Tras más de un siglo sin evidencia documentada, científicos en México han confirmado la existencia del conejo de cola de algodón de Omiltemi (Sylvilagus insonus), una especie que se creía extinta. El hallazgo, liderado por el ecólogo José Alberto Almazán-Catalán, se produjo en los bosques de la Sierra Madre del Sur, una región montañosa de difícil acceso.
La noticia representa un hito en la conservación de la biodiversidad, pues confirma que aún existen especies que han logrado sobrevivir lejos del radar científico. El proceso de redescubrimiento no fue casualidad. Durante años, habitantes locales aseguraban haber visto e incluso cazado a estos conejos, pero la falta de pruebas hacía imposible validar sus afirmaciones.
Un redescubrimiento con impacto ecológico
La instalación de cámaras trampa en puntos estratégicos de la sierra permitió capturar imágenes que confirmaron su persistencia en la región, una victoria tanto para la ciencia como para la comunidad local, que ha sido testigo de la existencia de esta especie todo este tiempo. Este hallazgo forma parte de una iniciativa global impulsada por Re:wild, una organización sin ánimo de lucro que busca identificar y proteger especies consideradas desaparecidas por la ciencia. El conejo de Omiltemi se convierte así en la decimotercera especie redescubierta bajo este programa, lo que demuestra la importancia de combinar el conocimiento científico con el saber tradicional de las comunidades.
El impacto ecológico de este conejo no es menor. Según Almazán-Catalán, la especie juega un papel clave en la dispersión de semillas y en el mantenimiento de la fertilidad del suelo. Además, es una parte esencial de la cadena alimenticia de depredadores como búhos, serpientes, tigrillos y pumas. Su conservación podría tener efectos positivos en la estabilidad del ecosistema, reforzando la necesidad de establecer estrategias de protección para su hábitat.
Este redescubrimiento se suma a otras historias de éxito en la conservación de especies, como la reintroducción del cerdo pigmeo en la India o la protección del banderín de Wilkins en el Atlántico Sur. Lejos de ser una anécdota aislada, el caso del conejo de Omiltemi demuestra que la extinción no siempre es definitiva y que, con esfuerzo y compromiso, es posible revertir el destino de muchas especies en peligro.
