Análisis Saints Row IV: Re-elected, una conversión irregular (Switch)

Saints Row es una saga que durante la generación pasada disfrutó de mucha popularidad, especialmente con la llegada de su tercera entrega. Lo que nació como una especie de clon de GTA pero con un enfoque más gamberro acabó por convertirse, juego tras juego, en una auténtica locura en la que cualquier cosa estaba permitida, desde superpoderes hasta batallas contra alienígenas y dildos gigantes como armas. Y todo ello rodeado por un sentido del humor muy particular e irreverente, heredero de una época en la que los desarrolladores tenían más libertad creativa, los límites de la comedia eran mucho más amplios y el público no se ofendía con tanta facilidad por una simple broma. Tras una conversión muy mediocre de Saints Row: The Third a Switch, ahora Deep Silver lo vuelve a intentar con el estreno de Saints Row IV: Re-elected en la híbrida de Nintendo, y si bien esta vez las cosas han salido mucho mejor, el resultado final sigue dejando que desear.

Los Saints contra los alienígenas

Para dejar las cosas claras desde el principio y que nadie se equivoque: esta nueva versión nos ofrece exactamente el mismo juego que ya pudimos disfrutar en el resto de plataformas, así que no esperéis ningún tipo de novedad en cuanto a guion, jugabilidad o contenidos, pues no las vais a encontrar. Por ello, os recomendamos que le echéis un vistazo al análisis que le dedicamos en su momento cuando se estrenó en PlayStation 3, Xbox 360 y PC hace ya siete años.

Así pues, nos encontramos ante un juego de acción y mundo abierto en el que tendremos que escapar de una simulación virtual al más puro estilo Matrix y acabar con un imperio alienígena que ha invadido la Tierra y abducido a la humanidad. Nosotros, por supuesto, volveremos a encarnar al líder de los Saints, quien llega a Presidente de los Estados Unidos tras acabar con un peligroso grupo terrorista y evitar una catástrofe nuclear de escala mundial en la que es, sin duda alguna, la mejor misión inicial de toda la saga, donde se parodian todos los tópicos y clichés que hemos visto en las campañas de títulos más serios, como Call of Duty.

A diferencia del resto de entregas, aquí disfrutaremos de un juego con un enfoque similar a lo que se podría esperar de sagas como Crackdown o inFamous, ya que, al estar dentro de una simulación virtual, nuestro héroe o heroína (podremos personalizar a nuestro protagonista con un completo, aunque anticuado editor) tendrá acceso a una serie de superpoderes con los que podremos movernos a toda velocidad y dar saltos gigantescos, entre otras habilidades que nos serán muy útiles.

Con esto, la conducción de vehículos pierde casi todo su sentido y la exploración gana muchísima verticalidad, dándonos una movilidad altísima para llegar a cualquier sitio en cuestión de segundos mientras arrasamos con cualquier cosa que se nos ponga por delante. En líneas generales se trata de un juego entretenido, especialmente en cooperativo local (cada uno con su propia consola) u online, y con muchas cosas por hacer, pero que estuvo menos inspirado que su predecesor directo, con un diseño de misiones mucho más flojo, unos tiroteos realmente pobres, unos controles muy mejorables y un guion más loco, pero también más aburrido y con menos gancho que se escudaba únicamente en su irreverente y gamberro sentido del humor para mantener nuestro interés.

El problema es que si ya en su momento se sintió como un juego algo limitado y anticuado, os podéis hacer una idea de la experiencia que puede suponer jugarlo en pleno 2020. En estos últimos siete años los videojuegos han evolucionado muchísimo y dentro de los títulos de mundo abierto hemos visto auténticas salvajadas, por lo que la sensación constante que transmite es la de encontrarnos ante un producto obsoleto y poco satisfactorio en demasiados frentes.

No os equivoquéis, sigue divirtiendo y entreteniendo, y no deja de ser un pasatiempo más que digno con el que desconectar el cerebro y disfrutar desatando el caos mientras nos hacen reír con chistes que a día de hoy resultarían imposibles de ver en un juego moderno, pero no habría estado de más que el equipo de desarrollo hubiese intentado limar sus asperezas para la ocasión. De hecho, con tan solo unos pequeños retoques en cosas como los controles, el gunplay o la IA habría ganado mucho.

En lo que respecta a la versión de Nintendo Switch como tal, su gran atractivo lo encontramos, evidentemente, en su portabilidad, aunque para ello se han tenido que realizar algunos sacrificios gráficos. En líneas generales el título luce bien en portátil gracias a una resolución dinámica que oscila entre los 480p y los 720p según la carga de elementos que haya en pantalla, aunque cuando alcanza los números más bajos solemos estar tan ocupados reventándolo todo que rara vez se hace apreciable.

Como era de esperar, las misiones que transcurren en interiores se ven muy nítidas y funcionan de forma fluida, aunque en las secciones de mundo abierto las cosas cambian y sí que le veremos las costuras, como un alto nivel de popping o una imagen algo más borrosilla y con dientes de sierra muy prominentes. Por suerte, casi todo el juego transcurre de noche, algo que el equipo de conversión ha aprovechado inteligentemente para esconder muchos de estos defectos y que apenas se noten cuando jugamos en la pantalla de consola, aunque en el momento que hay algo de iluminación diurna todo queda muy a la vista. La buena noticia es que se mueve de forma fluida a 30 imágenes por segundo con tan solo algunas caídas ocasionales que nunca llegan a molestar.

En cambio, el modo sobremesa es todo lo contrario: la calidad de imagen es bastante buena, el popping no es muy apreciable y los dientes de sierra brillan por su ausencia, pero el rendimiento sufre demasiado por ello con constantes caídas que llegan a hacerse muy notorias y molestas. No es que sea injugable, ni mucho menos, y los bajones no son especialmente pronunciados, pero son tan frecuentes que nunca se consigue mantener una tasa de imágenes por segundo estable, algo inadmisible si tenemos en cuenta que se trata de una conversión de un juego de hace siete años y que Switch ha podido con auténticas bestias gráficas como The Witcher 3.

Lo que sí que se ha mantenido intacto es el sonido, manteniendo su fantástica banda sonora repleta de temas tanto originales como licenciados. De hecho, estos últimos los usa de forma impecable, convirtiendo algunas misiones en auténticos momentazos solo por el tema musical escogido. Los efectos sí que son algo más discretos, mientras que el doblaje inglés es simplemente sobresaliente. Por supuesto, los textos se mantienen en español, aunque el tamaño de la fuente de la letra nos ha parecido demasiado pequeño en portátil, dificultando su lectura.

Conclusiones

Al igual que ocurre con muchas otras conversiones de juegos para Nintendo Switch, Saints Row IV: Re-elected solo os lo recomendaríamos si tenéis muchas ganas de jugarlo en portátil o no tenéis otra plataforma donde disfrutarlo, ya que esta versión es más cara y peor a nivel técnico que las de PS4, Xbox One y PC, con un rendimiento muy irregular en sobremesa. El juego como tal sigue siendo entretenido y sabe divertir dentro de su limitaciones, pero sus costuras se notan más que nunca y su alocado sentido del humor ya no es suficiente para sostener toda una aventura a la que los años no le han hecho mucho bien. Eso sí, dentro del catálogo de la híbrida no hay muchas propuestas similares, así que puede servirnos como alternativa si lo que buscamos es un título de mundo abierto de estas características.

Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga que nos ha facilitado Koch Media.