Carolina no solo pone baldosas, también derriba prejuicios. Con su casco y herramientas, esta mujer que antes trabajaba en informática se ha convertido en uno de los rostros más visibles del cambio en una de las profesiones históricamente más masculinizadas: la construcción.
A través de su cuenta de TikTok, @Ellaconstruye, no solo comparte su día a día como alicatadora, sino que lanza un mensaje contundente: ser mujer no es una barrera para trabajar en la obra, y sí, se puede ganar bien. “Una peluquera puede llevarse 1.000 euros al mes; en la obra, puedes ganar 100 euros al día”, explica, según recoge El Español.
La desigualdad es evidente: según el Observatorio Industrial de la Construcción, las mujeres apenas representan el 11,2 % del sector en España. Pero Carolina forma parte de una nueva oleada de profesionales que reivindican que no hay trabajos “de hombres” o “de mujeres”.
Hay que dejar de vincular sectores a géneros
“Nos han enseñado que si no tienes una profesión definida, debes mirar a sectores como estética o enfermería. ¿Por qué no mirar hacia la albañilería?”, se pregunta. Ella misma dio el paso tras años dedicándose a la tecnología, cuando decidió formarse de manera técnica para profesionalizar su afición a las reformas. "Las mujeres, al no tener una profesión definida, suelen mirar hacia trabajos tradicionalmente femeninos como enfermería, peluquería, estética… y nos perdemos otras oportunidades", asegura.
Más allá del salario, su mensaje también pone el foco en la tecnificación del sector. “Ya no estamos picando piedra”, dice con ironía. Hoy, las herramientas y la formación permiten ejecutar tareas que no requieren una fuerza física desmedida, sino técnica y precisión. Esa transformación del oficio, cada vez más especializado, abre una oportunidad real para que más mujeres accedan a un mercado laboral con mejores condiciones que muchos trabajos feminizados y peor remunerados.
El sector necesita savia nueva. Más del 55 % de los obreros tienen más de 45 años, y la falta de relevo generacional se nota. Si los jóvenes no se sienten atraídos, y las mujeres siguen creyendo que no es para ellas, ¿quién levantará las viviendas del futuro? Para Carolina, la respuesta pasa por visibilizar referentes, romper estigmas y fomentar la formación de calidad: “Hay muchas técnicas que no se aplican bien en la práctica. No se alicata como se debe”, denuncia. Su mensaje también interpela a los hombres: no basta con trabajar duro, hay que trabajar bien.
Su historia no es la de una excepción, sino la de una pionera que abre camino. No se trata de cuotas ni de modas: se trata de oportunidades, de dignidad laboral y de romper, por fin, los muros que separan a las mujeres de sectores que también son —y serán— suyos.















