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Dune: De la historia de ciencia ficción imposible de adaptar en cine a la obra de arte que puede salvar a Warner

'Dune: Parte dos' consolida el éxito de Denis Villeneuve en su ambiciosa adaptación de la novela de Frank Herbert, un clásico de la ciencia ficción. Pero hubo otros intentos anteriores. Los recordamos

Dune: Parte dos, la épica concusión de la aventura de Dune: Parte uno, ha sido un éxito indiscutible e irá a más con el paso de los días. La taquilla ha respondido, convirtiéndose en uno de los proyectos cinematográficos más importantes de la década, un fenómeno en el Séptimo Arte conducido por el canadiense Denis Villeneuve que ha revivido el interés en la obra maestra de Frank Herbert, una historia arraigada en un complejo universo de ciencia ficción lleno de personajes, intrigas, guerras santas y gusanos de arena gigantes. Publicada en 1965, esta saga literaria ha cautivado a millones de lectores a lo largo de décadas. Su historia en el cine y la televisión son merecedoras de especial atención. Os la relatamos.

Dune: el relato de Frank Herbert ha cautivado la imaginación de lectores y cineastas pero que era imposible de adaptar

Dune es una novela especial. Afianzada en su intrincada trama política, su exploración de temas como la religión y el poder, y su mundo futurista fascinante han desafiado a generaciones de lectores a sumergirse en sus páginas. Es un relato vivo que ha pasado de generación en generación, siendo incluso continuado por el hijo del autor Brian Herbert, en sucesivas secuelas, precuelas e historias anexas. Sin embargo, llevar esta compleja experiencia literaria a la pantalla grande ha sido un desafío monumental, plagado de obstáculos y desafíos únicos para cada cineasta que se ha aventurado en ello. La travesía, el peregrinaje por el desierto de Arrakis, no siempre ha sido sencillo.

Hablemos del desértico planeta Arrakis, conocido como Dune, el colosal telón de fondo de esta saga intergaláctica y de todo lo que lo rodea. En un futuro distante, las casas nobles luchan ferozmente por el control de la preciada especia melange, una sustancia que sostiene el Imperio. Tanto la novela original como las distintas películas, se desarrollan en un escenario convulso ambientado miles de años en el futuro, en el que la humanidad intenta sobrevivir mientras se expande por todo los rincones del universo. Las grandes distancias entre las colonias y el planeta capital del Imperio han conseguido que las familias funden casas aristocráticas distintas, dirigiendo cada planeta o sistema con su particular ley, y devolviendo a la palestra cierta organización propia del feudalismo entre las estrellas. Esta situación no ha generado una rotura de vínculos con el citado Imperio, dirigido por el Emperador de la Casa Corrino, que intenta sostener un buen número de planetas bajo su mando mientras ata y desata conspiraciones para derrocarle. En el transcurso de estos miles y miles de años, se ha fundado una importante hermandad, las Bene Gesserit, un grupo de mujeres que juega un papel importante en la vida social, religiosa y política en todo el Imperio.

Frank Herbert tardó más de 7 años en escribir 'Dune': su historia sobre los Mesías, los oligopolios energéticos y el ecologismo, cautivó a millones de lectores

También tenemos a los Mentats. Debido una guerra brutal que sacudió a toda la raza humana hace miles de años, las máquinas inteligentes y todas las inteligencias artificiales se destruyeron 10.000 años antes de los eventos de la primera novela de Dune en la llamada Jihad Butleriana, un conflicto que cambió para siempre nuestra progresión tecnológica. En este contexto, surgió un problema. Las distancias en el espacio son gigantescas, y la comunicación y el viaje entre mundos era vital para mantener el mandato del Emperador de la Casa Corrino y el vínculo entre las distintas casas. Y entonces surgió la especia y Arrakis.

No obstante, debemos enfatizar que Herbert describió en su novela con gran detalle las relaciones de poder entre los oligopolios energéticos que dan vida a un Imperio en expansión y en colapso, con gran dependencia de una serie de recursos. Para muchos lectores -incluso a día de hoy-, esto fue un reflejo del momento y el contexto en el que se escribió la novela, con países occidentales dependientes del petróleo y con el aumento de las corrientes revolucionarias que buscaban luchar contra el poder establecido y la cada vez más más marcada diferencia de clases y creencias. En aquellos años de revolución y despertar, por doquier surgieron los mesías y los que proclamaban que, a su manera, traerían la salvación a sus seguidores. Así pues era lógico que surgieran ambiciones de rodar una película que hiciera justicia a sus páginas e ideas.

