Análisis de Sparklite, un Zelda roguelike (PS4, Switch, PC, Xbox One)
Las aventuras estilo The Legend of Zelda 2D y el roguelike -muerte permanente, elementos aleatorios…- son dos de las tendencias más habituales en el panorama independiente, y en muchas ocasiones van de la mano. Sparklite es uno de estos casos y para bien para mal esto hace que en apariencia sea otro más del género –tampoco pretende reinventar nada-, pero podríamos situarlo un poco por encima de la media, tanto por su sencillo estilo de combate como por la estética que recuerda inevitablemente a las aventuras de Link, como A Link to the Past y The Minish Cap.
Tras una accidentada escena, nuestra protagonista Ada llega al mundo de Geodia. Allí conocerá la amenaza del Barón, quien planea extraer el núcleo de Sparklite del planeta, la fuerza vital del mundo.
Esta energía se está utilizando para las peligrosas y contaminantes máquinas de guerra, lo que viene a ser una clásica historia de explotación de recursos y villanos pseudosteampunk. Por supuesto, el objetivo de Ada será frenar las excavaciones en cada región del mundo y evitar una crisis en Geodia.
Un Zelda con mapas aleatorios
Como se puede comprobar por las imágenes, Sparklite es un juego de acción con vista superior muy en la línea de los clásicos ARPG y aventuras de la década de los 90. Los enemigos son sencillos monstruos con algún patrón de ataque, embestidas o lanzamiento de proyectiles. Ada, en principio, tiene un golpe rápido y a corta distancia con su llave inglesa, además de un movimiento de carrera que también sirve para sortear pequeños barrancos. No es un sistema de combate extremadamente profundo o frenético, sino que se inspira en la saga de Nintendo, de ritmo algo más pausado.
Pero evidentemente hay varias diferencias con un Zelda, y una de ellas es el progreso roguelike. En primer lugar, el mapa cambia cada vez que bajamos a él desde nuestra base aérea –esto está explicado por los terremotos que sacuden la superficie-, así que en la práctica tenemos una serie de pantallas que forman el laberinto de la zona. De poco sirve aprenderse el recorrido, porque tras la muerte el mapa volverá a estar oculto y necesitaremos explorar de nuevo los puntos clave, como las mazmorras o nuevos recursos. Es cierto que cuanto más juguemos más vamos a reconocer las mismas "salas" o zonas, pero esto es algo inevitable con este tipo de juegos generados por procedimientos. Al menos, el mapa es una buena ayuda para saber los rincones que nos quedan por visitar.
El otro gran aspecto tomado del roguelike es la muerte permanente, suavizada por el hecho de no perder todo el progreso conseguido. A lo largo del mapa conseguimos una moneda que sirve para comprar mejoras aplicables a nuestra arma, la personalización de los aspectos ofensivos y defensivos. Nadie espera que llegues muy lejos en tu primera partida, sobre todo por el reducido número de corazones de Ada, pero a medida que conseguimos moneda se pueden adquirir ampliaciones de salud o parches para la herramienta que aumentan el daño causado –una gestión que recuerda al inventario de Resident Evil 4-, perfilando así nuestro estilo de combate. Las horas que invertimos no son tiempo perdido, poco a poco hacemos el juego más fácil.
Igualmente, y también como viene siendo habitual en estos juegos, encontraremos nuevas armas secundarias para lanzar proyectiles, bombas y demás, que dan nuevas estrategias. Muchas de estas armas se encuentran en pequeñas mazmorras con puzles que ponen a prueba que hemos aprendido a utilizarlas, y después conseguiremos sus planos. Esto significa que después de una muerte perdemos las armas secundarias, pero en el taller –previo pago- podemos conseguir esa ballesta o la bomba flotante teledirigida. Si tienes una favorita y ahorros suficientes, podrás saltar al juego con ella. Por último, a lo largo de estos mapas encontraremos aleatoriamente a algunos personajes con misiones opcionales, generalmente búsqueda de otro personaje perdido.
El ciclo de Sparklite es por tanto el de mejorar paso a paso en armamento, salud, y crecimiento de la base principal. A medida que exploramos nos enfrentaremos a peligrosos jefes, pero si hemos hecho bien nuestros deberes, la protagonista debería tener posibilidades frente a ellos. Ah, y existe un curioso modo opcional para dos jugadores: el control de un pequeño dron. En solitario, podemos pasar a controlar el robot cuando lo deseemos, es un pequeño dispositivo con grúa que puede extraer recompensas del suelo o lagos, o resolver pequeños puzles; en compañía, su control pasa a un segundo jugador. También es susceptible de mejora en nuestra base.
¿Trae Sparklite algo nuevo sobre la mesa? Realmente no, pero la fórmula es divertida y se agradece que el combate sea algo casi secundario -o dicho de otra manera, que hay más que hacer que derrotar monstruos-. Hay otros muchos juegos de mazmorras que priman los enfrentamientos en aburridos escenarios genéricos. En este caso, no importa tanto si obtienes recursos del entorno y los cofres como de los enemigos derrotados. Está lejos de ser una aventura con un mapa creado por diseñadores, con un progreso más lineal o historia con peso, como sucede con los RPG clásicos, pero sí dejará mejor sabor de boca que otros roguelike realizados con menos cariño.
Gráficos para fans de los 16-bits
A veces lo más simple es lo mejor. RAD de Double Fine Productions, otro juego de mazmorras procedimentales, se inclinaba por los gráficos 3D y un aspecto macarra-mutante que en apariencia podía lucir más, pero su mundo postapocalíptico pecaba de sobrecargado, de un gusto más cuestionable –se inspiraba en el neon y la estética ochentera-. Sparklite, en cambio, se fija en Super Nintendo y Mega Drive –pero sin las limitaciones técnicas- para conseguir un juego precioso y bastante detallado en su pixel-art, acompañado de la música de Dale North inspiradas en los juegos retro –de nuevo, con más calidad de lo que era posible en 16 bits-.
Aunque no alcanza la impactante calidad visual de Owlboy ni la belleza de The Minish Cap, pocas pegas visuales se le pueden poner salvo una: la dificultad para leer los textos –en español- de los diálogos, con una combinación letal de tamaño pequeño para la fuente y colores de poco contraste. Imaginamos que en PC será menos problemático, pero incluso en televisiones grandes es incómodo de leer.
Conclusiones
Sparklite es un buen roguelike que destaca sobre la competencia por una estética adorable y una jugabilidad sencilla, a prueba de bombas, pero tenemos la sensación de que podría ser mucho mejor con algo más de ambición si aprovechase el material gráfico para hacer una aventura más tradicional. Tal y como es, exploración de mapas aleatorios con muerte permanente, tiene los habituales puntos fuertes y débiles de un género del que el mercado independiente empieza a estar un poco saturado. Es rejugable y cada partida tiene algo nuevo, pero a la vez cae en la repetitividad si nos detenemos demasiado tiempo en las mismas áreas; una vez aprendemos sus pantallas, el truco deja de surtir efecto. En definitiva, un juego entretenido, aunque con pocas sorpresas en su fórmula.
Hemos realizado este análisis en PS4 Pro con un código que nos ha proporcionado Evolve PR y también hemos probado la versión de Switch con un código que nos ha proporcionado Avance Discos, la distribuidora del juego en España.