En los últimos años, la inteligencia artificial ha dejado de ser un concepto de laboratorio para convertirse en uno de los debates centrales de nuestra era. La irrupción de esta tecnología, que ya no es un escenario futurista sino una amenaza tangible, ha hecho que políticos, empresarios y ciudadanos intenten anticiparse a sus consecuencias y especulen sobre cómo configurará nuestro día a día en la próxima década.
Hasta ahora, las conversaciones se han centrado en lo evidente: la ética en el uso de los datos, la privacidad, la transparencia de los algoritmos, la ciberseguridad, el impacto en el empleo, la escasez de talento cualificado, la regulación y la infraestructura necesaria para que la IA se desarrolle de manera controlada. Son temas importantes, sin duda, pero hay un aspecto que a menudo queda relegado: los protagonistas del mañana.
Sam Altman predice un cambio radical: “Nuestros hijos no irán a la universidad tal como la conocemos”
Si hablamos del futuro, debemos mirar a quienes lo vivirán: los niños. ¿Están preparados para crecer en un mundo donde la inteligencia artificial será omnipresente? ¿Cómo afectará a su aprendizaje, su creatividad y su forma de enfrentarse a los retos?
Sam Altman, CEO de OpenAI y mente detrás de ChatGPT, lo resume de manera contundente en This Past Weekend, el podcast de Theo Von: "No me preocupan los niños, me preocupan los padres. La historia demuestra que quienes crecen con una tecnología siempre saben adaptarse, pero si tienes 50 años y tienes que aprender a hacer las cosas de manera completamente distinta, no siempre funciona", comentaba.
Altman pone dos ejemplos que ilustran la diferencia entre nativos digitales y adultos aprendiendo sobre la marcha. Primero, recuerda su propia generación: "Para nosotros los ordenadores siempre estuvieron ahí. No nacimos con ellos, pero crecimos rodeados de ellos y supimos adaptarnos", indica.
Y luego, un recuerdo visual. "Recuerdo a un niño muy pequeño que se hizo viral hace unos años, interactuando con una revista como si fuera una tablet. Para él era como un iPad roto, porque ha crecido en un mundo donde las pantallas táctiles están en todas partes", refuerza.
El CEO de OpenAI es explícito sobre el impacto de la IA en la educación. "Mi hijo nunca será más inteligente que una inteligencia artificial. Eso nunca sucederá. Vivirá en un mundo donde los productos y servicios son más inteligentes que él", añade. "En ese contexto, la educación cambiará radicalmente y la universidad no será una opción para muchos. Quizá ya no sea el camino más adecuado para ciertas personas", concluye.
Según Altman, no hace falta “preparar” a los niños específicamente para manejar la IA: aprenderán de manera intuitiva, como siempre ha ocurrido con las tecnologías que marcan generaciones. El verdadero desafío, dice, es enseñarles a gestionar los riesgos asociados a la tecnología en general: conductas adictivas, consumo excesivo de pantallas o el llamado “scroll infinito”, capaz de generar picos de dopamina que afectan al desarrollo cerebral.
"Me preocupa cómo la tecnología influye en los niños, pero en términos de capacidad para adaptarse al futuro y aprovechar herramientas como la inteligencia artificial, lo harán bien", concluye Altman, dejando claro que los protagonistas de la próxima era tecnológica no serán los que temen a la IA, sino quienes sepan convivir y aprender con ella.