La malograda -aunque mítica- versión de Alejandro Jodorowsky: de cómo el chileno intentó viajar a Arrakis y acabó escaldado

La intención de adaptar Dune se remonta a la década de 1970, y ya entonces demostró ser un hueso duro de roer. La emblemática productora Apjac International de Arthur P. Jacobs, inspirado por el éxito de El Planeta de los Simios, adquirió los derechos cinematográficos en 1971, pero se encontró con un inesperado alto en el camino, ya que su principal valedor, el propio Jacobs, falleció de forma trágica. En este inestable contexto, mientras las cintas space opera y la ciencia ficción vivía una nueva edad dorada en el cine, apareció el director chileno Alejandro Jodorowsky, firmante de una de las adaptaciones cinematográficas más famosas de la historia del Séptimo Arte, y eso que su proyecto nunca llegó a realizarse. Aunque nunca se completó por diversos motivos, su infructuosos intento sigue siendo objeto de fascinación y especulación entre los seguidores del cine y los aficionados de la obra de Jodorowsky, dando incluso pie a un documental que relató por qué su idea acabó hundiéndose entre las arenas dirigido por Frank Pavich.

La adaptación de Jodorowsky habría sido lisérgica, extraña y de gran presupuesto

A principios de la década de 1970, el productor francés Michel Seydoux -sí, Lea Seydoux, que aparece en la adaptación de Villeneuve, es su sobrina nieta- adquirió los derechos cinematográficos de Dune y se los ofreció a Jodorowsky, quien en ese momento ya era conocido por sus películas surrealistas y provocativas como El Topo y La montaña sagrada. No lo dudó. Lo que siguió al sí quiero fue un extenso y pormenorizado proceso de preproducción, uno de los más ambiciosos a nivel creativo del director, pero también caótico y tumultuoso, tanto que podríamos decirse que acabó siendo engullido por su incalculable escala. Jodorowsky apuntó a los cielos y se rodeó de un equipo talentoso que incluía al diseñador de producción H.R. Giger, al artista de cómics Moebius, al diseñador de vestuario Dan O'Bannon y al músico Pink Floyd, entre otros, colaborando con los mejores ilustradores y creativos del planeta. Y no, no estamos exagerando ni un ápice. Juntos, crearon un vasto conjunto de diseños de producción, storyboards detallados y una visión única para la adaptación de la novela de Herbert.

Sin embargo, el proyecto finalmente colapsó y se vino abajo debido a numerosos desacuerdos financieros y logísticos. El principal es el más claro: la película habría sido demasiado costosa de producir y los estudios de Hollywood, sobre todo en aquella épica, se mostraron muy reacios a invertir en un proyecto tan arriesgado y experimental. El chileno quería a Salvador Dalí, Orson Welles y Mick Jagger en el reparto, y sus excentricidades acabaron en un callejón sin salida. Pero su legado perdura a día de hoy. Gran parte de los diseños y conceptos desarrollados para la adaptación de Jodorowsky acabaron siendo reinterpretados en otras obras y en futuras adaptaciones de Dune, como la de David Lynch. Sin ir más lejos, los artes de Giger en la versión de Jodorowsky fueron decisivos en el diseño de la película Alien de Ridley Scott, que contó con gran parte de talento reclutado en aquella cinta.

David Lynch se sube al Shai-Hulud: Dune fue un intentó ambicioso en los años ochenta pero falló estrepitosamente

Llegamos a los años ochenta. Pese a que Scott intentó rodar su versión, Dune seguía inédita en la gran pantalla y todo el mundo comenzó a catalogar el proyecto como maldito. La popularidad de la novela crecía década tras década, y en 1984, David Lynch se embarcó en una interpretación única y visualmente impactante de la épica historia de Herbert. El director, emblema de los relatos surrealistas, y con gran habilidad para crear mundos vívidos y atmosféricos, surcó la galaxia para narrar la historia del noble Paul Atreides y su viaje hacia el planeta desértico de Arrakis. No nos andaremos con rodeos, se trata de una adaptación controvertida, que dividió a críticos y fans por igual, y que acabó enfrentándose a limitaciones de tiempo y presupuesto, que cercenaron la visión de Lynch de la historia.

