La nostalgia. Ay, la nostalgia. Si sumamos juegos de corte clásico, remasterizaciones, remakes y relanzamientos, prácticamente la mitad de juegos actuales tienen algún componente nostálgico. Todos ansiamos ver un retorno de nuestros títulos favoritos, y no hay nada malo en ello. Los remakes de Crash y Spyro demuestran que con un simple lavado de cara muchos juegos clásicos aguantan a las mil maravillas, y los de Resident Evil 2 y Final Fantasy VII son un perfecto ejemplo de cómo adaptar títulos históricos a los tiempos que corren. Claro que estos son los ejemplos buenos. La historia nos ha dejado muchísimos ejemplos para olvidar; muchísimos ejemplos en los que la nostalgia sale mal.
Alone in the Dark
Alone in the Dark, el original, es un juego que definió el género del survival horror, y que Shinji Mikami copió para crear Resident Evil en medio de un turbulento acuerdo en el que Capcom e Infogrames acordaron fingir que fue todo casualidad. La saga mantuvo el tipo bastante bien, con una buena cantidad de entregas que, en mayor o menor medida, ofrecían una experiencia interesante. Seguramente, muchos de vosotros pensáis que vamos a hablar de la entrega de 2008, la cual, seamos sinceros, no era la mejor. Pero no. La saga tocó fondo en 2015 cuando, en pleno apogeo del terror independiente, Atari le dio la licencia a un estudio llamado Pure FPS, que hizo una especie de juego de miedo cooperativo a través de internet, llamado Alone in the Dark: Illumination, que, como referencia, suma un 19 en Metacritic.
Phantom Dust
Banjo-Kazooie, Conker, Perfect Dark, Project Gotham Racing, Blinx, Blue Dragon, Lost Odyssey... y Microsoft decide hacer una especie de remake/remasterización de Phantom Dust. Y, ojo, el original no es un mal juego en absoluto. Es un juego un tanto extraño con mecánicas que, en palabras de propio Phil Spencer, se adelantaron a su época, pero también es cierto que se trata de una de las licencias menos atractivas de Xbox. La versión de Xbox One y PC acabó siendo una revisión bastante mejorable, con puntuaciones más bajas que el original, y que Microsoft acabó lanzando de manera gratuita.
Guitar Hero
Guitar Hero y Rock Band nos han dejado algunos de los mejores recuerdos de nuestras vidas. Reventar instrumentos de plástico con amigos mientras nos creemos auténticas estrellas del metal es una experiencia que es difícil de igualar. Pero, claro, las multinacionales no prestan atención al sabio refranero español, y se olvidan de que la avaricia rompe el saco. Después de mil y una versiones a un ritmo frenético, la gente acabó un tanto quemada de Guitar Hero. Tras un merecido descanso, la saga volvió con Guitar Hero: Live, que cambiaba la guitarra por una de seis botones, organizados en dos filas de tres, e introducía nuevas maneras de aumentar el repertorio de canciones... pero nada terminó de cuajar. Las guitarras se apilaron en los almacenes de las distribuidoras, que no veían cómo quitárselas de encima, y las editoras entendieron que el mercado del que habían abusado ya estaba roto.
Tony Hawk's Pro Skater
Poca gente podría haber imaginado que un juego de hacer skate podría convertirse en un fenómeno mundial que generaría miles de millones de dólares. Con la presión de seguir creciendo cada año, Neversoft se pasó al mundo abierto, ofreciendo cada vez más posibilidades y complicando ese concepto tan sencillo como profundo por el que triunfó en un principio. Tres generaciones después de su debut, parecía un buen momento para volver a los orígenes con un Tony Hawk's Pro Skater 5. La idea habría salido bien, claro está, si se hubiesen encargado de ella gente que entendiese bien la saga y, además, hubiese tenido tiempo para hacerla. Activision estaba a punto de perder la licencia de Tony Hawk y tuvieron que terminar el juego deprisa y corriendo, algo que se tradujo en cambios artísticos semanas antes al lanzamiento y gravísimos problemas de optimización en la versión final, así como otros problemas de diseño.
Carmageddon
La saga Carmageddon fue un producto de su tiempo. Esa época en la que la violencia sin sentido podía ser divertida, principalmente porque, incluso dentro del realismo siempre había algo cómico. Es decir, en Carmageddon atropellábamos a seres humanos que, en realidad, no eran más que unos sprites borrosos que salpicaban sangre pixelada. No era una recreación fidedigna de un atropello.
Aun así, esta violencia era más que suficiente para desatar la polémica, y la saga se hizo un nombre gracias a ella. Después de casi dos décadas, los creadores originales de la saga, Stainless Games (ahora más conocidos por hacer los juegos de Magic: The Gathering), volvían con Carmageddon: Reincarnation, un retorno que pasó sin pena ni gloria.
Contra
Con la vuelta de Sonic a las dos dimensiones, muchos no pudimos evitar pensar en lo bien que le sentaría a otras sagas clásicas volver a los sprites y el desarrollo bidimensional. Contra era un serio candidato, y más después de títulos como Blazing Chrome, que demuestran que la fórmula sigue viva. Konami, entre pachinko y pachinko, decidió que podrían hacer un twin-stick shooter cooperativo con la licencia. Sobre el papel no sonaba mal, pero a la hora de la verdad nos encontramos con una aventura con multitud de carencias de diseño y problemas inaceptables para un título de acción, como un input lag desmesurado que hacía ciertas armas casi imposibles de controlar.
