Durante años, el puesto número uno en Netflix era sinónimo de éxito rotundo. Una garantía de que algo estaba funcionando, de que la audiencia respondía con entusiasmo. Hoy, sin embargo, ese podio puede ser un espejismo. Que una serie o película encabece el ranking semanal no implica que esté arrasando en cifras o conquistando al público. A veces, simplemente no tiene competencia.
Eso es justo lo que ha ocurrido con la segunda temporada de The Sandman. La esperadísima continuación de la adaptación de Neil Gaiman ha logrado coronarse como la serie en inglés más vista de Netflix la semana pasada pero lo ha hecho con unos datos que invitan a la cautela: apenas 5,9 millones de visualizaciones estimadas.
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Una mejora mínima —en torno al 10%— respecto a los 5,3 millones del debut, y muy por debajo del crecimiento explosivo que vivió la primera entrega, que en su momento superó el 80% en su segunda semana y despertó una movilización de fans que logró salvarla de la cancelación. Esta vez, ese milagro no parece repetirse.
La posición de honor de Sandman tampoco resiste el análisis si se amplía el foco: al incluir las series de habla no inglesa, cae hasta la tercera plaza, superada por el fenómeno surcoreano El juego del calamar y por Ángela, una producción española nacida en Atresmedia que, pese a estar disponible solo en 19 países, ha logrado colarse por encima. Un dato tan revelador como incómodo.
Las comparaciones no ayudan. El crecimiento semanal de Sandman es casi idéntico al que obtuvo 1899, la malograda serie de los creadores de Dark. En su caso, nunca logró ser número 1 porque coincidió con el estreno de Miércoles, aunque sí cosechó cifras superiores a las de la serie de Gaiman. Aún así, 1899 fue cancelada sin contemplaciones. Lo que deja claro que Netflix no se guía únicamente por rankings, sino por el impacto sostenido y la rentabilidad a medio plazo.
Lo mismo le ocurrió a Estado Eléctrico, la película más cara de la historia de la plataforma, que ocupó el primer lugar durante dos semanas antes de desplomarse. No logró ni rozar el Top histórico de películas más vistas, y eso, siendo una superproducción con Chris Pratt y un presupuesto que exigía resultados de récord.
La apuesta de Netflix por dividir la segunda temporada de Sandman en tres partes (con nuevos episodios el 24 y 31 de julio) parece responder más a una estrategia de retención que a un entusiasmo real. Y aunque esa maniobra podría mantenerla viva unas semanas más en el Top 10, lo cierto es que su impulso inicial ha sido decepcionante. El caso distinto será con Stranger Things, que promete arrasar a finales de año.
Quizá la larga espera entre temporadas haya erosionado su popularidad. Tal vez influyan las recientes polémicas en torno a Gaiman. Sea como sea, lo que es evidente es que esta segunda temporada, con datos mucho más bajos que los de su antecesora —que ya luchó por sobrevivir—, difícilmente puede ser vista como otra cosa que no sea un fracaso.















