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Ellie: la narrativa al servicio de la psicología en The Last of Us Parte II

Ponemos la lupa en el personaje de Ellie, una protagonista cegada por un odio y una sed de venganza que se explican a través de su propio diseño y desarrollo como personaje.

Aviso: el siguiente artículo incluye spoilers importantes de la historia de The Last of Us Parte II.

So needless to say
I'm odds and ends
But I'll be stumbling away
Slowly learning that life is okay
Say after me
It's no better to be safe than sorry

"El trastorno de estrés postraumático (TEPT) es un trastorno psiquiátrico que puede ocurrir en personas que han experimentado o presenciado un evento traumático como un desastre natural, un accidente grave, un acto terrorista, guerra / combate, violación u otro asalto personal violento", es la definición que nos brinda la APA (American Psychiatric Association). Si hay algo que nos atrae de los videojuegos es el poder que nos brinda este medio para vivir otras vidas, conocer otros lugares, sumergirnos en aventuras que se escapan por completo de nuestro control o que jamás imaginaríamos que formarían parte de nuestro día a día. La empatía es una herramienta fundamental en títulos donde se requiere de una cierta capacidad de interpretación; es pieza clave a la hora de comprender una narrativa, las intenciones creativas de un estudio o la trama en sí que nos ofrece el juego en cuestión.

The Last of Us Parte II se ha despedido de nosotros dejando en nuestro paladar el regusto amargo de la venganza, y el sabor dulce de la bondad. Ellie no ha sido un personaje fácil de entender, ¿cierto? Es posible que, al principio, comprendiéramos los motivos de su venganza. Es posible que compartiéramos con ella el deseo de matar, las ganas de ver saciado nuestro propio ego. "¡Exijo una satisfacción!", era la frase con la que se iniciaban numerosos duelos en la Europa del siglo XV. En el 2013 postapocalíptico de Naughty Dog esta expresión se ha convertido en el leitmotiv de la aventura. Probablemente nos hayamos sentido frustrados por tener que jugar con el personaje que es centro y objeto de toda nuestra ira: Abby, que asesina a Joel sin que le tiemble el pulso con un palo de golf. Es una escena brutal que se queda marcada en la retina de Ellie… pero también en la nuestra. A pesar de ello, Naughty Dog no sólo nos obliga a mirar a la cara a nuestro enemigo, sino que también nos invita a comprenderlo. Sólo de este modo, podemos ser conscientes de cuán serio es el duelo que está librando Ellie en su interior.

La muerte de Joel es el momento que marca el inicio de esta ambiciosa aventura y epopeya que ha supuesto The Last of Us 2. Naughty Dog buscaba algo que nos doliera, que nos removiera en nuestros asientos: han hecho la del alemán Bertolt Brecht y su teatro incómodo; la obra tiene que hacer que nos sintamos parte de la historia, que cuestionemos nuestra función como jugadores. No se trata sólo de coger un mando y apretar botones: se trata de comprender.

De esta manera, con el punto de inflexión que supone el asesinato de Joel, nos invitan a echar un vistazo al veneno, a la ponzoña que Ellie siente por dentro. Tiene el alma podrida, y nosotros tenemos que ser testigos de ello. Hablamos de un personaje que padece estrés posttraumático. Hablamos de un personaje que no podemos juzgar alegremente desde nuestros sillones, un personaje que sólo podemos contentarnos con la idea de creer que la entendemos, cuando no nos acercamos a la verdad ni de forma remota. Sin embargo, Naughty Dog nos ha dejado las pistas y huellas necesarias para poder entenderla.

Ellie: una lente propia

"Tendría que haber muerto en aquel puto hospital. Pero tú me lo impediste"

Un buen desarrollo de personaje es ese que nos permite ir desenvolviendo, capa a capa, paso a paso, las diferentes facetas del personaje en cuestión. A medida que lo acompañamos a través de su historia, somos testigos de cómo se anudan en su esencia y en su psicología los diferentes acontecimientos y vivencias que ha atravesado. Como si fuera un collage donde quedan reflejadas tanto las buenas experiencias como las malas, el carácter del personaje queda impregnado de todo lo que la ha hecho crecer. Ellie se ha estado desarrollando ante nuestros ojos desde que se publicó The Last of Us en el año 2013, mientras que el DLC Left Behind nos ayudó a verla madurar un poco más. De una forma elegante y sutil, Naughty Dog ha ido aportando granitos de arena que invita a que todos los jugadores tengan una idea más o menos común de lo que representa Ellie: su lado bondadoso, pero también un lado oscuro que queda perfectamente enraizado y explicado a través de los diferentes acontecimientos que le toca vivir.

