Crítica de Arcane, la serie de animación de League of Legends

La serie de Riot Games y Fortiche que emite Netflix sorprende por la calidad y personalidad de su animación y atrapa por sus personajes.
Crítica de Arcane, la serie de animación de League of Legends
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Es interesante, a un nivel cultural y de industria, observar el fenómeno League of Legends desde el punto de vista de la narrativa. En 2009 comenzó como un MOBA (juegos multijugador por equipos en los que cada jugador controla a un único personaje con el objetivo de conquistar la base de los oponentes mediante la estrategia y la cooperación) que destacaba por ser gratuito y por pulir la fórmula del mod DotA de Warcraft III. En aquel momento no había intención de contar una historia, y de hecho, el diseño de los campeones era tan diverso que le faltaba personalidad y cohesión artística.

Pero no tardó en explotar: comenzaron los fanarts, Riot Games comenzó a lanzar vídeos musicales espectaculares para presentar a los nuevos personajes (el de Jinx, de hace ocho años, lleva 101 millones de visualizaciones) y para dar contexto argumental a los ya conocidos, y la web oficial se fue actualizando para añadir breves historias de los héroes y descripciones del mundo de Runaterra que sirvieron para ofrecer un molde desde el que se han escrito innumerables fanfics y producciones audiovisuales fan-made.

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Avancemos al pasado más cercano. Riot Games ha creado grupos musicales virtuales compuestos por los propios campeones del juego que tienen tanta popularidad mundial como las boybands y girlbands de los 90. Los torneos presenciales que llenan estadios nacionales están acompañados de puestas en escena espectaculares donde dragones inundan en llamas a los espectadores o donde la banda digital True Damage acompaña en el escenario a los artistas que ponen voz a esos personajes, como Becky G, Duckwrth y Soyeon. Con el sello de publicación de videojuegos Riot Forge otros estudios ampliarán las historias del universo de Runaterra con juegos narrativos. Desde 2016, más de 100 millones de jugadores en todo el mundo juegan cada mes a League of Legends.

Tanto el steampunk de Piltover como la oscura Zaun derrochan personalidad visual.
Tanto el steampunk de Piltover como la oscura Zaun derrochan personalidad visual.

Disculpad todos aquellos que hayáis entrado a este crítica tan solo para saber si la serie está bien o mal, pero consideramos necesario hacer este repaso previo para que todas las personas ajenas a League of Legends sean conscientes de la importancia cultural para cientos de millones de personas y el relieve en el seno de Riot Games que tiene Arcane, la serie de animación tridimensional que Netflix estrenará el 7 de noviembre, una obra a la que es complicado no denominarla como producto por numerosos motivos, pero que sin duda alguna es la mayor superproducción (fuera del live-action) que ha adaptado un videojuegoy que, en los primeros cuatro episodios a los que nos han dado acceso, destaca por una animación brillante, espectacular y con muchísima personalidad que da vida a un mundo y unos personajes que nos mantienen pegados al sofá.

Producida por numerosos estudios de Riot repartidos por todo el mundo junto a los parisinos Fortiche Productions (con quienes han colaborado previamente en videoclips y presentaciones de personajes), Arcane narra a lo largo de sus nueve episodios que transitan por distintas épocas tres historias paralelas que van del conflicto amplio al personal. Por un lado, la convivencia entre las dos ciudades hermanas de Piltover y Zaun, la primera una metrópolis steampunk aristocrática y boyante, la segunda una urbe subterránea e inmunda que sobrevive con las sobras de los anteriores, pero con un fuerte sentido de la comunidad.

En el primer acto vemos la infancia y la adolescencia de los protagonistas y otros campeones del universo Runaterra que también hacen aparición.
En el primer acto vemos la infancia y la adolescencia de los protagonistas y otros campeones del universo Runaterra que también hacen aparición.

Y por otro lado, las historias personales que exploran el pasado y la personalidad de cinco campeones de LoL: en Piltover, el inventor Jayce, su compañero Viktor y la joven Caitlyn, y en Zaun, la trama de la relación de dos hermanas, Vi y Powder (Jinx). La narración se separa en tres actos, con sendos capítulos cada uno: en el trío que se estrena el 7 de noviembre vemos la adolescencia y la juventud de estos personajes a la vez que se nos presentan ambas ciudades, en los siguientes tres episodios (disponibles el 13 de noviembre) avanzan varios años mostrando cómo los fatídicos hechos previos han afectado a los protagonistas y cómo se intensifica el conflicto entre las urbes, y en los capítulos de desenlace (20 de noviembre) la fricción estallará evolucionando la pugna entre Piltover y Zaun y el desarrollo de los personajes hasta lo que conocemos por el juego.

