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Una mirada semanal al pasado, recordando grandes juegos clásicos y momentos de la historia del videojuego.

Virtua Tennis: Punto de partido para Sega

Un Carlos Moyá poligonal derribando bolos.
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Actualizado: 17: 0/0/21:31
Pocos muebles tan hermosos como el de la NAOMI.

El romance del tenis con los videojuegos se remonta a los mismísimos inicios del medio. En 1958 William Higginbotham y Robert V. Dvorak crearon el sorprendente Tennis for Two, utilizando una computadora analógica y un osciloscopio. A principios de los 70 llegaría el gran Ralph Baer con el revolucionario Table Tennis para su Brown Box/Magnavox Odyssey, el cual sería "fusilado" sin contemplaciones por Nolan Bushnell para crear el popular Pong, una rudimentaria, aunque hipnótica y adictiva, versión hipersimplificada del tenis. A lo largo de los años que sucedieron al clásico de Atari casi todos los sistemas domésticos disfrutaron de su propia adaptación del deporte de la raqueta. Los más veteranos recordarán el mítico Match Point de Psion para ordenadores de 8 bits, y aún hoy en día muchos seguimos sin decidir cuál ha sido el mejor juego de tenis de la historia: Final Match Tennis para PC Engine o su sucesor "espiritual", el Super Tennis de Super Nintendo.

El 'Virtua Tennis' de Dreamcast sigue siendo una maravilla.

Esta semana, y al calor del reciente lanzamiento de AO International Tennis hemos querido centrarnos en uno de los títulos que mejor han sabido fusionar este deporte con el arcade puro y duro. Hablamos, claro está, del magistral Virtua Tennis de Sega.

En el juego podíamos elegir entre dos cámaras distintas. Una aérea y otra situada a espaldas de nuestro tenista.

Esta placa, creada en 1999 por el departamento AM3 de Sega (posteriormente reconvertido en Hitmaker), logró enamorar tanto a los fans más acérrimos del tenis como a los que jamás habían cogido una raqueta en toda su vida. Virtua Tennis era tan espectacular como divertido. Una auténtica maravilla poligonal en la que podíamos encarnar a ocho de los mejores tenistas de aquel momento.

Nada más introducir una moneda en la recreativa, que encerraba en su interior una placa Naomi, podíamos elegir entre ocho tenistas de relumbrón: Carlos Moyá, Jim Courier, Mark Philippoussis, Cédric Pioline, Tommy Haas, Tim Henman, Yevgeny Kafeinkov y Thomas Johansson.

Tanto en la placa como en el juego de DC aparecen ocho de los mejores tenistas de aquel momento.

Cada uno de ellos tenía un punto fuerte respecto al resto (un revés demoledor, un saque capaz de tumbar un tractor, etc…) que aparecía remarcado en la pantalla de selección, aunque Sega equilibró bastante el juego para que todo el mundo pudiera disfrutar con el deportista de su propio país.

Los mejores golpes eran recompensados con una repetición.

Virtua Tennis era un puro y absoluto vicio, gracias a un control tan accesible como preciso, en el que se combinaba el uso del stick con los diferentes botones para ejecutar todo tipo de diabluras sobre la pista. Todo ello reflejado con unos gráficos realmente espectaculares para su época y una música sorprendentemente cañera para tratarse de un juego de tenis.

Podíamos jugar sobre césped, tierra batida o cemento.

Las características de Naomi facilitaron enormemente la conversión de la placa a Dreamcast (de hecho la consola de Sega compartía la misma arquitectura). El port llegó a las tiendas españolas en septiembre del 2000, solo un par de meses después del lanzamiento en Estados Unidos. En Japón no vería la luz hasta noviembre de aquel año, con el mismo nombre con el que aterrizó en los recreativos nipones: Power Smash.

En Japón la saga era conocida como Power Smash. La secuela incorporó famosas tenistas como las hermanas Williams.

La versión doméstica perdió algo de calidad gráfica respecto a la recreativa, aunque a cambio nos regaló el modo World Circuit, en el que debíamos ir ascendiendo dentro la posición 300 del ránking hasta lo más alto, a base de participar en torneos repartidos por todo el planeta, sobre diversas superficies: hierba, tierra batida o cemento.

En la tienda podíamos adquirir ropita e incluso un compañero para disputar los partidos de dobles.

Cada victoria no solo nos permitía escalar posiciones en el ránking, sino que nos proporcionaba una suma de dinero que podíamos gastar en la tienda del juego. Más allá de la típica ropita para personalizar a nuestro personaje, en la tienda se podían desbloquear pistas extra, nuevos tenistas para los modos Arcade y Exhibición y, sobre todo, un compañero controlado por la IA, imprescindible para poder participar en los partidos de dobles.

