Averiguar por qué llora un bebé sigue siendo uno de los grandes enigmas para madres y padres, especialmente primerizos. Pero, ¿y si una inteligencia artificial pudiera tener la clave? Esa es la sorprendente posibilidad que plantea Sam Altman, CEO de OpenAI, en el primer episodio del nuevo pódcast lanzado por la propia compañía.
En esta conversación, Altman comparte con Andrew Mayne —presentador del programa— cómo ha recurrido personalmente a ChatGPT para comprender mejor las necesidades de su hijo, nacido el pasado mes de febrero. Además, ambos reflexionan sobre el papel que la IA puede desempeñar no solo en la crianza, sino también en la transformación de los entornos de trabajo. Según Altman, las futuras generaciones se habrán criado con ChatGPT y las inteligencias artificiales existentes, siendo tan comunes para ellos como internet para nosotros.
Sam Altman, CEO de OpenAI, tajante con el futuro de la IA: 'Los niños que nazcan hoy asumirán que siempre ha estado ahí'
Mayne, por su parte, confiesa que tiene varios amigos que utilizan habitualmente ChatGPT para calmar a sus hijos o responder a dudas habituales durante los primeros meses de vida de un bebé. En ese contexto, Altman reconoce con franqueza: “Está claro que la humanidad ha sabido cuidar de sus bebés sin ChatGPT durante milenios, pero yo no sé cómo lo habría hecho sin ella”.
El testimonio de Altman reabre un debate cada vez más presente: ¿puede realmente la inteligencia artificial ser útil en el cuidado de un bebé? En su caso, asegura que la herramienta le ha sido de gran ayuda en los primeros meses de vida de su hijo, especialmente durante las primeras semanas, cuando consultaba con frecuencia temas relacionados con el llanto, el sueño o la alimentación. Con el paso del tiempo, sus preguntas fueron volviéndose más generales, a medida que él mismo adquiría más confianza.
Aunque suene a ciencia ficción, el uso de IA en la atención infantil no es nuevo. En 2020, en pleno auge de la pandemia, un proyecto financiado por la Unión Europea desarrolló un asistente virtual pensado para monitorizar a bebés y asistir a padres primerizos.
Eso sí, Altman también deja claro que apoyarse en la inteligencia artificial no significa depender exclusivamente de ella. Hay algo que la IA no puede reemplazar: el vínculo emocional que se genera entre padres e hijos, que sigue siendo —al menos por ahora— patrimonio exclusivo del contacto humano. Más allá del ámbito doméstico, Altman también reflexiona en el pódcast sobre el futuro de la inteligencia artificial en manos de los más jóvenes.
Según su visión, los niños que nacen hoy crecerán completamente habituados a convivir con herramientas como ChatGPT, y desarrollarán una relación natural con ellas, igual que ahora ocurre con los smartphones y las redes sociales. “Los niños serán increíblemente hábiles usando la inteligencia artificial”, afirma. “Y no creo que se sientan mal por no ser más inteligentes que ella. Para ellos, la IA siempre habrá estado ahí”. Esto, sin embargo, plantea una posible brecha generacional: ¿qué ocurrirá cuando esos nativos digitales convivan con adultos que no entienden ni aprovechan todo el potencial de estas herramientas?
