Lo que empezó como una crítica al Gobierno de Donald Trump acabó convirtiéndose en una hazaña parlamentaria sin precedentes. Cory Booker, senador demócrata por Nueva Jersey, ha protagonizado el discurso más largo de la historia del Senado de Estados Unidos: 25 horas y 4 minutos ininterrumpidos frente al atril, en un gesto con tanto valor simbólico como político.
Su objetivo: visibilizar la oposición demócrata al regreso del trumpismo, denunciar recortes sociales y reclamar una nueva narrativa para su partido en uno de sus momentos más bajos. El senador, que en 2019 intentó —sin éxito— convertirse en candidato presidencial, se enfrentó a su particular odisea parlamentaria sin más ayuda que un par de vasos de agua y su férrea voluntad.
Un maratón de palabra y resistencia
Renunció a la silla que le correspondía y evitó pausas incluso para ir al baño, preparando su cuerpo con ayuno previo y ejercicios para mantener la circulación. Su voz fue apagándose y sus piernas cediendo, pero Booker resistió durante más de un día, encadenando denuncias, anécdotas, bromas, lecturas de cartas ciudadanas y duras acusaciones contra Trump y sus políticas.
Lejos de buscar una maniobra obstruccionista, como los filibusteros clásicos del Congreso, Booker no pretendía frenar ninguna votación —ni siquiera bloqueó una medida impulsada por su propio partido—, sino aprovechar un espacio vacío del calendario legislativo para lanzar un mensaje claro: el Partido Demócrata no puede seguir en silencio.
Entre sus denuncias, cargó contra los recortes a Medicare y Medicaid, el deterioro institucional, la inflación descontrolada y el papel de figuras como Elon Musk en la vida política estadounidense. El eco de su gesta no tardó en multiplicarse. Más de 40 senadores demócratas acabaron en pie aplaudiendo su resistencia, y los medios —tanto estadounidenses como internacionales— recogieron su hazaña.
Más que discurso, símbolo político
El discurso no solo le sirvió a Booker para ganar visibilidad, sino que ofreció al Partido Demócrata un momento de unidad y fuerza simbólica en medio del desconcierto tras la derrota de Kamala Harris y el retorno de Trump a la Casa Blanca. En palabras del propio senador: “No se trata de izquierda o derecha, sino de lo correcto o lo incorrecto”.
Además, Booker rompió el récord que ostentaba desde 1957 el senador Strom Thurmond, quien habló durante 24 horas y 18 minutos para intentar frenar la Ley de Derechos Civiles. “No estoy aquí por su discurso, estoy aquí a pesar de su discurso”, dijo Booker. Una frase que resume no solo su gesta, sino la reivindicación histórica que simboliza: la voz de un senador afroamericano que, con el poder de la palabra, se planta frente al legado más oscuro del Congreso y al presente turbulento del país.
