Si por algo mucha gente se preguntaba por qué empezó a despegar de esa manera el sistema Famicon en tierras niponas, deberá echar un vistazo a este pequeño cartucho que un tal Shigeru Miyamoto ideó y lanzó apenas unos meses para la recién nacida Famicom.
El padre de Super Mario es conocido por dar vida a muchas emblemáticas sagas y multitud de personajes, pero Excitebike es uno de esos pequeños títulos en los que se aprecian unos pequeños toques de genialidad y sencillez, que lograron y redondearon el famosísimo juego de motocross lanzado un 30 de noviembre del año 1984.
En aquel día de aquel año, todavía no existía el primer Super Mario Bros, pero Famicom vio como el juego que hoy traemos a nuestros días, empezaba a destacar entre los que lo probaban. Miyamoto y su equipo habían sacado a la venta un juego que rápidamente se hizo popular, puesto que a la sencillez de sus controles, se le unió algo que reavivó el panorama de los juegos de carreras: el modo editor.
El equilibrio perfecto
El primer día de septiembre de 1986, desembarca Excitebike en Europa y en nuestra flamante NES, casi dos años después de su lanzamiento en Japón, por fin lo teníamos en nuestras manos:
Volviendo al boom que desató el modo de edición de este juego, cierto es que no era el primer juego que incluía un modo de edición, pero al ser un juego tan adictivo y popular, rápidamente este modo fue uno de los tesoros más comentados entre los jugadores: no solo era divertido, sino que además ¡podíamos correr en nuestros propios circuitos!
Quizás no suene muy emocionante, pero debemos recordar que en el año 1984, la inmensa mayoría de videojuegos carecían de este tipo de editores. El juego no era solamente muy bueno, sino que el editor de pistas lo terminaba de redondear. ¿Te imaginas el primer Super Mario Bros con un editor de niveles incluido en el propio cartucho?
Pero entrando ya en materia jugable, podemos decir que lo que aupó a este juego a los altares de la consola nada más empezar, fue el equilibrio exquisito entre una jugabilidad asequible, precisa, y la técnicidad de sus circuitos y multitud de obstáculos que harán que llegar a controlar nuestra moto antes tal cantidad de obstáculos y adversarios sea sencillamente una pequeña odisea deliciosa.
Elegíamos en el primer menú cómo queríamos jugar, si correr solos contrarreloj o contra otros motoristas manejados por la CPU. La meta consistía en clasificarnos quedando entre los tres primeros, el tiempo para quedar primero se mostraba en los muros del estadio, y el tiempo para lograr quedar terceros, se nos recordaba en la parte inferior izquierda de la pantalla y cuando lográbamos llegar en el primer puesto ¡conseguíamos un nuevo récord!
La gracia del juego consistía en lograr dominar nuestras motos mientras saltábamos y caíamos modificando el ángulo de nuestra moto, con ello y esquivando adversarios y obstáculos y no sobre-calentando el motor, conseguíamos con no poco esfuerzo y varias tardes de ensayo, empezar a entender en qué consistía Excitebike.
Ni que decir tiene que obviamos la parte gráfica, puesto que la consola acababa de nacer y gráficamente no era un despliegue de medios de esta consola, pero si cabe decir que la manera en la que estaban representados los gráficos -mostrados con una perspectiva isométrica y scroll lateral- era novedosa y efectista, y sobre todo, algo que dio personalidad a un título que marcó a muchos por su sencillez y perfecta jugabilidad.
Algo que se mostró en la infinidad de bugs y gliches de los que se aprovechaban los jugadores más avanzados y que podemos ver en este vídeo:
Y es que la mejor manera -a modo personal- que se me ocurre de disfrutar del modo edición de circuitos es la manera de los años ochenta: sacar a tu hermano de la habitación, idear el circuito más enrevesado y dantesco posible, y ver si es capaz de superarlo. Ni que decir tiene que jamás terminamos ninguno de los circuitos que fabricábamos el uno para el otro.
Después de esta pequeña acotación personal, podemos decir que Excitebike fue un juego que se asentaba sobre las bases de la sencillez en el control, y la dificultad de los circuitos y sus adversarios, algo muy común y que muchos añoramos hoy en día en muchos juegos.
Excitebike fue el primero, pero sus secuelas han sido muchas, destacando el Excitebike: Bun Bun Mario Battle Stadium, secuela que para muchos fue el Excitebike 2, y lanzado en el sistema Satellaview disponible solo en Japón -sistema que hablaremos junto a muchas otras rarezas- y que debido a esto, y no a su genial propuesta cambiando a los corredores por personajes del mundo de Mario, fue relegado a una cantidad de público marginal.
Desde entonces muchas han sido las secuelas, ports, y nuevos juegos, como el remake para Wii lanzado no hace mucho en la consola virtual:
Pero no es sino hasta que salió este revival en Wiiware cuando pudimos volver a recordar el verdadero espíritu de Excitebike con un genial modo multijugador que viene a poner el broche a todos los que pudimos jugar este juego en 1984.
Aquel pequeño motorista de vestimenta blanca y roja, que tanto nos hizo disfrutar antaño, vuelve en el envase original, o remozado en forma de revival. ¿Que no tiene nada más que esquivar rivales, obstáculos y saltos? ¿Pero es que acaso necesitamos más para disfrutar de lo que muchos lo queremos volver a probar? Una vez más, gracias Miyamoto por una pequeña y sencilla genialidad.