Empezamos el año contando una pequeña historia sobre la cual existieron grandes anécdotas dignas de recordar. La primera, es que el videojuego de hoy empezó en NES, la pequeña consola gris y negra de Nintendo, la cual sobrepasó todas las expectativas y se convirtió en un fenómeno de masas tal, que todas las compañías querían publicar para ella.
Ninja Gaiden se convirtió, por méritos propios, en una trilogía en la plataforma de Nintendo, la cual derrochaba calidad por cada píxel, y con una jugabilidad que encapsuló a uno de los personajes más dinámicos y ágiles vistos hasta entonces.
Tecmo ha sido una compañía con un dilatado historial, por el cual han pasado creaciones memorables, haciendo que sea una superviviente con juegos de calidad y gancho. Son los creadores de Solomon's key, Rygar, Dead or Alive y de la gran saga Ninja Gaiden, un de plataformas de acción de la vieja escuela sobre el cual pesa la leyenda de ser unos de los juegos más desafiantes, y alargando su fama hasta sus últimas entregas convertidas en hack and slash.
De lo mejor de cada casa
Y es que Ninja Gaiden siempre ha sido considerado como uno de los mejores plataformas de estilo arcade, en parte por su gran conjunción de gráficos, jugabilidad y con una banda sonora que corrió por sus circuitos interpretada por Keiji Yamagishi, Ryuichi Nitta, Ichiro Nakagawa. Lanzado en 1988 en el país nipón, no fue sino hasta tres años después cuando se decidieron a lanzarlo en territorios PAL bajo el nombre de Shadow Warriors.
Pero es quizás por eso mismo, por lo que Sega decidió comprar los derechos para programar un videojuego basado en él, usando el nombre original, Ninja Gaiden, y desarrollado por SIMS, quien ideó una aventura paralela a las vistas en la consola de Nintendo, viendo la luz en 1992.
Ni que decir tiene que a pesar de que Sega tenía a Shinobi como "su ninja", Ninja Gaiden se movía por otros mares, por lo que quizás fue la razón por la que Sega decidió comprar los derechos a la propia compañía, y no acercar su saga a las plataformas de la misma manera que Ninja Gaiden, para evitar litigios.
La historia nos cuenta cómo Ryu Hayabusa, protector de Japón durante generaciones y miembro del clan Ninja Dragon, recibe un mensaje, el cual explica cómo su clan ha sido destruido. Al llegar para ver lo que en realidad ha ocurrido, todos efectivamente están muertos, menos uno, el mensajero encargado de decirle que el manuscrito sagrado Bushido ha sido robado.
Y de esta manera empezamos nuestra misión hasta dar con él, en una primera pantalla en la cual podemos reconocer el sprite usado en sus versiones para NES, pero con unos escenarios coloristas, con bastante detalle y con un personaje que se mueve ágilmente por unos escenarios que no sólo marcaban la diferencia, sino que servirán para que los nuevos movimientos de esta entrega, como escalar por las paredes, hicieran de nuestro protagonista un Ryu más dinámico y con más movimientos que en los originales.
La jugabilidad también estuvo a la altura, con unos saltos precisos, y aunque no era fácil de dominar, con unas pocas partidas nos acostumbrábamos a las nuevas habilidades. La música es sin duda la nota más negativa al compararlos con las entregas en la consola rival. Con unos temas iniciales prometedores podemos pensar en un juego con una banda sonora a la altura, pero a medida que avanzamos los temas pasan a ser inexplicablemente diferentes, sin alma, con poca gracia y bajando del sobresaliente al simple bien.
A pesar de ser un videojuego largo y difícil, demuestra que, a lo largo de sus ocho niveles, es capaz de divertir y asombrar como lo hizo en la consola de Nintendo. Una obligación de ser jugado por todos aquellos que disfrutaron de la trilogía y un reto, quizás no tan difícil como la saga original, que es una de esas rarezas que a lo largo y ancho de la historia de los videojuegos hemos visto tantas veces.
Un cartucho no programado por Tecmo, pero que recogió con atención los muchos elementos que hicieron de esta saga algo grande, ¿te atreves con él?
