Los ochenta siguen siendo una época añorada por muchos. Los grupos de música, las películas y la forma de vivir en aquellos entonces es parte de lo que muchos han echado y siguen echando en falta.
Pero para nosotros, los amantes de los videojuegos, regresar a los años ochenta significa encontrarnos con los inicios de los 8 bits de Nintendo, o una época en la que los microordenadores de la época dominaban con un sinfín de grandes juegos que marcaron a generaciones enteras.
Muchos de los videojuegos que conocemos, tenían su sitio, primero, en uno de estos microordenadores que para muchos eran unos grandes desconocidos. Los que sólo disponíamos de una consola por aquellos entonces, mirábamos con recelo y envidia, por qué no decirlo, a los poseedores de estas máquinas que por "cuatro duros" tenían videojuegos por lo que nosotros debíamos ahorrar durante largo tiempo.
Pero la tecnología fue creciendo, y MSX y sus juegos en cartucho venían a decir, que aunque existiera el mismo juego en formato casete, la ranura disponible en este ordenador indicaba que estábamos ante algo diferente. Y vaya si así fue.
Este ordenador llegó a convertirse en un objeto de culto debido a su potencia, versatilidad y sobre todo, gracias al incondicional apoyo de Konami haciendo de second party y nutriéndolo de joyas en forma de videojuegos a este sistema.
De esta manera llegamos al año 1986, donde Konami lanza Knightmare, un videojuego que si quizás hoy pueda parecer arcaico o algo desfasado, en realidad, si dejamos atrás prejuicios sobre gráficos y demás parafernalias, nos encontramos ante lo que realmente fue: un juego sobresaliente y adictivo como pocos.
Adicción sobre todas las cosas
Y es que si hablamos del primer videojuego de una saga en la que los siguientes juegos no tienen nada que ver con sus anteriores, hablamos en realidad de una constante de la época en la que podemos encontrar similitudes en juegos "más conocidos" como el primer Zelda de NES y su segunda parte, con más elementos de plataformas que ninguno de la saga.
Y es ahí donde empezamos a hablar de Knightmare, un shoot 'em up atípico donde somos Popolon, un caballero armado que debe rescatar a la princesa en apuros de turno y por supuesto, lo haremos a pie, como mandan los cánones.
Recordando juegos como Nemesis, nos pondremos en la piel de este caballero de look vikingo que disparará a los enemigos que nos irán apareciendo y con el tempo de un scroll algo lento para algunos.
En las primeras fases, donde vamos esquivando y terminando con unos murciélagos increíblemente bien animados, con su sombra y todo, todo es fácil y aprendemos a escoger los numerosos ítems y power ups que el juego nos va regalando.
A medida que nos hacemos con el control de nuestro particular héroe, iremos viendo cómo los jefes de final de fase crecen en dificultad, y donde las amadas rutinas de ataque son aprendidas con facilidad y despacharemos cada vez mejor a los malos de turno con más y más sencillez.
Pero no todo es coser y cantar en esta casete o cartucho, ya que las fases van creciendo en dificultad, y aprenderemos a amar y odiar a los enemigos, nubes y kamikazes a medida que aprendamos "de que palo van", ya que los enemigos que veremos a lo largo del juego nos ponen las cosas cada vez más difíciles de diferentes y divertidas maneras.
Los ítem y powers ups ideados por Konami, la de aquellos entonces, nos ponen las cosas más fáciles a la vez que nos hacen divertirnos hasta el extremo siendo invisibles, potenciando nuestro disparo o protegiéndonos con un diminuto y precario escudo, en ocasiones difícil de gestionar.
Debemos abrirnos paso a través de los niveles atravesando puentes, esquivando disparos cada vez más traicioneros y desnudando las vergüenzas de los jefes finales, todo ello engalanado con una única música principal para todas las fases que no hace más que hacer hincapié en una melodía pegadiza y recordada, y "remixada" por toda la generación que disfrutó del juego y creció con él.
Tras superar todas las fases de las que consta el juego, nos daremos cuenta de que hemos completado una aventura con una dificultad "de los ochenta", uno de esos retos en los que nos sentiremos totalmente orgullosos de haber completado.
Knightmare fue un juego sobresaliente para la época, pero sobre todo lo fue por su capacidad de adicción, ya que pocos juegos como este, o ninguno, nos engancharon hasta terminarlo.
Este videojuego fue el primero de una saga que continuó con dos juegos más, pero el videojuego de hoy significó para muchos un acercamiento al mundo de los videojuegos como pocos lo fueron. Por ello hoy nos paramos a recordar lo que fue, y nos despedimos hasta la próxima vez que veamos a Popolon y la princesa rescatada, hasta otro episodio, aquí, en la columna retro, donde rememoramos los videojuegos que alguna vez te hicieron perder las tardes de tu infancia.