará ninguna clase de pista real. En cambio, lo segundo está muy bien integrado dentro de la propia jugabilidad, ya que se trata de una moneda que nos permitirá ver todo lo que esté oculto, lo que acaba resultando en una herramienta indispensable para la resolución de ciertos puzles en los que tenemos que encontrar algo invisible.

Un detalle que nos ha gustado mucho, ha sido la implementación de un minijuego de cartas sorprendentemente divertido, gracias al cual podremos crear nuestros propios mazos y retar al resto de personajes del juego. Las cartas se encuentran muy bien escondidas por los escenarios a modo de coleccionable, por lo que tendremos que investigar a fondo si queremos hacernos con todas. Al igual que estos naipes, también existen unas pegatinas ocultas que podremos buscar y coleccionar si queremos completar el título al 100%.

Al tratarse de una aventura gráfica, su duración variará mucho de uno a otro y todo dependerá de lo que nos atasquemos, aunque lo normal será que nos dure entre 10 y 12 horas, una cifra muy respetable tratándose del género al que pertenece. No es especialmente difícil, pero tampoco os resultará un paseo por culpa de la forzada lógica de muchos de sus puzles, por lo que podéis estar seguros de que os atascaréis más de una vez.

Donde sí que no podemos poner ninguna pega es en su apartado gráfico (sin duda lo mejor del título), con unos fondos dibujados a mano sencillamente preciosos y un diseño de personajes muy conseguido. El apartado artístico es genial y consigue sumergirnos de pleno en este cuento de magia y fantasía. Por pedir nos hubiera gustado que las animaciones fueran algo más fluidas y que se hubiese eliminado el habitual problema de los juegos de Daedalic que provoca pequeños bajones en la tasa de imágenes por segundo cuando cambiamos de mapa.

En cuanto al sonido, nos encontramos ante una banda sonora que encaja perfectamente con lo que vemos en pantalla y cuyo tema principal destaca sobre el resto. En ocasiones hay melodías que se repiten mucho, aunque todas gozan de buena calidad. Eso sí, el doblaje inglés es bastante mejorable y solo consiguen salvarse unas pocas voces, como la del Marqués y la de un particular presentador de radio con el que nos encontraremos. Siendo justos, la mejora respecto a otros juegos del estudio es apreciable, pero sigue siendo un punto en el que cojean.

Antes de terminar este análisis, tenemos que aplaudir el hecho de que nos haya llegado subtitulado al español (algo muy poco habitual en los juegos de Daedalic), de forma que todo el mundo podrá disfrutarlo sin problemas adicionales derivados del idioma, lo que sin duda supondrá una gran noticia para cualquier aficionado al género.

Conclusiones

The Night of the Rabbit es una aventura gráfica muy buena a nivel visual y que cualquier fan del género sabrá disfrutar con facilidad, aunque adolece de ciertos fallos que le impiden llegar más alto, como una historia con un ritmo irregular y mal rematada o unos puzles poco inspirados y con una lógica demasiado forzada. Puede que el viaje de Jerry no vaya a pasar a la historia, pero si simplemente buscáis pasar un buen rato haciendo clicks, resolviendo puzles y deleitándoos con bellos escenarios, lo nuevo de Daedalic se convierte en una opción de compra muy interesante.