Rusia ha ampliado su ofensiva contra los contenidos culturales que considera “no tradicionales”. El organismo estatal Roskomnadzor, encargado de vigiliar y censurar medios y plataformas digitales, ha bloqueado el acceso desde territorio ruso a MyAnimeList (MAL), la mayor base de datos y red social de anime del mundo, con más de 18 millones de usuarios registrados. El argumento oficial vuelve a apoyarse en la legislación antipropaganda LGBTIQ+, endurecida desde 2022: la agencia sostiene que la plataforma “promueve relaciones sexuales no tradicionales” y, por tanto, incurre en contenido extremista según los criterios del Gobierno de Vladímir Putin.
La prohibición de MAL no es un caso aislado. En los últimos dos años, el anime y la ficción juvenil online se han convertido en un nuevo frente cultural para el Kremlin, que ha ido ampliando el alcance de la ley hasta abarcar cualquier representación de identidades o afectividades que no encajen en el marco heteronormativo promovido por el Estado. Portales muy populares en la comunidad rusa, como jut.su, AnimeGO o YummyAnime, ya fueron bloqueados anteriormente. En 2025, la lista se amplió con Anime Club, WikiAnime TV y Amedia Online, además de plataformas de creación de contenido juvenil como Wattpad y videojuegos como Roblox.
Censura del anime en la era Putin
El movimiento no está motivado por preocupaciones estrictamente culturales, sino por un reposicionamiento ideológico más amplio. Desde 2021, Rusia ha transformado su legislación sobre “protección de menores” en un sistema de censura estructural que penaliza la visibilidad LGBTIQ+ en cualquier ámbito público: escuelas, teatros, cine, televisión, novelas gráficas y ahora también bases de datos y redes sociales dedicadas al anime. MyAnimeList se convierte así en un símbolo internacional de la política cultural rusa, porque no es una web pirateada ni una plataforma marginal: es un archivo global, legal y reconocido de la cultura del anime.
La lógica censora se mueve también en un terreno simbólico. Series como Yuri!!! on Ice, Given o Banana Fish, aplaudidas mundialmente por su representación de relaciones afectivas queer, se han convertido en objetos de fricción política en Rusia. El Estado ruso equipara su mera disponibilidad en línea a una forma de proselitismo, algo que contrasta con la recepción internacional de estas obras, que en muchos países se enseñan en facultades de arte y comunicación como ejemplos de narrativa contemporánea y diversidad afectiva en la ficción japonesa.
Del control legal al control simbólico
La posición del Gobierno es clara: plataformas como MAL podrían recuperar el acceso si eliminan lo que Roskomnadzor considera contenido prohibido. Pero esa condición implicaría reescribir metadatos, reseñas, etiquetas, recomendaciones y sinopsis, es decir, censurar la historia documentada del anime. MyAnimeList no ha hecho declaraciones directas sobre la censura rusa, pero precedentes como el de Wattpad, que se negó a borrar contenido queer y sigue bloqueado en Rusia, sugieren que el choque entre ambas posturas será duradero.
De fondo, la polémica subraya la tensión entre culturas juveniles globales y proyectos nacionales autoritarios. El anime —como el K-pop, el cosplay, los videojuegos o el fanfiction— articula identidades transnacionales que circulan por redes y traducciones colaborativas, muy difíciles de encajar en un marco cultural estatal cerrado.ç