La trama de las dos ciudades, cada una con sus propios problemas internos, sirve para tratar temas como cómo la corrupción económica y moral se puede instalar en cualquier tipo de sociedad, la eterna diatriba entre sociedades ricas y empobrecidas, el abuso policial, y los peligros de la investigación científica descontrolada: en Piltover, una tecnología llamada Hextech capaz de aportar poderes mágicos a cualquiera, en Zaun, la difusión de un narcótico que transforma a humanos en monstruos. Son lugares comunes, conflictos que hemos visto una y otra vez en cualquier medio, pero que aquí se sustentan gracias al atractivo conceptual y visual de ambos mundos, y sobre todo, por cómo todo ello se entrelaza con los personajes.

La expresividad de la animación es increíble.
La expresividad de la animación es increíble.

Porque Arcane es una historia de personajes, de sus emociones, de su desarrollo y de los conflictos que surgen entre ellos. La duda constante de Jayce (Kevin Alejandro) respecto al futuro y las posibilidades de su invención, la gestión de su egolatría, la amistad con Viktor (Harry Lloyd) y el vínculo cercano que tiene con Caitlyn (Katie Leung). El ansia de encontrar su lugar en el mundo de esta última, hastiada de la vida aristocrática que siempre la ha rodeado y le ha impedido vivir de verdad.

Pero por encima de todo, el peso de la función lo tienen Vi (Hailee Steinfeld) y Powder (Ella Purnell), juntas desde la infancia, con una relación tan o más fuerte como la que tendrían hermanas de sangre, y cuyas inseguridades y traumas terminan provocando que se rompa ese vínculo. La evolución de Powder, la historia de cómo termina termina transformándose en la excéntrica criminal Jinx por una serie de duras vivencias; un desarrollo de personaje repleto de tópicos, sí, pero que hasta el momento no solo funciona, sino que es el ancla de la serie. Powder/Jinx se come la pantalla en cada aparición.

No faltarán escenas de acción muy espectaculares y dinámicas.
No faltarán escenas de acción muy espectaculares y dinámicas.

Cuando hablamos de comerse la pantalla no lo decimos solo por el excelente trabajo de las actrices y los actores de doblaje que dan vida a cada personaje, sino por la expresividad de los mismos. La animación no solo es diferente a cualquier otra cosa que se nos ocurra, repleta de dinamismo (las persecuciones y las peleas son simplemente espectaculares) y con atención a cada mínimo detalle que da a cada colorido escenario una sensación de viveza digna de las mejores producciones animadas de la gran pantalla. La animación brilla en las expresiones, en el lenguaje corporal de los personajes, en las miradas, en los sollozos, en los gritos, en los enfados y en las risas de felicidad y de locura; momentos en los que casi siempre están implicadas Vi y Jinx.

En muchas de esas escenas la música, que siempre entra en el momento exacto, tiene muchísima importancia para sostener o aumentar la emoción pretendida: hablamos de temas originales de Imagine Dragons, Bea Miller, Denzel Curry y otros grupos y estrellas internacionales que dejan patente, una vez más, los valores de producción de Arcane.

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Es difícil no recomendar Arcane a cualquiera que conozca el universo de League of Legends, aunque lleve años sin tocar el videojuego: aprender a través de un guión con buen ritmo y con una historia funcional sin florituras el trasfondo de personajes icónicos es un regalo para los fans. Pero vamos más allá. La trama que se cuenta aquí es una historia de orígenes, por lo que no es necesario sentir arraigo por Vi, Jinx, Caitlyn y compañía. Si bien la trama reflejada en los primeros cuatro capítulos no da síntomas de que nos vayan a decir nada que no nos hayan dicho antes muchas otras producciones, la animación, la puesta en escena y el atractivo visual de su mundo son suficiente motivo para que cualquier aficionado a la animación le de un tiento.

Hemos realizado esta crítica tras obtener acceso a screeners de los cuatro primeros episodios ofrecidos por Netflix.

Fran G. Matas
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