Duke Nukem
Si llevas más de una década intentando sacar un juego y la cosa no sale adelante, quizás es mejor escuchar el mensaje que nos manda la vida y dejarlo morir. Duke Nukem Forever se anunció en 1997 y se lanzó en 2012, haciendo irónico honor a su título. Hay que reconocerle el mérito a los diferentes estudios que trabajaron en él para completarlo, pero, en realidad, durante estos 15 años lo único que lo mantuvo vivo fue la nostalgia; esos seguidores que echaban de menos el humor irreverente y la acción que, en otra época, lo hizo grande. Ya sabéis que la cosa no fue nada bien, con notas que giran en torno al 50 en Metacritic, sepultando la saga en el olvido.
Mighty No. 9
La nostalgia es mucho mejor con el dinero de otro. Y si no, que se lo pregunten a Keiji Inafune y su promesa de recuperar a Mega Man a través de Kickstarter. La saga estaba casi muerta en las manos de Capcom (si bien ahora ha vuelto a la vida), y tener a uno de los responsables de las entregas originales al volante parecía una garantía de calidad. Ejem. Con más de cuatro millones recaudados entre la plataforma de micromecenazgo y PayPal, Inafune y su equipo firmaron uno de los proyectos más desastrosos de Kickstarter. Y no sólo hablamos del juego, poco más que correcto, sino de la cantidad de retrasos experimentados, versiones canceladas, mecenas recibiendo códigos que no funcionaban o incluso despropósitos como que el manual de instrucciones no cabía en la caja del juego.
Teenage Mutant Ninja Turtles
¿Las Tortugas Ninja? ¿De la mano de Platinum? A muchos todavía nos duele el pecho de la primera vez que supimos sobre el proyecto. Uno de los mejores beat 'em up de los 16 bits desarrollado por uno de los mejores estudios especializados en juegos de acción era poco menos que un sueño hecho realidad. Al final, casi se convirtió en una pesadilla. Platinum estaba, por aquel entonces, desarrollando juegos de presupuesto limitado a petición de Activision, con licencias como The Legend of Korra o Transformers. Aquél fue recibido con críticas muy frías, mientras que éste más o menos se mantuvo en el notable. El de las Tortugas Ninjas acabó con el aprobado raso e incluso el suspenso en Metacritic, y, suponemos, las ventas tampoco acompañarían, ya que fue el último de estos juegos desarrollados para esta editora.
Bubsy
Si algo comparten todas las sagas mencionadas es que tuvieron juegos fantásticos y los jugadores, en mayor o menor medida, las echaban de menos. En esta ola de nostalgia alguien pensó que sería un buen momento para rescatar a una de las mascotas fallidas de los 90, Bubsy, que más allá del meme, no creemos que nadie recuerde con particular cariño. Y volvió no con uno, sino con dos juegos. Y, sí, ninguno particularmente bueno, aunque, seguramente sean mejores que los originales.
Mirror's Edge
¿Existe la nostalgia reciente? ¿Son ocho años suficiente para sentirse nostálgicos? Mirror's Edge es uno de esos juegos que nadie compró pero cuya secuela muchos pidieron. A decir verdad, la aventura de Faith vendió un millón de unidades en sus primeros meses, cifra que se quedaba bastante lejos de los tres que EA tenía previsto. Aun así, el clamor popular acabó convenciendo a Electronic Arts y a DICE, que, en la inevitable transición al mundo abierto propia de esta generación, nos dejó un título poco inspirado que no consiguió superar al original, incluso si el juego como tal no era malo. Eso sí, la nostalgia no fue suficiente para salvar las ventas de esta secuela/precuela/reinicio.
Parasite Eve
La época de la primera PlayStation nos dejó una enorme cantidad de sagas que, hoy en día, siguen siendo relevantes. Incluso si no están activas, no es raro echarlas de menos. Parasitve Eve es una que recordamos con mucho cariño, gracias a esa mezcla de survival horror, rol y acción que nos ofrecieron sus dos primeras entregas. Más de una década después, Square Enix decidió recuperar la saga con Parasite Eve: The 3rd Birthday que, de nuevo, no eran un mal juego como tal, pero quizás no era un buen Parasite Eve.
Space Invaders
¿Hay algo más mítico que Space Invaders? El clasiquísimo de 1978 es historia de los videojuegos, y a principio de los 2000 Taito pensó que era el momento de traerlo de vuelta con un... ¿remake? ¿Reimaginación? Todavía no tenemos muy claro qué era Space Invaders: Invasion Day, un juego que intentaba copiar la fórmula del original, con la diferencia de que estábamos encerrados en un callejón, con monstruos que venían hacia nosotros, y sólo podíamos movernos en la parte baja de la pantalla para dispararles. Cosas más raras se han visto.
PlayStation Classic
Nintendo, para rellenar ese hueco navideño mientras llegaba Switch, decidió lanzar una versión en miniatura de su mítica NES. Nadie se podía imaginar que pondría el mercado patas arriba. Obviamente, otras empresas no tardarían en subirse al carro. Sega y su reciente Mega Drive Mini han demostrado un respeto y un mino a la altura del legado de la consola, mientras que otras, como Sony... bueno, digamos que se centraron más en no dejar pasar la oportunidad. La PlayStation Classic era un producto hecho sin demasiado esfuerzo con el único objetivo de arañar unas ventas en navidades. La falta de versiones propias para cada país, versiones a 50 Hz y una emulación muy mejorable (derivada, quizás, de haber aprovechado un emulador de código abierto) hicieron que la versión en miniatura de la mítica consola palideciera frente a sus hermanas.