Diez años después de que Judy Hopps y Nick Wilde pusieran patas arriba la animación de Disney, la jungla urbana de Zootrópolis vuelve a abrir sus avenidas. La secuela llega en un momento clave para el estudio, con la marca Disney intentando recuperar terreno en taquilla y un calendario de estrenos que se pisa entre franquicias, remakes en acción real y nuevas apuestas. Zootrópolis 2 se ha estrenado este España el 28 de noviembre de 2025, retomando la acción exactamente una semana después de la primera película, aunque para el público hayan pasado casi nueve años.
Vandal ha podido hablar con Jared Bush, guionista de la original, ahora director en solitario de la secuela y, además, máximo responsable creativo de Walt Disney Animation Studios desde 2024. Entre reuniones de alto nivel sobre el futuro del estudio y la promoción de la película, Bush se sienta a hablar sobre un reto muy concreto: cómo volver a entrar en Zootrópolis sin que parezca que la cámara ha estado apagada durante una década.
La película arranca solo una semana después del final de la primera. Pero, ¿cómo se casa eso con un público que ha envejecido casi una década, ha cambiado de plataforma de streaming favorita y ha visto un puñado de guerras culturales por el camino? Bush reconoce que esa fue una de las primeras obsesiones del equipo.
“Experimentamos muchísimo, para ser honestos, con cuánto tiempo debía haber pasado dentro de la historia”, recuerda. “Teníamos una versión que arrancaba cinco años después, con Nick y Judy siendo compañeros desde hacía cinco años. Y simplemente se sentía como si nos hubiéramos saltado algo importante. Probamos también con un salto de un año… y seguía dando esa sensación”.
La solución fue, paradójicamente, no saltar casi nada. “Al final elegimos que fuese una semana después porque descubrimos que realmente quieres saber exactamente cómo están. Es muy raro hacer una secuela de una ‘buddy movie’, porque normalmente te pasas toda la primera película juntando a los personajes y ya está, su arco se completa ahí. Esta vez queríamos hacernos otra pregunta: ¿están realmente destinados a seguir trabajando juntos en el futuro? ¿Pueden hacerlo, incluso siendo tan distintos?”.
Bush asegura que, pese al paréntesis de nueve años, el público no se ha desconectado tanto como podría parecer: “Descubrimos que, para mucha gente, seguían teniendo en la cabeza a los personajes de una forma muy concreta. Queríamos encontrarnos con el público justo ahí, donde los dejó la primera”.
Volver a la ciudad… pero por la puerta de atrás: humedales, serpientes y barrios imposibles
Si algo convirtió a Zootrópolis en una rara avis dentro del catálogo Disney fue su diseño urbano: una ciudad organizada por biomas, con barrios como Tundratown o Sahara Square pensados para especies muy distintas conviviendo en un mismo mapa. La secuela decide no repetir fórmula y, en lugar de enseñarnos otra vez las mismas postales, se mete en zonas que ni la propia Judy conocía.
“Una de las cosas más divertidas de esta película es que visitamos humedales y áreas desérticas todavía más extremas”, explica Bush. El ejemplo más claro es Marsh Market, un distrito nuevo pensado para mamíferos semiacuáticos y especies que viven parte del tiempo bajo el agua. “Fue un desafío enorme, pero de los buenos. Esa es una de las maravillas de trabajar en Disney Animation: cuando le dices a un artista ‘esto va a ser muy difícil’, se le iluminan los ojos”.
La dificultad no estaba solo en la parte técnica —el agua sigue siendo una de las grandes pesadillas de la animación 3D—, sino en algo todavía más básico: imaginar cómo demonios sería un barrio diseñado por y para animales que entran y salen del agua todo el día. “Nos encerramos literalmente a decenas de personas en una sala solo para hablar de ideas. De ahí salieron cosas como cintas transportadoras que meten y sacan a los animales del agua, toboganes por todas partes… Fue muy divertido empezar a construirlo desde cero, pero requiere a mucha, mucha gente usando su imaginación a tope”.
De ‘Encanto’ a jefe creativo: rodearse de gente que diga “no es suficiente”
Bush no llega a Zootrópolis 2 como un director cualquiera que vuelve a su criatura original. Desde 2024 es el chief creative officer de Walt Disney Animation Studios, un cargo equivalente a marcar la hoja de ruta de toda la división animada: desde la secuela de Zootrópolis hasta el remake en acción real de Vaiana (Moana), en el que también está implicado.
