La llamada “teoría de la Internet muerta” es uno de esos conceptos que parecen sacados de una novela distópica, pero que, cuanto más se piensa en ellos, más inquietantes resultan. La idea es sencilla: buena parte de lo que vemos en la red y de las cuentas con las que interactuamos ya no tendría detrás a un ser humano, sino a algoritmos, bots y sistemas de inteligencia artificial que generan publicaciones de manera automática. En ese escenario, internet estaría “muerta”, convertida en un gigantesco espejismo digital en el que unos pocos usuarios reales vagan entre sombras algorítmicas.
Durante años, esta teoría no fue más que combustible para foros conspiranoicos y debates marginales. Sin embargo, el auge explosivo de la inteligencia artificial generativa en los últimos tiempos ha hecho que más de uno empiece a contemplarla con cierta seriedad. Y ahora ha sido Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI y uno de los responsables directos de esta revolución, quien ha echado gasolina al fuego.
Sam Altman sorprende: el CEO de OpenAI admite que la teoría de la ‘internet muerta’ podría ser real
En un mensaje publicado en X, el propio Altman reconocía que, aunque nunca le había dado crédito a la teoría, ahora empieza a pensar que no anda tan desencaminada. “Nunca me tomé muy en serio la teoría de la Internet muerta, pero parece que ahora sí que hay muchas cuentas de Twitter gestionadas por LLMs”, escribió. Los LLMs, o large language models, son justamente la tecnología que da vida a ChatGPT y a sus competidores.
La reacción no se hizo esperar. Cientos de usuarios señalaron la ironía de sus palabras: Altman es, precisamente, una de las figuras que más han contribuido a que esa supuesta internet espectral se convierta en realidad. Que sea él quien se sorprenda de la proliferación de bots suena, para muchos, a un gesto de cinismo difícil de digerir.
El lanzamiento de ChatGPT a finales de 2022 abrió la puerta a un alud de herramientas similares, democratizando -para bien y para mal- la capacidad de crear textos, imágenes y publicaciones automáticas en cualquier plataforma. Lo que antes parecía ciencia ficción hoy está al alcance de cualquiera con conexión a la red.
Otros interpretan el comentario de Altman no tanto como una alarma sincera, sino como una jugada estratégica para promocionar Worldcoin, su otro y polémico proyecto. Esta iniciativa busca establecer un sistema global de verificación de identidad humana mediante el escaneo del iris, con la promesa de diferenciar a las personas reales de los bots en un internet cada vez más colonizado por inteligencias artificiales.
Sea un reconocimiento tardío o una maniobra publicitaria, lo cierto es que la paradoja de Altman resulta imposible de obviar: advierte sobre un problema que, en gran parte, él mismo ha ayudado a crear.
