Mega Drive, años noventa, cuatro palabras que unidas nos hacen volver a una época en la que Sega era una compañía que producía software y hardware, con una consola en escena que hizo disfrutar a muchos con un catálogo, que si bien fue algo escueto comparado con otras consolas, recopiló sobresalientes videojuegos que hicieron poner al límite los circuitos de la 16 bits de Sega.
Muchos conocemos los juegos destacados de este sistema. Los rankings que podemos ver por cualquier rincón nos muestran los típicos juegos que destacaban, pero hoy nos detendremos como en otras ocasiones en un título que para muchos es un total desconocido por varias razones.
Lo cierto es que Ranger X fue un videojuego cruelmente tratado, ya que lo primero que nos viene a la cabeza al jugar a él, es cómo es posible que un juego de este calibre pasara desapercibido para muchos, y nosotros los primeros, entonamos el mea culpa, ya que este cartucho tiene un nivel gráfico y sonoro no sólo a la altura de los más grandes, sino que los supera en muchos casos.
Lo primero que llama la atención de este videojuego es la compañía que lo desarrolló, ya que si bien fue publicado por Sega of America, fue programado por la desconocida compañía nipona GAU Entertainment, la cual trabajó en la sombra coproduciendo videojuegos para compañías como Sega, Capcom, Square, Atlus, Taito, Takara y Namco.
La compañía actualmente tiene el nombre de Nex Entertainment, después de fusionarse con Nextech y ser comprada en 1997 por Sega. Este estudio trabajó en bastantes sistemas, desde Game Boy Advance hasta Dreamcast, pasando por PlayStation 3 y por supuesto volviendo a la consola en la que lanzó Ranger X en 1993, Mega Drive.
El portento llevado al límite
El videojuego de hoy es un run 'n gun de corte clásico, pero aderezado con los mencionados apartados gráficos y sonoros que hacen que sea un delicia. La historia nos cuenta cómo en Homeworld se intentan defender de un ataque de las fuerzas invasoras de Rahuna. La tribu Tech y la tribu Ranger descubren un exoesqueleto que les da las fuerzas e ilusión suficientes como para intentar vencer a las malvadas fuerzas de Rahuna, el problema es que no hay nadie capaz de enfundarse la armadura con garantías, ¿o seremos nosotros ese Ranger X capaz de derrotar a los invasores?
En el juego controlamos a un mecha capaz de recorrer pequeños espacios durante un corto vuelo, el cual debemos manejar con mesura, pues el sobrecalentamiento del traje nos hace buscar tierra para enfriarlo. El exoesqueleto en el cual vamos metidos es un monstruoso mecha de varios metros de altura, el cual hace que los escenarios cobren sentido al ver las dimensiones de los demás elementos en pantalla, pero ¡qué es lo que vemos en la pantalla!
El juego lleva a los límites a nuestras Mega Drive, ya que lo primero que llama la atención es un colorido absolutamente inusual para tratarse de este sistema, el cual disponía de una paleta de colores de 512, pudiendo mostrar 64 de estos de manera simultánea en pantalla. Ahí entro en juego la maestría de este equipo de desarrollo, pues logró exprimir este apartado aumentando a 128 los colores simultáneos en pantalla, todo un logro técnico, y siendo justo la mitad de colores que podía manejar su principal competidora, Super Nintendo, con sus conocidos 256 colores.
Este es uno de los primeros aspectos que sorprende del título, pero este cartucho esconde otros secretos, como unas introducciones a las misiones con unos rudimentarios gráficos poligonales que sorprenden, mucho antes de que la compañía nipona sacase su chip Sega Virtua Processor.
El festival de efectos no se queda aquí, y al magnífico diseño de escenarios, enemigos y los colosales jefes finales se les unen unos efectos que simulan bastante bien las 3D, junto a los incombustibles planos de scroll que se mueven a las mil maravillas, a pesar de abusar en ocasiones de los sprites simultáneos en pantalla que provocan el flickering, que demuestra que este equipo llevó al límite a Mega Drive.
El aspecto sonoro también destaca por sus exquisitos efectos de sonido, que demuestran el buen gusto por dotar al colosal mecha de unos FX bastante realistas y acertados. Las melodías destacan sobre todo por ser dinámicas y adaptarse al momento por el cual pasamos en el juego, y encontramos unos temas que disfrutamos cada vez que los escuchamos.
Todo esto no sería nada de no ser porque la jugabilidad estaba a la altura. El personaje se mueve de maravilla, teniendo en cuenta sus dimensiones y peso, ya que la agilidad está adaptada con bastante acierto al contexto en el que se mueve, y la variedad de armas, enemigos de final de fase y la moto que manejamos a la vez que controlamos el disparo de nuestro personaje -si disponemos de un mando con seis botones-, ponen un broche de oro para un juego realmente sorprendente.
No es especialmente largo, pero su peculiar jugabilidad en algunas ocasiones hace que merezca la pena pasar un tiempo aprendiendo todas las bondades que contiene, para un juego tan desconocido como diferente.
A pesar de los años que lleva a sus espaldas es uno de esos juegos que incluso ha mejorado con el tiempo, y se acerca a muchas de las actuales experiencias indie, demostrando que nos perdimos un juego capaz de divertir, y sobresaliente en todos sus aspectos, ¿tú por qué te lo perdiste?