La obra de Lynch sigue siendo muy controvertida

Imbuida de una atmósfera única, que se siente como un sueño febril o como una de las visiones de Usul, contó con un reparo de altos vuelos. con Kyle MacLachlan dando vida a Paul Atreides, que supo capturar la complejidad y el heroísmo del personaje central de la saga de Herbert. No fue el único nombre con lustre, ya que Francesca Annis, Sting, Sean Young y Patrick Stewart, se dejaron caer por la cinta, aportando cierto aire de superproducción de Hollywood. Pero como os decíamos, no salió bien. La versión simplificaba muchos aspectos de la trama y el devenir de los personajes, condensando en exceso la historia, y otorgando a ciertos pasajes de una simpleza casi sonrojante. Sí, a día de hoy se ha comenzado a reivindicar por su estilo visual distintivo y su enfoque audaz, y sigue siendo objeto de debate, pero la Dune de Lynch se quedó en un quiero y no puedo.

Menos presupuesto, menos espectacular: la versión de los años 2000 de Dune llegó a la televisión prometiendo fidelidad a Frank Herbert

Pasarían muchos, muchísimos años, hasta que los Fremen regresaran al medio audiovisual. Hablamos de la miniserie de televisión de Dune, estrenada en el año 2000, y que dirigida por John Harrison, se esfuerza por ser más fiel al material original de Frank Herbert. Y lo hace. Esta ambiciosa adaptación de tres partes, titulada Dune e Hijos de Dune (esta última condensa Mesías de Dune e Hijos de Dune), se beneficiaba de tener un mayor tiempo de pantalla que la película de Lynch, permitiéndose explorar con todo lujo de detalles a los personajes y la trama de los distintos libros usados como base. Su narrativa era más coherente, se mostraba la platica interna de las Casas nobles, y Arrakis y los Fremen, parecían tener una mejor interpretación.

La miniserie de televisión fue un éxito en términos de respeto y fidelidad a la novela, pero su presupuesto era limitado

Una de los aspectos más interesantes de esta versión radicaba en su reparto, con un Alec Newman que brillaba como Paul Atreides, capturando la lucha interna y el crecimiento del personaje a medida que se convierte en el líder mesiánico de Arrakis. Y qué decir de los secundarios. La ficción contaba con nombres como los de William Hurt, Saskia Reeves y Ian McNeice, aportando un grado de veteranía y lustre que sentaba como un guante a la presentación, que por otra parte, no era gran cosa. Su naturaleza televisiva estaba patente, y esta versión, de forma evidente, queda despojada de lo majestuoso del intento ochentero de Lynch y Dino De Laurentiis. Su secuela, Hijos de Dune, con James McAvoy, aumentaba algo su envoltorio pero adoleció a la postre de los mismos defectos. Pese a todo, durante décadas, fue el estándar que tendría que seguirse en caso de una nueva versión cinematográfica o televisiva.

Denis Villeneuve es el Mahdi: su Dune es la recompensa a un largo peregrinaje en el desierto

Y llegó Denis Villeneuve. El cineasta de La llegada o Blade Runner 2049, siempre quiso adaptar Dune al cine, y desarrollaba storyboards con su compañero de clase mientras devoraba una y otra vez la novela de Herbert. Enamorado por la épica de Star Wars y la escala de los parajes naturales filmados por George Lucas en la entrega fundacional de la saga galáctica en 1977, el realizador canadiense desarrolló un particular amor por la historia de Paul Atreides gracias a las enseñanzas de su abuela, que le inculcó un profundo respeto por la Tierra y la vida que pulula en ella y nos rodea. Armado de valor, y con una carrera cinematográfica sólida como pocas, le propuso a Warner regresar a las arenas de Arrakis en una ambiciosa adaptación dividida en dos partes.

Y lo cierto, a la vista está, que le ha salido bien. Armado con un presupuesto colosal, su épica visión con Timothée Chalamet y Zendeya en el reparto -entre muchos otros nombres, es la mejor y más ambiciosas hasta la fecha. Su Dune ha llegado a los cines demostrándonos la importancia de las grandes sagas e historias del pasado: sus ecos perduran en las generaciones del presente y en aquellas que están por venir.

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