El universo Star Wars vuelve a mirar hacia adelante con un proyecto que promete reconciliar a muchos fans con uno de los símbolos más poderosos de la saga: los sables de luz. Tras una trilogía secuela que dejó sentimientos encontrados, Lucasfilm ha confirmado que Daisy Ridley regresará como Rey en una nueva película ambientada en la era de la New Jedi Order. Entre las oportunidades que se abren, una de las más esperadas es dar el lugar que merece al sable de luz amarillo, apenas mostrado durante unos segundos en El ascenso de Skywalker y convertido desde entonces en un icono desperdiciado.
Un legado desaprovechado en la secuela
La trayectoria del sable de Rey fue, hasta ahora, un ejemplo de decisiones creativas desaprovechadas. El despertar de la Fuerza y Los últimos Jedi ofrecieron combates memorables, desde la irrupción del sable de Anakin volando hacia las manos de Rey hasta la coreografía de la lucha conjunta contra los Guardias Pretorianos. Pero cuando Rian Johnson tomó la decisión de destruir el arma heredada de los Skywalker, parecía abrirse la posibilidad de que Rey construyera un legado propio. La última entrega, sin embargo, optó por una vía conservadora: restauró el sable clásico y relegó el nuevo arma amarillo ámbar a un simple epílogo.
La nueva película puede enmendar aquel error y convertir ese sable en una extensión auténtica de la protagonista. La elección del color no es casual: en el canon expandido, los sables amarillos se asocian a guardianes del conocimiento, figuras que encarnan tanto la defensa como la sabiduría. Para Rey, simboliza un equilibrio entre sus orígenes como chatarrera, su herencia contradictoria —Palpatine y Skywalker— y su decisión de forjar un camino propio. Verlo en combate, en entrenamiento o en escenas de liderazgo no solo será un recurso visual, sino un modo de definir a su personaje en una nueva etapa de madurez.
Una Jedi en reconstrucción
Además, el contexto narrativo ofrece un marco propicio. En la era de la New Jedi Order, Rey ya no es la aprendiz insegura que conocimos, sino la arquitecta de un nuevo linaje de Jedi. Su sable, construido a partir de su propio bastón, refleja esa mezcla de tradición e innovación. Al mostrarlo en acción, la película puede reforzar un mensaje de autonomía frente a los dogmas que lastraron a la antigua Orden, proponiendo una visión más abierta y flexible de lo que significa ser Jedi en tiempos de reconstrucción.
La importancia de este símbolo también conecta con el debate entre legado e identidad. Rey eligió el apellido Skywalker, pero la saga parece dispuesta a recordarnos que su verdadero valor reside en su propio nombre. El sable amarillo, distinto de los azules y verdes que empuñaron Luke, Obi-Wan o Yoda, ofrece una declaración estética y narrativa: Rey no solo hereda, sino que transforma. Ese color puede convertirse en la metáfora de una generación que reconoce el pasado sin quedar atrapada en él.