Cada uno de los tenistas tenía un 'punto fuerte' respecto a sus rivales.

Aunque sin duda, lo más recordado de la versión doméstica de Virtua Tennis son los minijuegos, diseñados para ayudarnos a dominar diferentes golpes de una manera divertidísima. Estos iban surgiendo por el globo terráqueo a medida que escalábamos posiciones en el ránking y acaban enganchando más que los propios partidos de tenis.

Los minijuegos eran lo más divertido de World Circuit.

De entre los numerosos minijuegos que ofrecía Virtua Tennis (Smash Box, Giant Ball, Bull’s Eye, Big Wall, Cannon Ball…) hay uno que resultaba especialmente adictivo: Pin Crasher, en el que debíamos derribar bolos a base de raquetazos.

Es imposible echar una única partida a Pin Crasher.

Para poder escribir esta reseña, servidor ha desempolvado su vieja Dreamcast (que sigue funcionando a la perfección, ya que Sega hacía las cosas para durar) y no he podido evitar los cantos de sirena de Pin Crasher, 18 años después. De hecho, y como ya me pasó entonces, acabé con la A del botón rojo del mando de Dreamcast grabado a fuego en la yema del pulgar, a base de presionar el mando como un bestia. Virtua Tennis fue el motivo por el que acabé comprando una adaptador third party para conectar el mando de la PlayStation a Dreamcast. Siempre acababa, literalmente, con el pulgar en carne viva.

Así se me quedó el pulgar tras una sesión con el 'Virtua Tennis' de DC. 18 años después, la A volvió a grabarse a fuego en mi pulgar.

En 2002 Virtua Tennis también aterrizó en PC, y en 2003 acabaría recibiendo sendas conversiones para Game Boy Advance y la N-Gage de Nokia. El arrollador éxito del juego, tanto en los salones recreativos como en el mercado doméstico, propició el lanzamiento en 2001 de una secuela, Virtua Tennis 2, que incorporó tenistas femeninas tan conocidas como Monica Seles o las hermanas Serena y Venus Williams, ya sea para jugar en solitario como a la hora de participar en dobles mixtos junto a tenistas masculinos como Patrick Rafter, Magnus Norman o nuestro Carlos Moyá.

Sega hacía las cosas para durar. Han pasado casi 20 años, pero ahí siguen la Dreamcast y su Visual Memory, funcionando sin tacha.

Virtua Tennis 2 llegó a Dreamcast ese mismo 2001 (por cierto, la entrada de cuatro mandos de la consola de Sega era ideal para montar partidas de dobles con amigotes), y también supuso el debut de la franquicia en PlayStation 2. Como nota curiosa, en el mercado americano abandonó el nombre original para adoptar el de Tennis 2K2 (DC) y Sega Sports Tennis (PS2).

¿Se puede ser más chulo?

La saga llegó a PSP en 2005 con Virtua Tennis: World Tour y en 2006 los salones recreativos recibieron con los brazos abiertos a Virtua Tennis 3, que corría sobre el hardware Lindbergh, el mismo utilizado en Virtua Fighter 5 y AfterBurner Climax.

Virtua Tennis 3 sería convertido posteriormente a PlayStation 3, Xbox 360, PSP y PC. Las tres últimas entregas de la saga, Virtua Tennis 2009, Virtua Tennis 4 (2011) y Virtua Tennis 4: Edición World Tour abandonaron los recreativos para centrarse solo en el mercado doméstico.

La saga dio el salto a los dispositivos móviles con 'Virtua Tennis Challenge'.
'Virtua Tennis 3' ya incorporaba a Rafa Nadal.

Por cierto, a la hora de hablar de los Virtua Tennis es imprescindible resaltar el papel de Mie Kumagai, quien ha llevado el timón de la franquicia desde que ejerció de productora de la conversión a Dreamcast de la primera entrega. Una auténtica jefaza responsable de otras gloriosas placas de Sega como Decathlete y Confidential Mission, a la que tuve el honor de conocer en una visita a Sega Japón, donde también pude ver por el rabillo del ojo el testeo de AfterBurner Climax, ante el espanto de la jefa de prensa de Sega Inglaterra. Pero esa es otra historia.

¿Seguís dándole al Virtua Tennis de Dreamcast? ¿Qué entrega es vuestra favorita? ¿Cuántas horas quemasteis con los minijuegos? ¿A alguien más se le clavaban los botones del mando de DC en el pulgar? Como siempre, esperamos vuestros comentarios y anécdotas.

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