Hay dos grandes estigmas en el carácter de Ellie, dos demonios que han ido creciendo conforme el propio personaje también ha madurado: su inmunidad al cordyceps, el hongo que provoca la pandemia en el primer videojuego; y la intervención de Joel cuando impide que los Luciérnagas puedan crear la vacuna haciendo uso de la propia Ellie. Si ponemos la lupa en estas dos cuestiones, descubrimos un detalle interesante: Ellie no tiene capacidad de decisión en ninguno de estos dos hechos. Ellie no decidió ser inmune al virus, del mismo modo que tampoco tuvo ocasión de poder manifestar su deseo de morir o no para salvar el mundo. Como suele decirse: recogemos lo que sembramos, y estos dos puntos han servido para sembrar las semillas del odio que Ellie necesitará desahogar en la secuela, y que será canalizado y enfocado hacia Abby.

Los demonios de Ellie: creciendo a su lado

En el DLC Left Behind comienza a labrarse el carácter de Ellie, el primer vestigio que va a marcar el comportamiento de nuestra protagonista de cara a The Last of Us Parte 2. Nuestra protagonista, apenas una adolescente, descubre de la peor manera posible que es inmune al virus: con la pérdida de su primer amor, Riley. Esto provoca que la inmunidad resulte para ella, más que algo positivo y digno de alegría, una tortura. Además, este hecho marcará una gran inseguridad en el personaje que podemos ver que impregna su propia relación con Dina. Por otro lado, a causa de esa inmunidad Ellie es testigo de cómo muchos pierden la vida por salvarla a ella: empezando por Tess, la compañera de Joel. Si nos fijamos, estos acontecimientos no hacen más que agolpar piedras en el alma de Ellie. El viaje que emprende con Joel, el sufrimiento, el dolor y la incertidumbre que enfrenta a lo largo de The Last of Us, son otras piedrecitas que se van sumando a su personalidad. Pero es una niña: tiene maneras de enfrentarse al dolor de unas formas que Naughty Dog nos deja patentes forjando un carácter que se nos antoja entrañable. A través de su pasión por los cómics o por la música, Ellie es capaz de entretener sus pensamientos del mismo modo que lo haría alguien de su edad.

Sin embargo, este enfoque cambia al final del primer juego y al comienzo de The Last of Us 2: Ellie ya no es una niña. Es consciente de que la intervención de Joel en el St. Mary's Hospital, la base de los Luciérnagas en Seattle, ha hecho que su vida no tenga sentido. Después de todo, si ella es la cura para la pandemia, ¿qué menos que actuar como tal? Este es el punto donde encontramos cómo la relación entre Ellie y Joel se enfría hasta el punto de que ambos se distancian. Discuten. La relación padre-hija que veíamos florecer en el primer juego se marchita. La realidad cae como una jarra de agua fría: Ellie no se ve capaz de perdonar a Joel.

La relación padre-hija que veíamos florecer en el primer juego se marchita

La escena del baile, donde Joel interviene -una vez más- para defender a Ellie y a Dina de la increpación de Seth en Jackson, desemboca en que nuestra protagonista estalle contra él. Los jugadores no sabrán qué sucede después de este encontronazo hasta el final del juego, donde encontramos una cinemática que nos muestra una conversación entre Ellie y Joel. Una cinemática que es vital, porque nos ayuda a entender por qué Ellie se siente tan culpable, y por qué se enfrenta a ese remordimiento de conciencia. Después del enfado, somos testigos de que esa misma noche Ellie fue a ver a Joel: lo que tenemos ante nosotros es un momento doloroso y desgarrador para los fans más veteranos; donde, de nuevo, ella le hace saber a Joel que nunca podrá perdonar lo que hizo en el hospital de los Luciérnagas. "Pero quiero intentarlo". A pesar de todo, en el fondo de su alma, Ellie desea que se le conceda el tiempo suficiente para poder conseguir perdonar a Joel.

Pero eso jamás ocurrió: Abby fue la encargada de arrebatarle esa oportunidad, y ahí reside otra capa más que hemos de sumar a esta historia de venganza. Este personaje, interpretado por la actriz Laura Bailey (y con un aspecto inspirado en otras dos mujeres), es clave para la historia y para sostener el peso del juego: nos ha enseñado a compartir el odio que Ellie sintió en las primeras horas de la aventura, pero también nos ha mostrado cómo hay que pasar página cuando un capítulo de nuestra vida se ha cerrado. Si bien Abby fue la encargada de asesinar a Joel, también fue capaz de madurar la situación mucho antes que Ellie y le perdonó la vida aún cuando nuestra protagonista había insistido en matarla. Si bien en un principio podríamos decir que ambos personajes compartieron, en cierto momento, el mismo deseo de venganza… también hay que señalar que, en el caso de Ellie, nos encontramos con una perspectiva truncada por su propio estado mental. Después de todo, está arrastrando a sus espaldas toda una serie de eventos trágicos que han forjado un carácter y un ánimo muy diferente al de Abby a la hora de afrontar una situación como puede ser la pérdida de Joel.

