Warner Bros. ha puesto fecha —y ambición— al regreso de unos iconos ochenteros que nunca dejaron de vender peluches: Gremlins 3 llegará a los cines en noviembre de 2027, con Steven Spielberg como productor ejecutivo y Chris Columbus en la dirección, recuperando así al guionista de la primera entrega como timonel del proyecto.
El anuncio se deslizó en la llamada de resultados del conglomerado y encaja con el empeño del estudio por reforzar un calendario teatral más previsible a golpe de IP reconocible. Es, además, el primer largometraje de acción real de la saga en casi tres décadas, una brecha temporal que la marca ha rellenado con series animadas, cómics y una inagotable cultura de merchandising.
La jugada no es casual. En 1984, ‘Gremlins’ fue una anomalía deliciosa: una comedia negra navideña que se coló en la conversación cultural y en la taquilla mundial; su secuela de 1990, más satírica y autoconsciente, funcionó peor en ingresos, pero con los años cimentó estatus de culto. Traer de vuelta a Columbus y mantener a Amblin cerca del control creativo es una señal de que, esta vez, el estudio quiere equilibrio entre nostalgia y tono autoral, en vez de un “reboot” en piloto automático. En un Hollywood que mide cada apuesta por el coeficiente de reconocimiento, la pareja Spielberg–Columbus sirve de aval tanto para fans veteranos como para audiencias que solo conocen a los gremlins por memes y Funko Pops.
Regreso con sello de autor
También hay cálculo financiero. Tras un 2025 en el que Warner ha presumido de músculo global, el mensaje corporativo es claro: menos volatilidad, más cadencia. Fijar ‘Gremlins 3’ en el tramo final de 2027 da tiempo para desarrollo, rodaje y una campaña de marketing que huya de errores del pasado (cuando la promoción de ‘The New Batch’ no supo vender su sátira) y, de paso, reserva un ancla familiar para la temporada de fiestas. En tiempos de ventana cinematográfica acortada y guerra del “streaming”, la etiqueta “evento” vuelve a ser la mejor póliza de seguros para levantar el ARPU… y para atraer talento que pida sala grande y no algoritmo.
Creativamente, la gran incógnita es el tono. La primera película jugaba con el terror de serie B y el espíritu navideño; la segunda convirtió la franquicia en un laboratorio de gags metacinematográficos. Con Columbus al mando, cabe esperar menos guiños cínicos y más cuento perverso; con Spielberg vigilando desde la cabina de producción, se mantendrá la frontera —fina— entre travesura y verdadera maldad. Otro punto a vigilar será la técnica: parte del encanto histórico está en la animatrónica; el propio Columbus ha defendido en otras ocasiones no sustituirla por CGI indiscriminado. Un retorno que apueste por criaturas físicas, apoyadas por VFX puntuales, sería coherente con la identidad de la saga y con lo que el público asocia a su “magia táctil”.
Estrategia y legado técnico
La ventana transmedia ya está abierta. Max ha explotado el universo con la precuela animada y el fandom mantiene a los gremlins en circulación cultural sin necesidad de estrenos cada dos años. Esa base facilita el “onboarding” de nuevas generaciones y la monetización paralela —de reediciones a colaboraciones de moda—, mientras el largometraje funciona como faro principal. En el tablero de 2027, donde competirán secuelas mastodónticas y marcas renacidas, ‘Gremlins 3’ puede presentarse como alternativa con personalidad: menos apocalipsis digital, más caos travieso con textura artesanal.
Quedan por resolver reparto, sinopsis y si el estudio apostará por un anclaje navideño explícito (muy lógico dada la fecha) o por una relectura de temporada menos evidente. Pero el simple hecho de que Warner haya cristalizado fecha, director y padrino creativo despeja rumores y coloca a ‘Gremlins’ en la conversación larga del calendario. Si el objetivo de Zaslav era enseñar que el estudio “está de vuelta” con franquicias que la gente quiera ver en una sala, pocos títulos resumen mejor esa promesa que el retorno de unos bichos que solo necesitan agua, comida tras medianoche… y una buena campaña para devorar la taquilla.
