Donald Trump ha decidido llevar su guerra comercial a un terreno inesperado: el cine. El presidente de Estados Unidos anunció que impondrá un arancel del 100% a todas las películas producidas fuera del país, justificando la medida en lo que califica como un “robo” de la industria cinematográfica nacional por parte de otros países. El mensaje lo lanzó en su red Truth Social con el estilo combativo que le caracteriza: “Nos han quitado el negocio del cine como quien roba un caramelo a un niño”.
La medida, sin precedentes en el ámbito cultural, plantea dudas sobre su aplicación práctica. ¿Afectará solo a los estrenos en salas o también al contenido de plataformas de streaming como Netflix, Disney+ o Amazon Prime, que producen buena parte de su catálogo fuera de Estados Unidos? La Casa Blanca no ha precisado fechas ni mecanismos, pero se entiende que incluso producciones estadounidenses rodadas en el extranjero podrían verse penalizadas.
Cine, aranceles y dudas operativas
El anuncio no llega en solitario. Forma parte de un paquete más amplio de aranceles sectoriales, que incluye gravámenes del 100% a medicamentos fabricados fuera de EE.UU., del 50% a gabinetes de cocina y tocadores de baño, y del 25% a camiones pesados de importación. En todos los casos, Trump sostiene que busca “recuperar empleos perdidos” en sectores estratégicos y frenar lo que percibe como una dependencia excesiva del exterior.
En su mensaje, Trump también cargó contra Gavin Newsom, gobernador demócrata de California, al que acusó de “débil e incompetente” por no proteger Hollywood, epicentro de la industria cinematográfica mundial. La retórica se enmarca en la campaña de Trump por reforzar su discurso de “America First”, en la que el cine, como símbolo cultural, se convierte en un frente más de su batalla política y comercial.
Entre la política y Hollywood
La propuesta ya había sido insinuada en mayo, cuando Trump ordenó al Departamento de Comercio y a la Oficina del Representante Comercial que preparasen la medida. “Queremos cine hecho en Estados Unidos, otra vez”, proclamó entonces. Los defensores de la iniciativa la presentan como un salvavidas para un sector que, según Trump, “está muriendo rápidamente”, aunque la industria ha mostrado signos de recuperación tras la pandemia gracias al auge de plataformas y a las superproducciones internacionales.
La comunidad internacional observa con preocupación. Si el arancel se aplica de manera estricta, la Unión Europea y países como India, Corea del Sur o México, con industrias audiovisuales pujantes, podrían responder con represalias comerciales. El caso también amenaza con tensar las relaciones culturales y diplomáticas, dado que el cine ha sido históricamente una de las principales exportaciones simbólicas de EE.UU. Con su nuevo anuncio, Trump abre un debate inédito: ¿puede un gobierno blindar culturalmente a Hollywood con la misma lógica con la que protege al acero o al automóvil?
