El proyecto del puente para la ronda de circunvalación SE-40 que cruzará el Río Guadalquivir en Sevilla se perfila como una obra de ingeniería singular, al imponer una exigencia técnica poco habitual: un gálibo vertical de 70,8 metros. Ese dato, exigido por la Autoridad Portuaria de Sevilla para no obstaculizar la operatividad del puerto —y en particular para permitir el paso de grandes piezas metálicas producidas localmente— convierte a esta infraestructura en una de las más destacadas del mundo por esta característica concreta.
Para situar esa dimensión en el contexto global, solo tres puentes en el planeta la superan: dos sobre el Canal de Panamá, con gálibos de 75 y 80 metros, y el proyectado Puente Salvador Itaparica en Brasil, con un gálibo de 85 metros. Por tanto, el puente sevillano sería el cuarto más alto del mundo en ese aspecto. En el ámbito europeo, afirmarse como el de mayor gálibo implicaría que deja atrás al Puente de la Constitución en Cádiz, que cuenta con 69 metros de gálibo.
Un récord europeo por altura libre
Más allá del gálibo, el diseño general del puente ha despertado expectativas: se propone como una estructura atirantada, con un tramo central de varios cientos de metros de luz, ocho carriles (cuatro por sentido), y una longitud total que rondará los 5 kilómetros —de los cuales unos 3,2 kilómetros se proyectan como viaducto sobre el río o sus márgenes. Ese diseño responde a condicionantes técnicos, ambientales y de impacto paisajístico, pues se apuesta por no colocar pilas en el cauce para preservar la navegabilidad y la vegetación de ribera.
La decisión de optar por un puente en vez de un túnel para cerrar el tramo sur de la SE-40 también revela una apuesta estratégica en términos de costos, mantenimiento, plazos y riesgos geológicos. Un túnel bajo el Guadalquivir había sido contemplado previamente, pero su complejidad técnica y los costos asociados —así como posibles filtraciones y dificultades con la geología y el nivel freático— inclinaron la balanza hacia el viaducto. Además, el proyecto incorpora medidas de mitigación visual: corredores verdes, ciclovías y zonas peatonales se entrelazan con la estructura para que el puente no solo atraviese el paisaje, sino que en cierto modo lo dialogue.
Calendario y coordinación institucional
En cuanto a plazos, el Ministerio de Transportes ha informado que el tramo atirantado con los 70,8 metros de gálibo ya ha sido adjudicado y que el inicio de las obras está previsto para el año 2026. La complejidad del proyecto, su escala y las exigencias técnicas requieren una planificación rigurosa: desde el diseño estructural hasta la coordinación con la Autoridad Portuaria y las servidumbres aeronáuticas (por la proximidad de la base del Copero).