Venganza a través de la narrativa

La sed de venganza de Ellie es el móvil que da soporte a toda la trama de The Last of Us 2. Nuestra protagonista no libra una batalla contra Abby, ni contra los Lobos o los Scars: está luchando en todo momento consigo misma. Ellie muestra síntomas de estrés postraumático e incluso depresión: dos elementos que hacen que no podamos enfocar la situación de la misma manera que lo hace ella. A lo largo del juego, a través de una narrativa exquisitamente hilada, podemos percatarnos del estado de Ellie: el temblor de manos o las alucinaciones que sufre a causa del asesinato de Joel, son algunas de las claves que nos ayudan a entender su estado mental. "Estamos intentando mostrar que ella no ha superado a Joel y se siente atrapada en esa misión sin completar en la que se ha metido para su venganza", nos cuenta Naughty Dog. "El trastorno de estrés postraumático es algo real que le ocurre a mucha gente y queríamos que nuestra representación en el juego fuera realista".

Por otro lado, Naughty Dog nos muestra que Ellie ha desarrollado dos pasatiempos: la pintura y la música, que parece que la ayudan a evadirse de un mundo del que ya no quiere seguir formando parte. Su diario, además, se presenta como otro instrumento casi terapéutico. Ellie vuelca a través de sus páginas los pensamientos e imágenes que cruzan por su cabeza, a menudo dejándonos frases como: "Llevo un nudo corredizo al cuello. Cuanto más avanzo, más me cuesta respirar. ¿Hay forma de cortar la soga?" En una entrevista concedida a IndieWire, la coguionista del juego Halley Gross sostiene lo siguiente: "Ellie padece la culpa del superviviente; tiene estrés postraumático y se siente perseguida por todo lo que ha perdido".

La venganza se convierte en la droga que Ellie necesita para sentirse viva

La venganza ya no es la simple excusa: es la droga que Ellie necesita para sentirse viva. En el odio que proyecta hacia Abby es lo que le sirve para lamer las heridas que la han marcado durante toda su vida; es lo único que siente que está en su poder decidir: el acabar con su vida. Ellie es, por así decirlo, una adicta al odio y a la sed de venganza y, como tal, lucha con todas sus fuerzas para intentar sobreponerse a ello. Pero su falta de sueño, su falta de apetito -de hecho, muestra una gran delgadez hacia el final del juego-, dejan patente que no es capaz de pasar página. En el tramo final del juego cuando Tommy, el hermano de Joel, las visita en la granja, descubrimos que este momento es una brutal metáfora que deja patente el problema de Ellie: Tommy, de algún modo, es como ese demonio que nos tiende el cáliz para beber en mitad de un desierto. Es la tentación de Ellie. De una Ellie que, a pesar de haber pasado meses luchando por olvidar lo sucedido, no ha conseguido dar la espalda a su inclinación por la venganza.

Es posible que el momento que más haya impactado a los jugadores sea ese donde Ellie, a pesar de haberse acomodado con Dina y su bebé en esta tranquila granja, decide ir a matar a Abby a pesar del tiempo que ha transcurrido. Impacta porque nosotros, jugadores que observamos la situación desde nuestros cómodos sillones, no lo haríamos: no lo dejaríamos todo para ir a terminar algo que es mejor dejar aparcado en un rincón de nuestros pensamientos. A nosotros, como jugadores, nos gustaría que Ellie se quedara junto a Dina, pero eso no es posible que suceda: Ellie todavía necesita alcanzar su propio perdón, un perdón que Dina no es capaz de brindarle. "Para hablar de su venganza, a menudo hemos usado la metáfora de la droga; como si Ellie fuera una especie de drogadicta, y por eso Dina se fue. Ella está como: ‘Esta chica ha tocado fondo y todavía no es suficiente, yo ya no puedo ayudarla’", explica Neil Druckmann, coguionista y director creativo del juego.

"Esta chica ha tocado fondo y todavía no es suficiente, yo ya no puedo ayudarla"

"Intentamos deconstruir la relación de Ellie con la violencia versus la relación de Joel con la violencia", continúa Druckmann. "Con Joel, es muy práctico y pragmático. No encuentra mucho placer u odio en matar, es más indiferente, es solo una función para sobrevivir. Con Ellie, y Malcolm Gladwell habla de esto, encontramos el concepto de la cultura del honor. Su ego está tan entrelazado con estar equivocado, y ella siente tantos deseos de hacerlo bien, que considera que no puede descansar hasta que no lo haga bien". Sin embargo, al final del juego, esa esencia de Ellie, su verdadero espíritu, consigue abrirse paso a través de su adicción: Ellie perdona la vida a Abby, y eso mismo le sirve para perdonarse a sí misma y estar en paz. Es el punto que sirve para dar el broche final no sólo al juego, sino al propio dolor que siente nuestra protagonista: es su manera de encontrarse a sí misma. "En el fondo hay bondad", termina concluyendo Druckmann. "Ojalá pueda seguir adelante y reconstruir su vida".

Si queréis seguir profundizando más en la historia del juego y su significado, hace unos días grabamos un podcast de 2 horas, donde hablamos de todos estos temas con spoilers.

Colaboradora