“Lo único realmente único de Disney Animation es que tenemos muchísima gente colaborando a la vez. Es una forma de contar historias muy comunitaria”, dice. En este nuevo contexto, Bush asegura que su gran cambio de chip ha sido uno: rodearse de gente que no le deje conformarse. “Para mí, la diferencia clave ha sido asegurarme de estar todo el rato rodeado de personas que te empujan, que te dicen: ‘todavía no es lo bastante bueno’, ‘todavía no es lo bastante gracioso’, ‘todavía no emociona lo suficiente’. Cuantas más voces digan ‘podemos hacerlo mejor’, mejor para la película”.
Ese empuje tiene una condición: que equivocarse no sea un problema. “Mucho mérito es de nuestros equipos, que han creado un entorno donde es seguro probar cosas, fallar, y que el fallo no sea algo terrible. Eso es lo que te permite llegar más lejos”, explica.
Y, aunque él firme como director, no trabaja solo. “Sigo apoyándome constantemente en mi codirector, Byron Howard”, apunta. “Y nuestra productora, Yvett Merino, que ya produjo Encanto, es alguien a quien conozco muy bien y que no tiene ningún problema en presionar y discutir cuando hace falta para que la película sea lo mejor posible”.
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Una ciudad-ecosistema: cuando la comedia de animales habla del clima
En esta nueva aventura, Judy y Nick se ven metidos en una trama que tiene mucho que ver con reptiles marginados, muros que separan climas imposibles y un villano carismático como Gary De’Snake, la serpiente a la que pone voz Ke Huy Quan. Detrás del chiste fácil sobre especies “apestadas”, late algo más incómodo: una ciudad que solo funciona si su ecosistema se mantiene más o menos estable.
“Lo maravilloso del mundo de Zootrópolis es que puedes leer en esta sociedad animal muchos de nuestros problemas reales”, reconoce Bush. La propia arquitectura de la ciudad está pensada como una enorme máquina climática. “Siempre contamos la ciudad como si fuera un ecosistema. Por ejemplo, piensa en un aparato de aire acondicionado: por un lado expulsa aire frío y, por el otro, aire caliente. Esa es, básicamente, la idea detrás del gran muro que mantiene Tundratown frío y el otro lado caliente”.
Lo que cae como nieve en ese lado helado no es solo decorado: “En la parte fría nieva mucho, esa nieve se derrite y esa agua acaba alimentando lugares como Marsh Market. Toda esa circulación es necesaria para que la ciudad se mantenga sana. Creo que no puedes contar una historia de animales sin admitir que el entorno en el que viven es fundamental”.
Bush no quiere convertir la película en un panfleto, pero asume que el subtexto está ahí para quien quiera verlo. “Diría que es solo una de varias cosas que esperamos que la gente observe y piense mientras ve la historia. No hace falta subrayarlo con rotulador fosforito para que esté presente”.
Una de las curiosidades más comentadas de la primera Zootrópolis es que, durante el desarrollo, la película fue casi otra cosa: un thriller policial mucho más oscuro, con un tono de espía y gadgets, que poco a poco se transformó en la fábula sobre prejuicios que llegó a los cines. Ese historial de “mutaciones salvajes” hacía inevitable preguntarle si la secuela ha vivido algo igual de radical… o si esta vez el equipo sabía mucho mejor a qué jugaba desde el principio.
“Pensé mucho en eso en esta película”, admite Bush. “Una gran lección que aprendí en la primera es lo increíblemente flexible que puede ser Disney Animation cuando estás buscando la mejor forma de contar la historia. Atravesamos muchos cambios. Cuando llegué al estudio hace 14 años, eso fue algo completamente nuevo para mí”.
En lugar de resistirse a esa naturaleza cambiante, el equipo decidió incorporarla al ADN del proyecto desde el día uno. “Diría que aquí aplicamos esa lección: la creatividad y la experimentación las metimos en el proceso desde el principio. No es que haya habido un giro gigante a mitad de camino, es más bien una sucesión de evoluciones constantes que estaban previstas. Trabajábamos sabiendo que las cosas iban a cambiar, y diseñamos la producción para poder hacerlo sin romperlo todo cada vez”.
El resultado, al menos en taquilla, parece respaldar la apuesta: Zootrópolis 2 ha llegado a los cines como uno de los grandes estrenos del puente de Acción de Gracias en Estados Unidos, con previsiones de más de 125 millones de dólares en su primer tramo festivo y siendo presentada por Disney como su gran carta familiar de final de año.















