España ha sufrido un apagón histórico que ha dejado sin luz a millones de personas en toda la Península tras afirmar que no sería posible en nuestro país por activa y por pasiva. Mientras se investigan las posibles causas, y se habla de conceptos como el cero energético, muchos apuntaban y apuntan a un supuesto ciberataque como causa. Se acaba de descartar.
España sufre miles de ciberataques cada año. Algunos son sofisticados, otros apenas una lluvia de intentos automatizados que rozan la frontera entre lo molesto y lo potencialmente peligroso. Pero cuando miles de ciudadanos se quedaron sin suministro eléctrico ayer, surgió rápidamente el fantasma del sabotaje digital.
Las redes sociales se llenaron de teorías: que si Rusia, que si un hacker solitario, que si una célula de activistas digitales. La realidad, sin embargo, es menos cinematográfica, aunque no por ello menos preocupante.
Ni Rusia ni un hacker: el apagón que dejó a millones de personas en España sin luz no fue un ataque informático (aparentemente)
Según ha confirmado el Centro Nacional de Protección de Infraestructuras Críticas (CNPIC) y el Operador del Sistema Eléctrico, Red Eléctrica española, el corte de luz registrado en varias provincias españolas el lunes fue causado por un fallo técnico en una línea de alta tensión, derivado de una sobrecarga puntual y no de un ataque informático. “No hay indicios de intrusión digital ni manipulación remota de los sistemas”, aseguran fuentes del Centro Criptológico Nacional (CCN-CERT), que ya ha cerrado la investigación preliminar.
Esto no significa que el país esté exento de amenazas. De hecho, España fue objeto de más de 70.000 ciberincidentes en 2023, según el informe anual del CCN. Los sectores más atacados incluyen infraestructuras críticas como hospitales, servicios de emergencia, y por supuesto, el sistema energético. El incremento en la digitalización de estos sectores los convierte en objetivos prioritarios. El peligro es real, pero no omnipresente.
Lo que sí resulta revelador es la velocidad con la que la sospecha de un ciberataque se ha convertido en la explicación inmediata ante cualquier fallo sistémico. No es casual. Desde los sabotajes eléctricos en Ucrania hasta los ataques de ransomware que paralizaron oleoductos en Estados Unidos, el imaginario colectivo ya ha aceptado que el conflicto del siglo XXI se libra también con ceros y unos. Y ojo, que muchos países se preparan para lo peor con ensayos y simulacros al respecto.
Pero conviene diferenciar entre la posibilidad y el hecho. El apagón de ayer no fue una declaración de guerra digital, sino una señal de que las infraestructuras físicas —viejas, tensionadas y a menudo sobrecargadas— siguen siendo tan vulnerables como las digitales. Mientras tanto, los especialistas en ciberseguridad insisten: el enemigo está al acecho, pero no siempre es él quien apaga la luz. De momento, nos queda la ficción para seguir especulando.
